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La niña de La Asunción se llama Camila, tiene cinco años y sueña con patines color rosa

Camila y su abuela Blanca. Foto del autor, tomada con un celular

Camila y su abuela Blanca. Foto del autor, tomada con un celular

Yo también me impacté con el impresionante artículo sobre la niña de La Asunción, del fotorreportero Ismael Francisco; por lo que tengo el enorme placer y la alegría infinita de comunicarle a los lectores de Cubadebate, que en un viaje que realicé a Maisí recientemente como miembro de la Comisión Nacional de Historia del Turismo, junto a otros colegas, encontramos a la niña de la Asunción, que se llama Camila Cantiño Selin, y que a sus cinco años sueña con tener unos patines color rosa. Les voy a narrar la historia como un pequeño cuento.

Junto a su abuela Blanca, Camila acude a nuestro encuentro muy tranquila, pues ya le habían informado que han venido de lejos a visitarla. Inmediatamente nos presentamos y le entregamos varios regalos donados por mis colegas de los Centros de Capacitación de Holguín y Guantánamo, incluyendo una flauta, obsequio de una profe holguinera y que la niña acto seguido no dejó de soplar ni un momento, en medio de las preguntas.

—Camila, te has hecho famosa por las fotos que te tomó el señor que vino acá después del ciclón -le dije yo.

—Sí, él me tiró unas “camariografías” –me responde ella sin dejar la flauta.

—Bueno, pues yo también te voy a tirar unas “camariografías”, y acto seguido le saco varias fotos, cosa que le encanta pues enseguida me brindó sus mejores poses infantiles.

Camila nació un 19 de marzo de 2012 en el hospital de Baracoa, por lo que recién cumplió cinco años. Ya se incorporó al círculo infantil Los Cafeticos y vive con su mamá Amileisy Selin y su papá Carlos Cantiño, junto a su hermanito Carlos Enrique de solo un año de edad. Le gusta bailar y patinar. Y parece también que la peluquería, al confesarme su abuela que ella misma se peló su serquillo.

Su casa en breve será completamente reconstruida, pues al estar en el grupo de las que más sufrió el embate del huracán, ha quedado en la segunda etapa por ser más arduo y largo el trabajo.

Me cuenta su abuela Blanca, una mujer muy joven aún, del hijo que vive en Santiago de Cuba, el cual le ha enviado el artículo y la impresión de todas las fotos para cuando la niña sea más grande. Que la familia agradece los comentarios que se publicaron desde Cuba y otros países. Le pregunto si tiene un teléfono al que puedan llamarla y me da el número: 021 689366.

Comenzó a lloviznar en La Asunción y la luz tenue de la tarde empieza a esconderse en la serranía. Junto a la abuela, acompaño a Camila hasta su casa “cortada”, al mismo punto donde la descubrió el fotorreportero. Ella, sin soltar la flauta, abre una sombrilla para protegerse de la lluvia. Entonces me regala su más bella, ancha y pura sonrisa. Así le tomo la última “camariografía”.

Camila y su sombrilla. Foto del autor tomada con su celular

Camila y su sombrilla. Foto del autor tomada con su celular

Me vuelvo despacio al camino como quien no quiere irse, pero sin atreverme a mirar atrás. Aunque en verdad, no hace falta.

La niña de La Asunción –cuyo nombre nos recuerda a alguien tan cercano– al igual que muchas otras niñas y niños de este “verde caimán”, está segura junto a su familia, sus amiguitos y toda la gente buena de Maisí, lugar por donde primero sale el sol, como le oí decir a Tony, el coordinador de turismo en el municipio.

Cuando abandonamos al otro día el poblado para seguir rumbo a Baracoa, dejamos constancia de la colaboración brindada por la dirección de los hoteles Guantánamo y Faro de Maisí, de Islazul, en la maravillosa complicidad asumida para encontrar a Camila.

Agradezco igualmente a Ismael Francisco, gestor de todo este movimiento de solidaridad humana, por la posibilidad que nos dio de que “seamos un tilín mejores”. Gracias también a Cubadebate por la deferencia de publicar la reseña.

¡Chao Camila, que muy pronto puedas en tu nueva casa montar en unos patines color rosa! Estoy seguro que esta historia no termina y alguien irá tras las lomas para llevárselos. No importan la distancia ni la altura, porque subir lomas, hermana hombres, al decir de José Martí.

Camila y sus regalos. Foto del autor tomada con un celular

Camila y sus regalos. Foto del autor tomada con un celular

 

La crónica fotográfica de Ismael Francisco que generó este nuevo trabajo

La niña de La Asunción