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Estación Central de Ferrocarriles: ¿Ya viene el tren?

Fachada de la Estación Central de Ferrocarriles. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Setenta y cinco años habían transcurrido desde que Cuba se proclamara como la sexta nación en el mundo en contar con el servicio de ferrocarriles.

Según cuentan los historiadores, poco después de las dos de la tarde, un sábado soleado de noviembre de 1912, partía hacia la actual sede de la Estación Central el tren que dejaría inaugurado ese servicio en la mayor isla del Caribe.

La nueva estación y los llamados elevados, una estructura de acero de casi un kilómetro de longitud y una altura que oscila entre los 3,2 y los 7,3 metros, constituirían en la nueva obra el exponente más importante de la arquitectura de hierro y el estilo renacentista español de la época.

La nueva Estación Central de Ferrocarriles de La Habana recibió el primer humo de las locomotoras de la época el 30 de noviembre de 1912. A la “espectacular y solemne ceremonia de apertura concurrieron las máximas autoridades del país para apreciar el primer día del funcionamiento del edificio que sustituiría a la cercana estación de Villanueva, la primera que tuvo La Habana.

La instalación estaba destinada para servir como centro de operaciones de la compañía Ferrocarriles Unidos de Cuba y de la Havana Central Railroad. Fue proyectada y ejecutada por arquitectos, ingenieros y contratistas norteamericanos, una práctica muy común de la época.

El edificio surgió en el área comprendida entre las calles Egido, Arsenal, Factoría y Avenida del Puerto, donde se ubicaban los terrenos del demolido Antiguo Real Arsenal de La Habana.

Cuentan historiadores y periodistas que en un desigual intercambio, debido a la gran diferencia de valor que tenían ambos terrenos, fueron permutados los de la Estación de Villanueva, lugar donde posteriormente se erigió el monumental Capitolio, por los del mencionado Arsenal, en los cuales Ferrocarriles Unidos proponía edificar una nueva y moderna estación, que incluía los pasos elevados que facilitaban la circulación vial en el área.

Como relata Ciro Bianchi Ross, en diciembre de 1910 el Estado cubano entregaba a la compañía extranjera Ferrocarriles Unidos, los terrenos del antiguo Arsenal de La Habana, valorados en más de cinco millones de pesos, y recibía a cambio los de la estación de Villanueva, valorados en dos millones. El dinero que se movería bajo cuerda empaparía al mayor general José Miguel Gómez, presidente de la nación, a quien el pueblo apodaba “Tiburón”, y salpicaría sus conmilitones en el Partido Liberal. Allí se emplazaría la nueva central de ferrocarriles.

La edificación, con una distintiva disposición arquitectónica al estilo del renacimiento español, está formada por un bloque de cuatro plantas y dos torres de 38 metros sobre el nivel de la calle, que resaltan a ambos lados. Esas columnas están construidas de acero y hormigón armado, y muestran sobrias y estilizadas líneas, amplios ventanales, balcones interiores bellamente engalanados y un hermoso reloj ubicado en su espacio central y que desde entonces guía a viajeros y transeúntes.

Según recoge el libro "Impresiones de la República de Cuba en el Siglo XX", la terminal a decir de José Gelabert, recuerda a la Giralda de Sevilla. Como aquella, todavía sirve para guiar a los caminantes por la ciudad. El tejado estaba cubierto de tejas rojas españolas y en el centro aparecía un gran reloj que se iluminaba por las noches.

El piso bajo contiene las salas de espera, decorado con columnas revestidas de mármol y dotado de restaurante y taquillas. Los tres pisos altos lo ocupaban oficinas de la empresa ferroviaria, con dos ascensores para darles servicio.

En la entrada principal había oficinas de correos y telégrafos. La plataforma consta de cuatro sotechados dobles sobre los andenes, que daban acceso a 8 vías para trenes de pasaje. Los andenes de carga se encontraban al este de la estación.

Restaurar lo viejo, proyectar al futuro

Desde 1983 la Estación Central de Ferrocarriles es considerada Monumento Nacional por sus grandes valores arquitectónicos e históricos. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

El corazón del sistema ferroviario cubano atraviesa desde el año 2016 la más importante intervención constructiva de que ha sido testigo. La centenaria edificación solamente ha vivido tal movimiento en dos ocasiones, pero nunca al grado que se hace hoy. Una fue en 1960, cuando se le agregaron elementos al edificio, y otra en los años 80, cuando se trabajó en la cubierta, la fachada y la carpintería.

Aunque para algunos el proceso no ha avanzado lo esperado, como reconoce Dalia Aguilar, una de las inversionistas a pie de obra, los procesos de restauración suelen ser complejos, costosos y largos.

“Desde 1983 es considerada como un Monumento Nacional, por sus grandes valores arquitectónicos e históricos, lo que conlleva que en el proceso de restauración se requiera de un alto componente de materiales importados y su rescate es voluntad del Gobierno Cubano, el Ministerio de Transporte y la Unión de Ferrocarriles de Cuba”.

Un criterio compartido también por Jorge Viltres Guerra, inversionista de la UEB Ferrocarriles Habana, quien comenta a Cubadebate que la rehabilitación realizada a la instalación ferrocarrilera constituye un proceso lento y difícil, “donde se hace referencia a la preservación de un pasado común y al mantenimiento de la memoria de un sector ferroviario, al tratarse de una edificación de 1912 con carácter de Monumento Nacional”.

El especialista agregó que el proceso inversionista hasta el año 2019 llevaba un ritmo de ejecución de acuerdo al cronograma elaborado. “En el año 2020 apareció la COVID-19, y la situación económica internacional y el recrudecimiento del bloqueo económico por parte de los EE.UU, ralentizaron la marcha de este proceso. No obstante, se ha venido trabajando en cinco objetos de obra: los andenes de pasajeros, anden de revisión, edificio principal (incluye las torres, restauración de la fachada, cubierta de techo de edificio principal), edificio de operaciones y un Plan General”.

Ya no hay inmensos pilotes de madera que se pierden hasta el cielo raso o estructuras metálicas que dibujan laberintos en el interior de la Estación.

Tampoco se encuentran desnudas las prolongadas estructuras de acero que recorren en paralelo la calle Arsenal, mientras que poco a poco los elementos artesanales que componen la fachada retoman su color.

Dalia Aguilar se siente orgullosa de ser parte de esta obra, y mientras se adentra en la imponente edificación, muestra lo que para ella han sido los más importantes retos de la restauración.

“En primer lugar, la fachada del edificio principal se encuentra compuesta por elementos elaborados artesanalmente en obra y con terminación vitrificada”.

Para la especialista, debido a que pocos edificios en el mundo conservan aún esta tecnología, el trabajo en esta área requirió de mucho cuidado y a su vez la selección de los materiales y las tecnologías modernas para dar la sensación de una fachada vitrificada y mantener la idea principal. “Se requiere para mantener su forma original de un proceso lento y cuidadoso trabajando las diferentes fachadas por secciones”.

Entre tanto, Viltres Guerra dice casi con asombro que en segundo lugar se encuentran las torres. Las mismas carecían de estructura portante y se encontraban en estado de demolición. “Entonces fue necesario elaborar una estructura de acero y colocarla sin dañar los elementos originales de las torres. Esto ha constituido un proceso largo y riesgoso. En él se llevaron a cabo todas las medidas necesarias para cumplir con este desafío y realizar un trabajo de altura con el mínimo de riesgos”.

Por último y no menos importante, señalan los inversionistas, se trabajó la cubierta del edificio principal.

“Debido a que no se logró encontrar las tejas originales de este edificio, fue necesario buscar una alternativa lograda a partir de la construcción de tejas nuevas reproduciendo el diseño que fue utilizado en 1912, para lo que fue necesario además realizar una impermeabilización tecnológica debajo de las tejas”.

Aires modernos

Interior de la Estación Central de Ferrocarriles, donde se realizan las mayores transformaciones. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Si bien por fuera la Estación Central de Ferrocarriles parece exhibir sus mejores galas, es a lo interno donde sufrirá, sin alterar sus valores arquitectónicos, las mayores trasformaciones.

Los dos niveles superiores serán para las oficinas de la Unión de Ferrocarriles de Cuba, en el segundo piso estarían ubicados servicios comerciales con diferentes tiendas, como es normal en todas las estaciones a nivel mundial. Mientras, el primer nivel se dedicará a la actividad de transportación.

Se prevé además que cuente con modernos sistemas de comunicación con Wi-Fi. Todos los sistemas de clima, electricidad e información serán modernizados para que el servicio sea el ideal. En el caso de los andenes se restauró todo el acero pero el sistema pluvial se hizo completamente nuevo.

Ahí viene el tren…

“Por cronograma la fecha prevista de terminación es diciembre 2022, siendo una variable negativa el acceso a los elementos y materiales de importación necesarios para mantener los valores patrimoniales”. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

La interrogante más recurrente para muchos es cuándo estará lista esta importante obra. Según adelantaron los especialistas a Cubadebatepor cronograma la fecha prevista de terminación es diciembre de 2022, siendo una variable negativa el acceso a los elementos y materiales de importación necesarios para mantener los valores patrimoniales”.

En este sentido puntualizaron que para reducir importaciones y modificar los proyectos en los elementos del Plan General que no tienen la condición patrimonial, se creó una Comisión de Trabajo con el objetivo de mantener las funciones de la Estación Central con un flujo de pasajeros del Programa de Desarrollo del Ferrocarril, teniendo en cuenta una frecuencia de 5 trenes diarios con una formación de 12 piezas.

La obra está asociada a la recuperación y modernización del sistema ferroviario nacional. Dentro de ese empeño se encuentra también la reparación de líneas, la ampliación de ramales y la adquisición de coches de pasajeros.

Tanto para especialistas, constructores, proyectistas, y para la población que espera por la reapertura de este lugar, la Estación Central de Ferrocarriles significa un sueño por cumplir. Tras más de cien años en los que ha sido testigo de buena parte de la historia nacional, esta edificación renacerá con esa mezcla de modernidad y tradición que siempre emociona.

Quizás entonces, cuando otra vez el sonido de las locomotoras inunde el corazón de La Habana Vieja y este edificio patrimonial regrese a la vida, su rehabilitación se convierta en otra buena noticia de un país que hace siglos fue de los primeros en recibir los trenes y la magia de moverse sobre caminos de hierro.  

Torre sur de la Estación Central de Ferrocarriles. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

La obra está asociada a la recuperación y modernización del sistema ferroviario nacional. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Torre norte de la Estación Central de Ferrocarriles. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

La obra está asociada a la recuperación y modernización del sistema ferroviario nacional. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

La fachada del edificio principal se encuentra compuesta por elementos elaborados artesanalmente en obra y con terminación vitrificada. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

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