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¿El huracán pasó por Cuba?

Cuando buscabas "huracán Matthew" en google, te salía esto.

Cuando buscabas "huracán Matthew" en google, te salía esto.

Por Roxana Romero Rodríguez

“¿El huracán pasó por Cuba?”, me preguntó un seguidor austriaco desde el Facebook. “Pues claro – contesté- y a su paso dejó un panorama desolador”. Este hombre llevaba varios días offline y a su regreso, solo encontró contenidos de Matthew en Haití y Estados Unidos, como si no existiera el archipiélago cubano.

Me disculpan la crudeza del enunciado, pero como Cuba no aportó muertos sobre cuyas pérdidas montar el espectáculo sensacionalista, sencillamente no está en los grandes medios.

Haga la prueba en Google o cualquier otro metabuscador, rastree las tendencias en las redes sociales y las etiquetas de mayor posicionamiento. Solo la estremecedora desgracia del pueblo haitiano y el impacto en la Florida marcan la noticia.

Los noticiarios rojos y amarillos evaden a una Cuba que exhibe la gran victoria de no haber perdido ninguna vida humana. El sistema de alerta temprana funcionó, la población se evacuó y los Consejos de Defensa, junto al pueblo, garantizaron las condiciones mínimas indispensables para la protección.

Así que los enemigos internos de nuestro proceso político, y con ellos los periodistas autodenominados independientes, buscan afanados excusas para condenar el sistema de organización en casos de desastre.

Y han encontrado muchas, entre ellas, que el fondo habitacional de los municipios afectados no era bueno antes del paso del huracán. Eso es cierto.

En Maisí, como es tradición en los campos cubanos, abundan las viviendas de cubierta ligera y paredes de madera; el nivel adquisitivo no es alto en muchos poblados y las condiciones de vida distan de los estándares de calidad establecidos por la sociedad de consumo.

Más en la ciudad de Baracoa, donde el movimiento económico es mayor, un casco histórico de quinientos años tampoco resistió el embate ensañado de un Matthew categoría cuatro. La furia de la naturaleza no distingue entre más pobres y más ricos.

De modo que las agendas informativas rebuscan bajo cualquier piedra casos de construcciones deterioradas y trámites no resueltos antes del ciclón. Convierten esas historias en blanco de acusaciones contra Cuba y su dirección política.

No quito que sean historias ciertas en muchos casos, pero la realidad de los damnificados no son utilizadas por los medios contrarrevolucionarios para ayudar, sino como pretexto para hacer política al nivel más bajo.

Sí, el huracán pasó por Cuba, pero los territorios azotados por Matthew ya están inmersos en un proceso de reconstrucción donde se distribuyen, poco a poco y sin descanso, materiales de la construcción, alimentos y recursos básicos: eso no se ha dicho tampoco en los media, ni la prensa independiente financiada por la oposición. La desgracia ajena no debe ser pretexto político para una guerra de bandos.

En una batalla donde los alternativos somos nosotros, es casi imposible vencer la superioridad numérica, tecnológica, hegemónica y alcance territorial del enemigo. Es difícil también desmontar sus discursos, perfectamente articulados para desestabilizar a la población dentro de la isla aprovechando la tensión propia que generó la catástrofe.

Más allá de las posturas ideológicas, jugar limpio en estos casos es cuestión de ética, humanidad y decoro.

Sin poder usar las herramientas más efectivas de posicionamiento de contenidos en la web, sin poder competir con el ritmo de producción informativa de los grandes conglomerados mediáticos, sin acceso a la más moderna tecnología y sobre todo, desplazados nuestros contenidos por quienes pagan para que suceda esto; nos asiste a nosotros, a los que nos llaman oficiales, hacer lo que sabemos y saber bien lo que hacemos: construir nuestra propia realidad, que es la de un país entero apoyando en el proceso de recuperación.

A los que, como mi amigo austriaco en Facebook no saben qué pasó en suelo cubano, informo que superamos con creces la prueba de Matthew y ahora el huracán es de amistad y solidaridad desde el resto de Cuba y el mundo.

(Tomado de Venceremos)