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Desde las redes: Cepeda, el premio del pueblo

Cepeda en el Clásico del 2013. Foto: Archivo de Cubadebate.

De todos los reconocimientos a Frederich Cepeda Cruz, el Premio del Barrio, le queda justo a su medida.

Resume, no ya su trayectoria deportiva, tan prolifera como para merecer este y todos los que tiene en su hoja de servicios, sino porque ilustra una carrera intachable de dignidad: “este es el premio del pueblo de Sancti Spíritus al que ha representado y nunca se ha doblegado”, argumenta la coordinadora provincial de la organización en esa provincia, Marianela Valdés López.

Aun así, no dejó de sorprenderse cuando los medios de comunicación lo mencionaron entre quienes merecieron el Premio del Barrio aquí, en su caso el primer deportista que lo alcanza: “Lo recibo con mucho cariño, como todo lo que viene del pueblo, de ahí soy y me debo completamente al cubano y al espirituano en particular. Siempre me han brindado mucho cariño”.

Es como una simbiosis emotiva. En más de una de las tantas exclusiones de equipos que ha tenido en su carrera, Cepeda ha contado con el apoyo y el clamor de su afición. Y eso, junto a su familia, le ha ayudado a levantarse: “Las cosas que van pasando con el tiempo no se olvidan, la vida está llena de obstáculos —y eso en lo deportivo me ha tocado vivirlo—, pero tengo suerte de que, gracias a Dios y a las cosas de la vida, mi familia me ha dado fuerza para seguir adelante, mi padre que es mi entrenador, junto a mi mamá y todos, hicieron posible que cumpliera mi sueño y ese apoyo lo he sentido del pueblo”.

A su país lo ha defendido en los más disímiles escenarios en los que ha levantado, con Cuba, más de un título mundial y hasta olímpico. “Al igual que muchos atletas, una de mis metas siempre ha sido representar a mi país y, como cubano, soñé estar en el equipo nacional. Uno se entrega porque sabe que ese pueblo y la familia van a estar bien contentos por alcanzar una medalla. Cuando competimos somos como los embajadores de Cuba”.

El béisbol ha sido la gran motivación que su país le ayudó a concretar: “Desde pequeño tengo la motivación de jugar al béisbol y lo amo, siempre he buscado ayudar a mi equipo Sancti Spíritus. Ahora mismo espero el inicio de la Serie Nacional para demostrarme que lo puedo seguir haciendo, quizás ser un ejemplo para las generaciones que vienen detrás o dejar un legado: quisiera que mi hijo me siguiera viendo jugar. Esas son cosas que me inspiran”.

Por su calidad no le han faltado ofertas para abandonar su país. Tampoco cuando una injusticia lo dejó fuera del (equipo) Cuba. Aunque el contrato con Japón le dio holgura a sus finanzas y vive en una mansión, pagada por esa propia posibilidad, se bandea en las estrecheces cotidianas. Y él sigue aquí.

“El éxodo de peloteros se ha incrementado a lo largo de los años y es algo bien difícil. Cada persona tiene su manera de pensar y eso hay que respetarlo, cada quien tiene sus ideas, quizás algunos estén equivocados, otros no, pero en lo personal nunca lo decidí. Te he hablado mucho de la familia y, te repito, siempre quise estar cerca de mi gente, en mi barrio, pero —sobre todo— de mi familia y mis padres que me criaron de esa manera y es lo que he hecho siempre. Estoy saliendo del país desde que tenía once años y tengo 41, siempre he ido y he regresado, me he sentido orgulloso de representar a Cuba en cada evento y cada año me he esforzado por representar a Sancti Spíritus en los eventos nacionales.

Me he puesto metas personales y siempre he pensado defender a mi país por encima de todo. Creo que, en diferentes latitudes, los cubanos que están dentro y fuera lo hacen: siempre ponen en alto la bandera cubana, y siempre que lleven a Cuba en el corazón, pienso que puedan tener felicidad. Decidí vivir aquí y, como respeto la decisión de cada cual, cada cual debe respetar la mía; estoy contento por lo que hecho”.