- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

Juegos Olímpicos: Entre guerras y crisis económica (VI-X edición)

Cuando en junio de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial muchos no calcularon las dimensiones militares, políticas, económicas y sociales de tan desagradable acontecimiento. En el caso del deporte, al margen del incipiente auge que había alcanzado en la primera década del siglo XX, el impacto mayor recayó en la cancelación de la sexta edición de los Juegos Olímpicos, prevista para Berlín, Alemania en 1916.

No obstante, y atendiendo que el período de cuatro años que transcurre entre dos Juegos Olímpicos consecutivos es lo que se denomina Olimpiada, se decidió correctamente seguir el consecutivo de estas citas, con la anotación precisa de que esa sexta versión no se pudo celebrar. De ahí que en 1920 la ciudad belga de Amberes organizara los VII Juegos. Su ceremonia de apertura rindió recuerdo a los caídos en la contienda bélica, en tanto no participaron Alemania, Bulgaria, Austria, Hungría y Turquía, pues eran naciones enemigas de Bélgica y habían invadido su territorio.

En esa propia inauguración se usó por vez primera la bandera olímpica con sus cinco anillos entrelazados, lo cual representa los cinco continentes (verde para Oceanía, amarillo para Asia, negro para África, rojo para América y azul para Europa). Había sido diseñada desde 1913 y aprobada en el Congreso Olímpico de 1914. Además, se leyó el Juramento Olímpico por el campeón de polo acuático, el local Victor Boin, tradición que sigue hasta la actualidad.

Otra gran noticia en Amberes resultó el debut del gran campeón finlandés Paavo Nurmi, uno de los héroes deportivos más recordados en estas citas, pues acumuló en su carrera olímpica 12 medallas, de ellas nueve de oro y tres de plata, con 29 récords del mundo a los libros en atletismo.

La octava fiesta olímpica encontró cobija de nuevo en París, tras 24 años de haber sido sede. El Barón de Coubertin impulsó esa candidatura y la vida le dio la razón pues la justa resultó un éxito total. Seis plusmarcas mundiales y quince olímpicas en atletismo, dos récords universales y diez olímpicos en natación, fueron algunos ejemplos.

Por primera vez se usó el eslogan Olímpico: Citius, Altius, Fortius (Más rápido, más alto, más fuerte) y Nurmi volvió a ser historia al triunfar en 1500 y 5000 metros con solo una hora de diferencia entre ambas.

En mayo de 1925, el Comité Olímpico Internacional eligió al belga conde Henri de Baillet-Latour como su nuevo titular. El éxito de París había impulsado el mundo olímpico hacia el futuro y así se ratificó en los novenos Juegos celebrados en 1928, en Ámsterdam, donde el Parlamento no aprobó esta fiesta.

Un empleado de la empresa eléctrica holandesa encendió por vez primera la llama olímpica en una torre llamada entonces Marathontower.

Tras haber sido candidata para tres ediciones anteriores, la capital holandesa organizó una lid en la que el entusiasmo popular salvó la difícil situación económica para sacar adelante el evento. Una recogida de fondos entre los ciudadanos fue clave para darle vida al certamen.

Las mujeres participaron por primera vez en pruebas de atletismo en campo y pista, con la estadounidense Elizabeth Robinson como la cam

Sin sacudirse todavía de la crisis económica mundial de 1929, Estados Unidos vivió en 1932 por segunda ocasión una lid cuatrienal, esta vez en la ciudad de Los Ángeles. En materia constructiva el Comité Organizador lució sus puntos más favorables, al edificar la más confortable Villa Olímpica hasta entonces, mientras que en materia deportiva la aparición del primer podio de premiación y el nacimiento del cronometraje electrónico hasta el registro de las centésimas de segundo se robaron la atención.

La atracción que por esa época constituía Hollywood y el cinematógrafo propició un inusitado interés turístico en los Juegos. La despedida en el majestuoso estadio Coliseum dejó otra muy buena impresión, en especial para los europeos, quienes en menos de un quinquenio tendrían de nuevo esta justa en su continente.

Para anotar: Curiosidades y anécdotas

VI Juegos: 1916

VII Juegos: 1920 Amberes

Ceremonia de los Juegos Oímpicos de 1920. Foto: Archivo.

VIII Juegos: París 1924

 Estas citas bajo los cinco aros atesoran valiosas historias. Foto: Archivo.

IX Juegos: Amsterdam 1928

X Juegos: Ángeles 1932

Cuba: Dos presencias sin ningún ruido

La historia de Cuba en estas lides, también tuvo sus peculiaridades. Foto: Biblioteca del Congreso de EE.UU.

Al Gobierno cubano de entonces le importaba bien poco la actividad física y deportiva en la sociedad. De ahí que tras la presencia en 1904 no regresamos a estas justas hasta 20 años después con un mínimo apoyo gubernamental, pues nuestra comitiva a la capital gala se circunscribió a dos disciplinas: esgrima y velas.

El múltiple campeón Ramón Fonst retornó también junto a otros cinco espadachines: Alfonso López, Eduardo Alonso, Ramiro Mañalich, Salvador Quesada y Osvaldo Miranda; mientras Enrique Conill, Antonio Saavedra y Francisco Cisneros intervinieron en la prueba de yatismo con una embarcación denominada Hatuey.

La presencia de Fonst podemos considerarla simbólica, ya que a la edad de 41 años muy poco podía hacer frente a reconocidos mosqueteros, incluso más jóvenes. El resto de los competidores tampoco pasaron de las eliminatorias y así el nombre de Cuba fue apenas uno más entre las 44 naciones representadas.

La cuarta presencia de Cuba en Juegos Olímpicos llegaría en tierra holandesa en 1928, aunque solo pudo hacerlo un solo atleta: José Barrientos. El velocista, campeón centroamericano y del Caribe dos años antes, quedó eliminado en los 100 metros planos al entrar en el tercer lugar de su heat, superado por los que ganaron después las medallas de oro y plata de los 100 metros. Su presencia quedó para la historia.