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Canal Habana: ¿Qué uso le damos a los símbolos nacionales? (+ Video)

Cubadebate inicia una serie de publicaciones de materiales transmitido por el Canal Habana, el telecentro de la capital del país, que abordan temas de la agenda nacional. El primero, de la joven periodista Claudia Montes de Oca, se enfoca en el uso de los símbolos.

El Callejón de Hamel en La Habana. Foto: Desmond Boylan/ Instagram

El Callejón de Hamel en La Habana. Foto: Desmond Boylan/ Instagram

Como dijera el sabio cubano Fernando Ortiz, la nacionalidad cubana, y por ende lo que dentro de ella se entiende como cultura, ideología, símbolos e idiosincrasia.., es un gran ajiaco, mezcla de lo legado por aquel abuelo negro y aquella abuela blanca. De ahí que bailemos guaguancó con igual pasión y elegancia que un acto de El Lago de los cisnes" o veneremos por igual a Ochún y a la Virgen de la Caridad.

Así los cubanos, los criollos, hemos tomado un poquito de aquí y de allá para formar nuestra autoctonía, esa que nos distingue como bailadores, dicharacheros, revolucionarios, solidarios y tantos otros calificativos, pero sobre todo amantes siempre de nuestra tierra patria.

Ejemplo de ello es que con orgullo un joven habanero de este siglo 21, exhiba en su camiseta la bandera que representa la mayor conquista de la nación una isla libre y soberana. Pero es lamentable que cada vez sean menos los casos que como este muchacho reconozcan e identifiquen los símbolos nacionales y se enorgullezcan de mostrarlos.

Carretón de caballos con "decorado" con un billete de cien dólares. Foto: Desmond Boylan

Carretón de caballos "decorado" con un billete de cien dólares. Foto: Desmond Boylan

Cuba no ha estado exenta de las influencias de los procesos de globalización y consumo cultural que vive el resto del mundo, y aunque creo es también valido tomar de todos aquello que nos haga cada vez mejor, no podemos perder de vista lo que nos identifica y sobre todo el sentido político, social y cultural que tenga.

El país vive un momento de apertura en muchos sentidos: la visita de miles de turistas, el dominio de las nuevas tecnologías de las comunicaciones nos acercan a otras realidades que incorporamos a la cotidianidad.

Tal es que el caso que por estos días sea muy común llevar prendas textiles con la bandera norteamericana o verla, también, ondear en un carro que transita por el capitalino vedado o acompañando a la de la estrella solitaria en la entrada de un restaurante.

Una botella enorme del ron Havana Club "engalanando" el paisaje habanero. Foto: Desmond Boylan/ Instagram

Una botella enorme del ron Havana Club "engalanando" el paisaje habanero. Foto: Desmond Boylan/ Instagram

Como este caso también, nuestros niños se divierten hoy con juguetes como los Minions o el "súper rayo" McQueen, mientras relegan a Elpidió Valdés o Fernanda.

Aquí entra entonces el cuestionamiento principal de este comentario: ¿estamos preparados para la avalancha de símbolos extranjeros y lo que aparejado a ellos deviene, sin que signifique apartarnos de lo que nos hace únicos?

Puede ser que ideológicamente nos sobren armas, pero la realidad nos muestra otra cara. De infinitas formas llegan estos nuevos símbolos, ya lo decíamos en prendas de vestir, pegatinas, souvenirs, pero y ¿los de nosotros dónde están?

Existen, pues contamos con tiendas de ARTEX y ferias que promueven la artesanía nacional y que utiliza tales elementos, pero aquí entra una vez más la sufrida paradoja de los precios y los salarios. Preguntas como asignatura pendiente: ¿Puede un joven comprar un bolso con la bandera cubana cuando este cuesta la mitad de su salario del mes? ¿En qué tienda se venden hoy juguetes nacionales? ¿Está accesible a un fanático del beisbol una gorra o camiseta de su equipo favorito? ¿Es suficiente con las lecciones de historia en la escuela? ¿Estamos utilizando los métodos más apropiados para llegar a los niños y jóvenes?

Una llamada de alerta llega, y repensar los modos y formas es urgente. Nuevas generaciones crecen y nos toca nosotros legarles esa sentimiento de amor hacia lo auténticamente cubano que dejaron los abuelos, y que sino sabemos inculcar puede correr el riesgo de desaparecer.