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Enrique Ubieta: "Cuba sabe navegar a contracorriente"

Enrique Ubieta Gómez, director de La Calle del Medio.

Enrique Ubieta Gómez, director de La Calle del Medio.

Por Sheyla Valladares, especial para Cubadebate

Enrique Ubieta Gómez es de los que ha mantenido vivo los ideales de su juventud. No los ha puesto a un lado como tantos otros a quienes con la edad les llegó la "cordura". Quizás ha seguido sin saberlo su propio convencimiento de que los revolucionarios, para seguir siéndolo, tienen que nacer muchas veces en sus vidas.

Por el camino de esta conversación iremos desbrozando certezas, incertidumbres y  anhelos, muchos de ellos comunes y desde el convencimiento de que ser revolucionario, con todo lo que ello significa, no solo es hoy la única opción ética, también es la única postura cuerda y hasta pragmática ante el desastre ecológico y social que puede hundir a la civilización humana.

En el libro Por la izquierda, del cual es el compilador,  Tom Hayden, considerado por muchos como el líder social más carismático e influyente de los sesenta en Estados Unidos, argumentaba que "si todos decidiéramos regresar a los ideales de nuestra juventud, el mundo se estremecería". ¿Cree que los ideales de la juventud actual no son capaces de estremecer al mundo e incluso coadyuvar en su transformación?

He dicho y me gusta repetir que la frase que afirma que los hijos se parecen más a su época que a sus padres, soslaya un aspecto sumamente importante: hay hombres y mujeres de diferentes épocas que se parecen entre sí y generaciones que se comportan de forma muy similar, aunque las separen siglos. ¿Qué une a Tupac Amaru con los tupamaros, a Bolívar con los bolivarianos, a Martí con los revolucionarios cubanos de su centenario, a Sandino con los sandinistas? He mencionado nombres propios, pero ninguno de ellos se movía solo, con ellos estaba una generación. Creo que hay épocas opacas y épocas luminosas, pero en unas y otras existe una vanguardia de hombres y mujeres que se parece a la vanguardia de cualquier otra época: porque los grandes héroes y acontecimientos no se emparentan en la letra de sus discursos o acciones, sino en su espíritu.

En el sentido de sus palabras y no en su mero significado, es que Varela, Céspedes, Martí, Mella, el Che y Fidel establecen un hilo de continuidad histórica. Los arqueólogos de la historia y los contrarrevolucionarios tratan en vano de diferenciarlos, oponiendo significantes vacíos de sentido. Ahora bien, la vanguardia de una generación puede marcar la conducta, heroica incluso, del resto de esa generación, pero no deja de ser una vanguardia: mientras un exiguo grupo de revolucionarios asaltaba el Cuartel Moncada, la inmensa mayoría de la población bailaba en los carnavales.

Ahora bien, los Adelantados provocan la chispa, pero si la hierba no está seca, si no existe un sentimiento de inconformidad y una vocación de justicia en las masas, no hay incendio. En la sicología social de los pueblos existe una tendencia al cambio extremo de consensos. Si revisas la historia del siglo XX, apreciarás el predominio de los valores de la izquierda en las décadas del veinte y del treinta, los de derecha en los años cuarenta y cincuenta, los de izquierda, nuevamente, en los sesenta y setenta; y el regreso de la derecha en los ochenta y noventa. Los intelectuales son celebrados según el color político de cada época: en los sesenta, hasta Borges y Paz se mostraban "izquierdosos" y publicaban entusiastas poemas rojos de los que después renegaron.

Los noventa fueron opacos por muchas razones, pero tuvieron, tienen, una vanguardia, y los jóvenes que entonces se formaron en Cuba, aún los más apolíticos, heredaron valores que son visibles incluso en aquellos que abandonaron el proyecto social. Por eso, no hay que hacerle demasiado caso a los signos de una época: el conservadurismo de las masas, que por lo general refleja cierto cansancio social o el agotamiento de alguna vía redentora, siempre es un estado pasajero si los problemas sociales persisten. No acepto explicaciones tan superficiales como las que se refugian en un "así piensa o siente la gente": el optimismo, como el pesimismo, se construyen. En los sesenta la mayoría de los escritores se declaraba públicamente de izquierdas, y eso no impidió que la Reacción trabajara en la creación de escritores de derechas. Las generaciones literarias se construyen, y no por ello dejan de ser hijas de una época.

La juventud es rebelde por naturaleza, porque las sociedades necesitan de un factor iconoclasta que las renueve. El capitalismo encausa esa rebeldía hacia el libre albedrío por la vía del mercado, de forma que en unos años, la transforma en un nuevo conservadurismo; el socialismo necesita encausar la rebeldía hacia el conocimiento (que conlleva responsabilidad) y liberarla de las atractivas ofertas de un mercado que vende y compra conciencias. No siempre lo logra.

¿Existe una manera nueva de ser revolucionario, es un término que también se ha resemantizado o sigue teniendo las mismas significaciones?

Un revolucionario no se conforma con podar las ramas más visibles del problema, busca las razones últimas, descubre la raíz, e intenta soluciones auténticas. En ese sentido es un radical. Es exactamente lo contrario a un reformista. Este último acepta el estado de cosas existente, lo describe minuciosamente como si fuese la inamovible Realidad, y proyecta sobre él los cambios que considera posible; es cientificista, no científico, porque se atiene a lo visible, a lo empíricamente demostrable. Los positivistas cubanos del siglo XIX fueron casi todos reformistas. Un revolucionario --tenemos en Cuba dos ejemplos luminosos: José Martí y Fidel Castro--, sabe que tras lo visible o aparente, existen posibilidades ocultas.

Hay una anécdota de Martí muy ilustrativa de lo que digo: después de un encendido discurso revolucionario en Tampa, cuentan que un emigrado recién llegado le dijo, pero señor, en la Isla no se respira la atmósfera que usted describe, a lo que el Apóstol respondió: es que yo no hablo de la atmósfera, yo hablo del subsuelo. Pero el Che resume en una frase otra indispensable cualidad del revolucionario, muy visible en Martí: "Déjeme decirle, aún a costa de parecer ridículo --afirmaba sin titubear--, que el verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor". Si no existen motivaciones éticas, no se es revolucionario. La definición más reciente y completa de Revolución que hace Fidel es esencialmente ética.

No se lucha por los pobres porque así lo dice una teoría o un libro; se lucha contra las injusticias, ocurran donde ocurran, porque es una necesidad ética. Las teorías explican las razones de las injusticias y las posibles soluciones, y pueden equivocarse y mejorarse, pero un revolucionario no se equivoca a la hora de tomar partido por los explotados. Roque Dalton se burla de los seudorevolucionarios de salón en unos versos certeros: "Los que / en el mejor de los casos / quieren hacer la revolución / para la Historia para la lógica / para la ciencia y la naturaleza / para los libros del próximo año o el futuro / para ganar la discusión e incluso / para salir por fin en los diarios y no simplemente / para eliminar el hambre / para eliminar la explotación de los explotados".  Esos fueron los que no soportaron el derrumbe de lo que se llamó "el campo socialista".

La derecha, en su momento de mayor auge, allá por los años noventa, trató de trazar los límites de una izquierda "civilizada", "democrática", "políticamente correcta" -imagínate a la derecha estableciendo un canon de comportamiento para la izquierda--, que se opusiera a la que identifica muy claramente como "izquierda revolucionaria". Todavía hoy intenta oponer ambos conceptos, con lo cual no hace sino ratificar la vigencia y la coherencia de ser revolucionario.

Usted ha planteado que deben organizarse estrategias culturales eficientes para reproducir los valores socialistas en la juventud cubana, ¿Cree que se ha sido certero en transmitirle a los jóvenes el éxtasis de la Historia que fue y sigue siendo el triunfo de la Revolución Cubana, cuando lo imposible se hizo posible, como le dijo Cintio Vitier en una entrevista?

No se trata de que comprendan el éxtasis de la Historia, sino de que lo vivan. Es decir, no se trata de cuan bien o mal lo expliquemos, sino de que la Revolución debe producir en ellos ese éxtasis en el presente. Fíjate, creo que los internacionalistas -hablo de los verdaderos, los que se entregan de cuerpo y alma a dar y recibir--, lo sienten. Y cada internacionalista que ha vivido la experiencia de rescatar para sí el instante de poesía en el que una acción particular alcanza trascendencia histórica, vuelve a nacer como revolucionario.

El capitalismo nos llena de objetos, de luces, de pirotecnia, y termina convirtiéndonos en objetos; una revolución -no quiero en este caso hablar de socialismo, algo aún por hacer--, debe transformarnos en sujetos. Las mujeres de origen humilde suelen ser las más entusiastas defensoras de una Revolución, porque pasan abruptamente de la condición de objetos del sistema y del hogar, a sujetos, a protagonistas de la Historia. El capitalismo mide la calidad de vida según la cantidad de dinero o de objetos que posea el individuo; la Revolución ofrece una nueva perspectiva: una vida es más plena si el individuo es protagonista de su vida, de los acontecimientos de su época. Pero te advierto: ser objeto (vivir como un idiota) es cómodo, ser sujeto requiere esfuerzo.

El capitalismo se reproduce sin explicaciones -prefiere a las masas en la ignorancia o en un analfabetismo funcional, las idiotiza y las hace dependientes del "saber" que proporciona--, el socialismo necesita explicarse hasta el cansancio, por eso empieza siempre alfabetizando y promoviendo el estudio en las capas más humildes. Tanto debe explicar, y tantos deben hacerlo, que la explicación acaba por convertirse en teque. Y los jóvenes, por lo general más instruidos que los padres, acaban por rechazar las explicaciones.

¿Cómo convertir la realización personal en necesidad colectiva? El sacrificio consciente no es una opción perdurable; pronto se convierte en un sacrificio a secas mediado por el teque, y pierde su valor como medio de realización personal. Porque hay que advertir que -a diferencia del que se hace por compulsión--, el sacrificio consciente no es exactamente sacrificio: la entrega hasta la inmolación de Martí y del Che constituye también -por la manera que ambos tenían de entender la vida--, una forma elevada de realización personal.

El único camino que existe para que los jóvenes entiendan la felicidad que experimentaron los jóvenes de ayer, es que la sientan hoy, y eso solo es posible si se asumen como protagonistas de la Revolución. Hace unos días le di botella a una muchacha recién graduada de física teórica que dejó su plaza en un importante centro de investigaciones para enseñar durante dos años en una escuela secundaria.

Yo creía que eso ya no existía, pero la relativa excepcionalidad del hecho, casi a contracorriente de ciertas tendencias actuales, la hacía feliz. ¿Cómo propiciar el interés individual sin que contradiga o dañe el colectivo? La reproducción de valores socialistas será en lo adelante una tarea más compleja, que exigirá la ruptura de moldes desde hace tiempo ineficaces. Esa es la ganancia. Antes movilizabas a treinta trabajadores calificados en otras ramas para la campaña contra el mosquito. Le pagabas un salario desproporcionado para que fumigaran, y sustituyeran a los fumigadores que cobraban por no hacerlo. En realidad, esos treinta sobraban, no eran indispensables o en el peor de los casos, se dejaban de hacer cosas importantes en su centro. ¿Hacías o deshacías conciencia? Ahora no tendrás la nómina inflada, no puedes sacar a treinta personas de sus puestos, ni pagarle un salario a los fumigadores para que hagan mal las cosas. ¿Cómo haces el trabajo político, cómo involucras a toda la sociedad en las labores más urgentes?

Si te olvidas de responder esas preguntas, el socialismo se va a bolina. Si las respondes, bien, regular o mal, siempre alertas para rectificar, podremos avanzar por caminos nuevos hacia una sociedad diferente, más humana. Porque fíjate, todos los caminos conocidos nos llevan a una realización de corte individualista, ¿cómo reproduces los valores del socialismo en un mundo culturalmente dominado por valores capitalistas?, ¿cómo estimulas el interés individual, el que la propia Revolución creó en los jóvenes, sin que se convierta en individualista?,  en un mundo en el que los medios audio-visuales (las películas, las telenovelas, los videos musicales) incentivan por lo general el consumismo, ¿cómo conduces la realización del individuo hacia metas profesionales o laborales, de creación, que exijan de él lo mejor, en su bien y en el de la sociedad?

Nuestros padres hicieron una Revolución para solucionar grandes problemas colectivos que impedían la realización individual de todos y cada uno de los cubanos: la Revolución que toca ahora es la de hacer que cada interés personal sea un interés colectivo (y no al revés) e impedir, legal y moralmente, que pueda convertirse en un interés individualista. Hay que intentarlo, aunque ninguna sociedad lo ha logrado aún.

¿No le agota siempre vivir a contracorriente de lo que dictan las modas, el mercado, las épocas, la lógica de los hombres?

Cuba sabe navegar a contracorriente. Cuando otras embarcaciones naufragaron, la nuestra prosiguió su viaje. A veces las contracorrientes marinas son las que en realidad establecen el movimiento de los océanos. Pero no es una elección premeditada, llegará el día en que la Humanidad tomará el camino de la Revolución y del socialismo. Entonces Cuba, y por supuesto yo, viviremos en la corriente. No trabajo ni me guío por modas o estrategias de mercado; no soy un anarquista siempre en contra.

Creo en lo que hago y no concibo mi vida sino como participación revolucionaria. Nunca es suficiente lo que has hecho, o vivido, o leído (que es otra forma de vivir) para ser revolucionario, puedes serlo hoy y mañana no. Puedes dejar de serlo sin darte cuenta. Por eso, como dice Frei Betto, un revolucionario tiene que nacer como tal muchas veces en su vida. Espero volver a nacer muchas veces más.