Eduardo Heras León, un corazón de acero forjado

Heras León habla despacio, tranquilo, de la manera en que solo lo hace un verdadero maestro. A decir de Víctor Casaus, director del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau (CCPTB): “no alcanzan los espacios para homenajear al Chino" -como cariñosamente le dicen-. Por tanto, ¿qué mejor escenario que la Feria Internacional del Libro para agasajar a este grande de las letras cubanas?

En el 2014 le entregaron el Premio Nacional de Literatura, por la calidad y trascendencia de su obra cuentística; por su contribución a la formación de jóvenes narradores; por su legado a la cultura cubana en general y a su literatura en particular. Por estos y otro gran cúmulo de méritos, a Eduardo Heras León está dedicada la XXVIII Edición de la Feria Internacional del Libro.

Francisco López Sacha, moderador del panel en homenaje a este intelectual  cubano, señaló que este sinnúmero de premios han convertido a Heras en el primer escritor en demostrar “que la escritura puede ser enseñada, mediante análisis, elogios y críticas”.

Habló de la convergencia entre el artillero de Ejército y División en la Unión Soviética, el crítico de ballet, el amigo, el escritor y el profesor; labores diferentes que ha desempeñado el Chino en el transcurso de su vida con la misma entregay éxito.

Víctor Casaus aprovechó la ocasión para entregarle a Heras León el mayor galardón que otorga el CCPTB a personalidades cubanas, el Premio Pablo, “por su admirable ética literaria y personal; por su compromiso con la Revolución, con la literatura y con la verdad; por su capacidad generosa para compartir conocimientos, saberes e ideas sobre todo a los jóvenes que lo necesitan y lo merecen; y por su formidable ejemplo de resistencia y participación”.

Por su parte, Germán Piniella, narrador, periodista, traductor literario y crítico musical, calificó al homenajeado como “príncipe de presentadores” y consideró que este literato cubano merece con toda justicia “el premio de la vida”

 “Admiro al Chino por su talento, ese que le permitió sobresalir en tantos campos de la vida, que le hicieron llegar de lustrar zapatos para ganarse unos centavos siendo niño hasta ser el hombre que homenajeamos hoy, lo hizo a fuerza de disciplina y tesón, que le dieron la entereza para soportar los embates del quinquenio gris. Eduardo no se creyó más importante que el país y es digno miembro de la generación de la fidelidad,” aseguró.

También Silvio Rodríguez le dedicó unas palabras de admiración y cariño a Eduardo Heras, quien considera un maestro de tres generaciones de cubanos, una persona que ejerció el magisterio “desde la literatura y hacia la literatura”.

Dazra Novak y Elaine Vilar, escritoras jóvenes alumnas de Heras León en el Onelio Jorge Cardoso, elogiaron a su maestro mediante líneas que contenían el orgullo que sienten por la calidad profesional y personal de su profesor; dos voces en representación de cientos de jóvenes dentro y fuera del país que le deben su obra a Eduardo. Según Vilar, el Chino formaba a un ser humano más allá de un escritor.

Miguel Cabrera y Pedro Simón, unidos a Heras por el lazo del Ballet Nacional de Cuba; el primero de ellos historiador, y el segundo crítico de danza, se refirieron a la trayectoria de Eduardo mientras escribía líneas sobre la danza.

“Es un crítico respetado y querido, porque pone encima de todo su sabiduría. Un trabajo con luz propia; una crítica respetuosa que educa al lector”, aseguraron.

Finalizando el panel, desde el público pidió la palabra un compañero de Eduardo Herás en el Ejército y División en la Unión Soviética, que lo calificó como “un corazón de acero forjado” y agradeció cada momento que compartió junto a él.

Todas las palabra de elogio fueron agradecidas por el escritor cubano. Para él no hay mejor regalo que tener a muchos de sus amigos en una misma mesa reconociéndolo. “Esto solo merece estirar los brazos y darle a todos un abrazo desde el corazón”, concluyó.