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Ni resignación, ni conformidad, un adiós para Graciella

graciellaHace dos días falleció en La Habana una periodista cubana que vistió de lujo el estilo reporteril de la emisora Radio Reloj -sin alardes- nunca hizo ostentación de su sobrada experiencia y su versatilidad en el periodismo, había trabajado en el noticiero de TV, 40 años en Radio Reloj y el Periódico Verde Olivo que se editaba en Angola durante la guerra.

A Graciella del Carmen Hernández Torres la conocí en 1976, año en que se institucionalizaba el país, y ella como nadie conocía todos los reglamentos, las leyes, era un poco mi traductora de aquellos documentos para mi desconocidos. Nunca se sintió por encima de nadie a pesar de ser en el grupo la que más dominaba el tema.

Amiga personal de Blas Roca, quien fuera el Primer Presidente de la Asamblea Nacional de Cuba, Graciella nunca utilizó tales lazos de amistad para obtener la primicia de las noticias, lo que tenía de información lo compartía con todos, decía: “aquí tienen la información, ustedes conmigo no compiten pues si es noticia la tiene Radio Reloj”. Amaba su profesión y lo que hacía en Radio Reloj, de eso pueden dar fé sus compañeros de esa emisora. La llamaban “la decana del periodismo”, pues se mantuvo laborando a la par de cualquier otro reportero, aún después de haber cumplido los 70 años.

A principio de los años 80, Graciella, con quien intercambiaba telefónicamente cada día, se apareció en mi casa para decirme: “Hermana, me voy para Angola”, me quedé atónita, Graciella tenía algo más de 50 años, ¿crees que podrás? le dije. Pero ¿tú no sabes cuantas mujeres hay allá?, yo no puedo ser menos ¿qué te pasa? Jamás olvidé aquella lección.

Y regresó llena de honores y de giardias, padeció mucho debido a este parasito y cada vez que sentía una molestia decía: este es mi recuerdo de Angola. Nunca conocí a nadie tan desprendida ni tan solidaria, y no lo digo porque no esté ahora a mi lado, todo el que la conoció lo sabe. Desde la trinchera del periodismo ayudó a mucha gente, denunció incontables atrocidades, tenía un alto sentido de la justicia y de la amistad.

Compartimos durante más de 20 años los avatares del periodismo reporteril, recorrimos la isla intentando que nuestro trabajo educara y pusiera al desnudo lo mal hecho. Su disposición y entrega al trabajo no tenía límites. Muchas de las veces coincidimos en la misma habitación de hotel, y cada noche, pasadas la una de la madrugada ella agarraba el teléfono para enviar su reporte. Yo le decía: “eso lo puedes pasar mañana temprano”. Su respuesta: “No dejo para mañana lo que puedo hacer hoy, si se interrumpe la electricidad o el teléfono… ya yo duermo tranquila porque sé que esto entra en el “matutino” de Radio Reloj.

Quizás piense que se me ha ido la mano con los elogios, solo puedo decirles que me he quedado corta. Me gustaría mucho que estas notas la leyeran los jóvenes recién graduados y los que están aún en las aulas. Porque el periodismo no es sólo la retórica académica, el vuelo literario, o dar el palo para ponerme delante de los demás. Hay mucho que aprender de los colegas con sentido de pertenencia a la profesión, con amor al prójimo, y con la valentía de inmolarse por una causa que considera justa. Graciella es –aunque alguien no esté de acuerdo- un paradigma para todos los periodistas cubanos. Por mi parte ni me resigno, ni me conformo a dejar de escuchar cada mañana al locutor de Radio Reloj decir: Reportó Graciella Hernández.

Para quienes no la conocieron

Agrego algunos datos de su reseña de vida:

Graciella, nacida el 30 de mayo de 1928, realizó los estudios de periodismo en la Escuela Manuel Márquez Sterling, en La Habana, los cuales concluyó en 1957. En esa misma década comenzó su vida laboral en Radio Capital Artalejo, la COCO y, posteriormente, estuvo entre el personal fundador del Canal 12 de TV a color. El propietario de ese canal, Gaspar Pumarejo, la despidió cuando ella realizó un reportaje usando un pullover de rayas negras y rojas, los colores del Movimiento 26 de Julio.

Tras el triunfo de la Revolución, trabajó en Alma Máter, los periódicos Combate y Prensa Libre, y comenzó en Radio Reloj, donde permanecería hasta su jubilación.

Estuvo entre las fundadoras de las Milicias Universitarias. Durante la invasión de Girón y la crisis de Octubre se dispuso su acuartelamiento en la Universidad de La Habana.

Concluyó los estudios de Licenciatura en Historia en ese plantel universitario.
Como reportera dio cobertura en distintos lugares del país a la campaña de alfabetización, en 1961, y las movilizaciones de trabajo voluntario para desarrollar producciones agrícolas. Relevante fue su participación en los trabajos de periodismo parlamentario colaborando con Blas Roca.

Una de sus tareas más heroicas fue su desempeño como trabajadora internacionalista durante trece meses y medio en la República Popular de Angola, a partir de 1983. Durante la guerra trabajó para Verde Olivo en Misión Internacionalista, dirigió el programa La hora en español de Radio Nacional de Angola y recorrió muchas de las provincias angolanas en la búsqueda de información sobre la guerra para esas publicaciones. Integró el primer batallón femenino de cubanas en Angola.

Por sus relevantes méritos recibió la Medalla de Trabajador Internacionalista en 1984, al finalizar su misión en Angola. Otros reconocimientos han sido las distinciones Félix Elmuza, de la Upec, y Raúl Gómez García, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura.

Visitó en misiones de trabajo periodístico otros varios países, entre ellos Nicaragua, Checoslovaquia, RDA, Polonia, Nicaragua y en México con la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores. ACPE.