- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

El show de la cultura en el turismo, y viceversa

Hotel Meliá Cayo Coco, el arte allí también es de cinco estrellas. Foto: Nohema Díaz Muñoz.

El 2019 fue el año de los espectáculos en los cayos del norte de Ciego de Ávila. Aunque dicho de manera festinada, como viene a continuación, nadie pondrá cara de fiesta.

Para marzo, en cinco hoteles del grupo Gaviota se les había cerrado el contrato a 48 unidades artísticas del catálogo de la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos (Musicávila). En medio de la temporada alta se quedaban sin presupuesto, les dijeron.

Y como ni los artistas trabajan solo “por amor al arte”, la lista del descontento llegó desafinada a Invasor. Unos aludiendo que los hoteles habían tocado fondo por pagar miles y miles de CUC a los reguetoneros; y otros diciendo que, como subió el precio del transporte, al grupo hotelero se le encarecía pagarle a Transmetro y ellos quedaban fuera o sin transporte, que para el caso…

El tono se hizo más agudo porque, aseguraban, pasaba solo con Gaviota (que representa a la mayoría de las instalaciones ubicadas allí), y no con los del resto de las cadenas hoteleras.

Un hecho lo demostraba: mientras Iyolexis Correa Lorenzo, delegada del Ministerio de Turismo (MINTUR) en Ciego de Ávila, accedía a entrevistas y abría las puertas de sus hoteles para apreciar espectáculos, Gaviota informaba en marzo que esperaba autorizos desde La Habana. Meses después señalaría que aún no los tenía y, en mayo, durante el Balance Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC),  ante el reclamo de los artistas, “se ofreció para dar respuesta detallada en otro momento”. Un cambio de mando nos dejaba a la espera y, finalmente, en noviembre, la nueva representante territorial de Gaviota alegaría que no daría información ni acceso a las fuentes.

Desde entonces la nota “discordante” se convirtió en una pieza mayor: la comercialización del arte. ¿Quiénes son contratados, a qué precios, para mostrar qué, cuál imagen de Cuba…? Todas las interrogantes abrían el signo de la política cultural que, al menos en papeles, trasciende la jerarquización del gusto de un Jefe de Animación, un Subdirector General, un Director de Espectáculos, una Comercial de Musicávila, un Consejo Técnico Asesor… Las incógnitas fueron bordeándose “a mano y sin permiso”.

Chacalización global

Ciego de Ávila, 13 de diciembre de 2019, Gaviota promocionaba sus espectáculos para fin de año. Foto: Invasor.

La Nochebuena “sorprendió” con un concierto de El Chacal en una de las playas de cayo Guillermo. Gaviota así lo promocionaba desde el portal del otrora Cabildo avileño, donde vendían la oferta por 40.00 CUC.

Tres meses antes, en septiembre, el hotel Sol Cayo Guillermo acogía también al cantante y el proyecto de Yankiel Delgado y Team Cuba se sumaban a la presentación.

Una llamada al representante de Yankiel confirmaría lo que antes Alexis Crespo Torna, subdirector general del hotel Pullman Cayo Coco había insinuado:

“Conmigo contactaron para presentarse en diciembre, no hablaron de precio porque el hotel no estaba interesado en ese producto, pero he oído que sí, que cobran mucho”.

En efecto, el representante de Yankiel hablaría de “entre 8 000.00 y 10 000.00 CUC, depende…” Luego Musicávila, que para esta ocasión hizo las contrataciones con la Agencia Cubana de Rap que promueve al artista, coincidiría en los números.

Sin embargo, el propio Alexis, quien antes fuera representante de la Cadena Gran Caribe, bajo la cual desfilaron por la cayería norte varios reguetoneros, reconoce que tales ofertas se promocionan con tiempo y dejan ganancias para el hotel, se venden habitaciones, se pagan cover… Parece ser una actividad rentable, y hasta cierto punto, aplaudida si tenemos en cuenta que ya en agosto unos 70 000 cubanos se habían alojado en Jardines del Rey, según informaba a Radio Taíno la Delegada del MINTUR en la provincia. La cifra representaba, incluso, un crecimiento.

No obstante —como el mercado foráneo sigue siendo allí, por amplio margen, el principal, y la cultura cubana, más allá del sol y la playa, uno de los valores que se “vende”— cabría cuestionarse si para promover los productos más autóctonos y tradicionales de nuestra identidad habría que captar primero, o en paralelo, el porcentaje de ganancias que deja un reguetonero de alta convocatoria.

¿O cómo se las agenciaban antes cuando El Chacal, Lenier, Diván, Jacob… no eran fruto del clamor popular? ¿O cuán deficiente puede ser su gestión primera, la venta de habitaciones por el destino Jardines del Rey, o cuán bajas las ganancias de la “locomotora nacional” para no poder permitirse un trío de música tradicional, cuya presentación por noche ronda los 60.00 CUC? ¿Cuál es la imagen que proyectamos al extranjero?

Pero, sobre todo, cabría un cuestionamiento que armoniza cualquier abordaje: ¿Cultura para el Turismo o Turismo en la vida cultural cubana? Esa fue precisamente la pregunta que abrió el debate en junio del pasado año, en la Comisión Cultura, Turismo y Mercado, durante el Congreso de la UNEAC.

Según la relatoría de Granma, allí no dijeron nada que no se hubiese esbozado antes; que el visitante debe insertarse en la vida cultural del país, que deben primar la autenticidad, los valores culturales de la nación…

La reciente apertura de la Casa de la Cubanía, en Morón, podría darle cuerpo y alma a esa idea esencial que no logra ser parte de la programación habitual avileña, pues la cultura se sigue mostrando, casi siempre, en los hoteles de la cayería ante la mirada suspicaz, incluso, de Musicávila, la empresa encargada de promover y comercializar el catálogo que integran alrededor de 200 unidades artísticas.

Cuando, hace apenas unas semanas, se inauguraba el hotel Gran Muthu Rainbow, en cayo Guillermo, Raúl Báez Bello, subdirector comercial de Musicávila, reiteró lo que ya ha dicho en otros escenarios y repitió ahora para Invasor: “somos casi facturadores, la actividad comercial es muy poca”. Lo sostenía, en parte, porque el Jefe de Animación del hotel tenía claro las agrupaciones que quería contratar y a él solo llegó el listado para realizar el trámite. Y porque otras muchas veces los artistas son quienes les informan a ellos que han sido contratados.

Erena Reyes Rojas, una de las seis especialistas comerciales que tiene Musicávila para la actividad turística, lo ha experimentado de manera ingenua. “Fui, propuse una guitarrista al Sol Guillermo y no la quisieron y luego me llamó un músico, guitarrista también, pidiendo formalizar el contrato, pues estaba contratado en ese mismo hotel.

¿Entonces?”, se pregunta, con menos puntos suspensivos de los que debiera.

La decana de las comerciales en Musicávila, Maritza Andrés Simón, quien ha estado durante más de 20 años lidiando con el Turismo y la Cultura, ya se ha adaptado tanto a “lo establecido” que solo Invasor le hace notar lo polémico de que la tarifa aprobada, por ejemplo, para un solista de alta convocatoria, pueda oscilar entre 60.00 y 100.00 CUC por presentación, mientras que la de quienes así no sean considerados, oscila entre 10.00 y 40.00 CUC.

Lo curioso es que alta convocatoria no es equivalente a excelencia, y es muy probable que un canadiense disfrute más el son tocado por el grupo Guamá que el pop de una artista de alta convocatoria. De alguna manera el arte comienza a devaluarse desde que el propio catálogo es mostrado con diferenciación.

Luego de esa contratación, correspondería evaluar con periodicidad el talento que ya ha sido admitido por el Consejo Técnico Asesor y el Consejo Artístico, pero Armando López Rondón, presidente de la Comisión Cultura-Turismo de la UNEAC en el territorio, refiere, sin medias tintas, que, por diversos problemas, en marzo hacía casi un año que no visitaban las instalaciones hoteleras.

Cualquier anomalía quedaría, entonces, a merced de quienes allí trabajan, sin que la Cultura ejerza su función rectora y uno de los señalamientos de antaño —“no se logra aún la calidad esperada en los espectáculos que se presentan”— no podría actualizarse o ejemplificarse con seriedad en estos momentos.

Para Delvis Sabino Soto, vicepresidente del Consejo Provincial de las Artes Escénicas, quien tiene los avales de ser director de espectáculos, bailarín y coreógrafo, el problema ha sido, incluso, estructural, pues asegura que los bailarines de Ciego de Ávila no llegan ni al 30 por ciento de los que hoy danzan en la cayería.

Vienen de otras provincias o también de aquí, y hay mucho empirismo porque la cantidad que formamos cada año es insuficiente, un cuerpo de baile, a veces, es una graduación. Y encima, de pronto, 16 bailarines o una compañía completa firman un contrato y se van a trabajar fuera del país”.

Insólito para él y para muchos que el ballet folclórico de Ciego de Ávila no baile al compás de lo que hoy se muestra al turista y que, en favor de una evaluación rigurosa por parte de instancias nacionales, se dejen fuera del catálogo expresiones de nuestra identidad, ya sean la XX Aniversario, de Majagua, La Cinta, de Baraguá, con la presencia del Caribe anglófono, o la impronta de los haitianos en el territorio… Al no ser profesionales, quedan excluidas de los contratos.

En correspondencia, lo que no forma parte del catálogo no cumple con los requisitos artísticos (ni con las regulaciones aprobadas por ambos ministerios) para ser presentado al turista. Y, aunque la inserción del Turismo en la vida cultural del territorio podría “atenuar” la disyuntiva, las rutas culturales fuera de la cayería son utopía en esta provincia donde las excepciones son contadísimas.

Virginio Menéndez Moro, quien fuera director provincial de Cultura hasta diciembre pasado, llegó a ser categórico al respecto,

“No debiera existir una Noche de la Cubanía en los espectáculos de los hoteles, debiera ser al revés, una noche para lo foráneo y el resto de la semana para lo nuestro, que es lo que tiene que primar”.

Estrellas en los hoteles

El Trío Avileño, interpretando clásicos de la música francesa. Foto: Invasor.

Contrario a lo que uno pudiera pensar, pero tal vez motivado por el crecimiento de la red hotelera del país, Dairel Rodríguez Regueira dice que la tendencia es acortar el tiempo de formación de los animadores. No lo dice por él, graduado de la “vieja escuela” y con cinco hoteles recorridos, lo dijeron en el IV Taller Nacional de Hotelería y Turismo que, hace unas semanas, sesionara en Varadero, asegura el jefe de Animación del Pullman Cayo Coco.

Él, como ningún otro de sus homólogos, tendría autoridad para hablar de la excelencia musical y de buen gusto, pues todos, dentro y fuera de la cayería, ubican al Pullman como la mejor plaza cultural. Algunos le dicen la Casa de la Cultura porque “por ahí desfila todo el mundo”. Dairel termina confesando que mantienen siete actividades diarias y a veces en paralelo. Esa noche, por ejemplo, la banda de rock LaMaR le arrancaba elogios al público que sucumbía ante su carismático guitarrista, mientras diversas ofertas se apreciaban en otros espacios del hotel.

Para respaldarlo, Alexis Crespo, subdirector general del Pullman, saca una cuenta. Toma la cantidad de clientes alojados y de los ingresos destina un CUC por cada uno para la Cultura. Es una proporción que marcha en paralelo al nivel ocupacional y que el día de nuestra visita representó 1 063 dólares.

Aun cuando las temporadas baja y alta marcan diferencias, Alexis está convencido de que no descuidaría la identidad. Tan importante son las dos cajas de limones de un martes para que el mojito sea auténtico y cubano como el Trío Avileño que amenizaba el restaurante francés a las 7:00 de la noche.

Obviamente, no ha sido ese el pensamiento en otros hoteles. Uno puede encontrarse un exquisito espectáculo danzario un 14 de Febrero en el Tryp Cayo Coco y un decadente espectáculo de participación en una noche del Grand Muthu, con exceso de música (y video) reguetonero en su bar deportivo; al parecer, uno de los 24 acuerdos de los Lineamientos Generales para las relaciones de Cultura-Turismo, que habla de que cada año el Instituto Cubano de la Música entregará al MINTUR una compilación del Cubadisco, no fue un hecho allí o no se “escuchó”.

Contra tal ejemplo, experimentado al azar, contrastaba la excelencia del Meliá Cayo Coco, donde Elín Daniel Entensa concertaba en su piano clásicos internacionales con lo mejor de la composición cubana, y minutos después el grupo Áncora presumía hasta de un fagot.

Eduardo Dorta, subdirector general del Meliá Cayo Coco, admite que tal espectáculo no era siquiera el previsto para una noche de sábado, pues, al fallar el transporte, parte del elenco artístico, con el Jefe de Animación incluido, no pudo llegar. Sin embargo —del mismo modo que cuando los ingleses tuvieron que cancelar sus reservaciones y el turismo canadiense ocupó el primer mercado de la instalación, hubo un reacomodo en la programación cultural—, las alternativas de aquella noche fueron enfocadas en el cliente, no en la facilidad del hotel.

“Lo que sí no podemos permitirnos en este pequeño hotel de 250 habitaciones son agrupaciones de alta convocatoria, por los elevados precios y porque tampoco se adecua a la imagen que comercializamos.”

Si bien los fallos del transporte a veces tienden a la normalidad y obligan a que hoteles como el Meliá Cayo Coco deban ingeniárselas ante el público que espera una función, más difícil de entender resulta que varias instalaciones conciban su espectáculo sin pagar el servicio de transportación. Musicávila alberga la lista de los hoteles de Gaviota que dijeron “vengan por sus medios, no pagamos transporte” y algunos artistas prefirieron viajar en las mismas guaguas, cuyas capacidades no podían pagarse de manera oficial. Extraoficialmente, comentan, muchos lo hacen de su bolsillo.

Cuando Invasor se adentró en el Departamento Comercial de Musicávila y sondeó las facturas de uno de los hoteles de Gaviota, Punta Rasa, observó que en el mes de enero, por ejemplo, empleó 9 713.00 CUC en pago al talento artístico y 3 365.00 en su transportación. Es de suponer que hayan querido “disminuir” sus gastos, solo que la manera en que esta y otras instalaciones han “sobrevivido” al incremento de dichas tarifas han sido cuestionadas y, al parecer, pronto tendrá solución, según informaron en la última reunión de la Comisión Cultura-Turismo, efectuada en diciembre.

“Yo les dije que no comentaran más las denuncias, que me dijeran el número del ómnibus que les cobra e hicieran de testigos…” comenta Raúl Báez Bello, subdirector comercial de Musicávila. Desde entonces nadie le ha planteado más ese problema, como tampoco muchos de los que acuerdan un precio “por fuera” con los jefes de Animación lo denuncia porque, en el fondo, les conviene “perder” algo y seguir contratado, seguir ganando. “Es lamentable, pero real”, dice, para referirse a una de las problemáticas que ponen en tela de juicio la permanencia de espectáculos, de acuerdo con su calidad o según “la ganancia que generan alrededor”.

No obstante, la Delegada del MINTUR en el territorio es tajante al afirmar que la visión de que un Jefe de Animación decide es errada, pues el animador es el especialista y el director del hotel es quien firma pagos, contratos y es el máximo responsable de lo que pasa allí. Del mismo modo, refiere, Musicávila sería la responsable de velar por la calidad del talento artístico, y sus comerciales, de conjunto con el hotel, de analizar las tarifas establecidas que son flexibles y pueden variarse hasta de un mes a otro.

Los artistas entrevistados, a pesar de tener serias acusaciones sobre la gestión comercial de Musicávila y, en particular, de los jefes de Animación en la red hotelera, pidieron anonimato. Aunque sus voces están grabadas y las experiencias personales influyeron mientras se “leían” las notas discordantes entre la Cultura y el Turismo, sus denuncias suenan, de modo paradójico, en tono grave. O sea, bajo.

Pero ya era sabido: tras bambalinas siempre hay un espectáculo que el público no ve y, en algunos casos, conviene no ver, para conservar la imagen casi siempre bella del arte. Esa certeza casi le cuesta la vida a Virginio Menéndez, mientras entablaba una fuerte discusión sobre la política cultural y, literalmente, infartaba.

(Tomado del Invasor)