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Con el diablo en el cuerpo (+ Video)

La Lupe, “la creadora del arte del frenesí”. Foto: Salsa Brava.

La Lupe es una de las figuras más controvertidas de la farándula cubana. Dice la musicógrafa colombiana Adriana Orejuela que ni siquiera su nombre se conoce con exactitud. Parece haberse llamado Lupe Yoli. O Lupe Yolí. O Guadalupe Victoria Yolí Raymond. Nació en Santiago de Cuba y el padre, un empleado de la casa ronera Bacardí, la obligó a hacerse maestra normalista. Pero esa no era la verdadera vocación de La Lupe. De niña, admiraba a cantantes como la francesa Édith Piaf, la española Lola Flores y las cubanas Olga Guillot y Celia Cruz. Como parte del trío Los Tropicuba se presentó en México con gran éxito, pero en 1960 a su regreso a La Habana, luego de actuar en el club Rocco, de 17 y O, en el Vedado, recién inaugurado entonces, fue expulsada de aquella agrupación. Molestaba, dijeron, por lo extraño de su carácter y le auguraron en su vida artística el mayor de los fracasos.

Otra sería la realidad. No fue difícil para la artista conseguir un contrato en La Red, un club de noventa capacidades situado en 19 y L, también en el Vedado y La Lupe allí fue el acabose por su comportamiento desenfadado e irreverente. Acometía Ódiame, de Rafael Otero, y Juguete, de Bobby Capó, y mientras cantaba se quitaba los zapatos, apaleaba al pianista, se pegaba a la pared como una hiedra, imprecaba, gemía y gritaba como una posesa. Claro que tuvo detractores que hablaron incluso de su estilo esquizofrénico, pero público y crítica no tardaron en reconocer que estaban en presencia de la estrella más personal y brillante que le había nacido a la noche habanera en mucho tiempo. Al igual que Freddy, una voz que pesaba trescientas libras, La Lupe no era precisamente una diva de cabaret. Era un acontecimiento artístico. En agosto de 1960 firmaba en exclusiva con la RCA Víctor, y no demoraba en salir al mercado su primer LD. Se titulaba Con el diablo en el cuerpo.

Sale de Cuba en 1961. En Nueva York, la “descubre” Mongo Santamaría. Surgen desavenencias entre ambos y graba cuatro discos con Tito Puente que la catapultan al estrellato. Más famosa que Celia Cruz en los años 60, el éxito de La Lupe se debió en parte, dicen los especialistas, a su canto aguerrido, su peculiar y única manera de afrontar el bolero y la cada vez mayor influencia de una música latina alejada de los formalismos de salón que imperaron, en los años 50, en la ciudad de los rascacielos. Ese canto arrabalero, más propio del barrio que de un salón de baile, halló en La Lupe su mejor exponente femenino.

Su estrella declina en los años 70 cuando sus producciones musicales pierden relevancia frente a la salsa. Su vida personal influirá en ese cuesta abajo. Sus padrinos en la santería se aprovechan de su influencia y dinero y se ve obligada a gastar un dineral en la atención psiquiátrica de su segundo esposo. Es, por otra parte, una manirrota compulsiva e incontrolable. Puede gastarse en un abrigo de piel los veinte mil dólares que gana por un concierto.

La Fania, que ha comprado el sello disquero Tico Record, quiere ensalzar a Celia Cruz y deja a La Lupe en un segundo plano. Una opinión que del marido de Celia da La Lupe en privado aparece aviesamente en un periódico y se recrudece el enfrentamiento entre ambas cantantes. El caso es que Celia pone a la Fania en tres y dos al decirle que escoja entre La Lupe y ella.

Quiere La Lupe acomodarse con otra disquera. Pero la Fania se empeña en un nuevo LD. Fue un desastre. Pobre, con su mansión hipotecada, se mudó a Puerto Rico. No demoraría en regresar a Nueva York. Se estableció en Harlem y, como las desgracias nunca vienen solas, la caída de un sillón cuando intentaba colocar una cortina le provocó una fractura de cadera.

Terminó cantando en una iglesia protestante. Compuso e interpretó canciones que, recopiladas en casetes, tal vez algún día se editen bajo el título de La Samaritana. Los que las escucharon afirman que esas canciones de corte religioso no están exentas de la gracia popular y hasta cabaretera que La Lupe imprimía a lo que hacía.

La Lupe, la mujer que dejó versiones memorables de números como Puro teatro y Qué te pedí, murió mientras dormía, de un paro cardiaco fulminante, el 29 de febrero de 1992, a los 53 años de edad. Una década después de su muerte, en el 2002, la ciudad de Nueva York bautizaba una antigua calle del Bronx con el nombre de esta mujer celebrada por Pedro Almodóvar y Guillermo Cabrera Infante.

Ernest Hemingway dijo de ella que fue “la creadora del arte del frenesí” y Jean Paul Sartre la definió como “un animal musical”, mientras que para Pablo Picasso, La Lupe fue, sencillamente, “un genio”.

El mundo del espectáculo conoció como La Lupe, fue descrita como la mezcla entre Edith Piaf, Eartha Kitt, Olga Guillot, Tina Turner y Nina Simone, pero para sus seguidores era "la reina del soul latino". Foto: El Mundo.

La Lupe. Foto: Salsa Brava.

La Lupe. Foto: Salsa Brava.

En video, “Puro teatro”