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La historieta cubana enfrenta grandes obstáculos

Rosa de La Habana. Captura de ©Mosquito.

"No son los autores los que deben esperar a las puertas de las editoriales, son estas las que deben abrirse más a ellos. Hace falta una producción constante, de alta calidad y una voluntad institucional de contribuir a la promoción y reconocimiento del cómic", afirma la guionista, ilustradora e historietista habanera Duchy Man Valderá.

Era imposible que jugara con muñecas después de que Jorge Oliver y Ernesto Padrón ilustraran un manual escrito por su papá. Ya que en su niñez abundaron los libros con dibujos y las historietas, difícilmente ella hubiese preferido otra cosa que no fuera hacer garabatos o coleccionar cómics. El magisterio del artista Alexis Lago más la tutela de los dibujantes Rafael Morante y Tulio Raggi encaminaron su vida: obtuvo el premio de Diseño del Libro Raúl Martínez, en la categoría de Ilustración; participó en el laureado álbum Crónicas urbanas y escribió el guion de Rosa de La Habana, primer cómic cubano publicado en lengua francesa. Desde Bélgica, donde vincula su labor con la coordinación de proyectos culturales, Duchy Man Valderá advierte sobre las dificultades de la historieta que se gesta en la Isla.

¿Por qué las editoriales cubanas no participan en festivales internacionales de cómics?

Conversé al respecto con un funcionario de la institución que organiza la Fête de la BD —Fiesta del Cómic, suerte de festival del género en Bruselas— y su respuesta fue que Cuba no representa una plaza fuerte de la historieta en el mundo. En otras palabras, no somos comercialmente interesantes y por mucho valor artístico que tengan nuestras propuestas, tampoco puede hablarse de una escuela sólida dentro del género. Las editoriales cubanas pudieran participar en festivales internacionales, pero hace falta una producción constante, diversa, de alta calidad y una voluntad institucional de contribuir a la promoción y reconocimiento del cómic.

Sin embargo, algunos historietistas cubanos han participado en ediciones hechas en el marco de proyectos de colaboración extranjera. Estas publicaciones han sido presentadas regularmente en pequeños festivales internacionales, pero no se trata ni de coediciones ni de colaboraciones con editoriales cubanas, sino con instituciones culturales de la Isla cuya función principal no es precisamente la edición y publicación de libros.

¿Qué festivales son?

 La historieta cubana vinculada a proyectos de colaboración goza de un poco más de visibilidad en los festivales de Argelia, Bruselas y Moscú, pero tiene el inconveniente de ser una producción limitada a un tema impuesto y a un contexto específico. En este caso es el patrimonio (cultural, artístico, etc.) de las ciudades implicadas en los proyectos de cooperación antes mencionados. Eso es enteramente válido, pero su limitación en los temas que trata no puede mostrar, aunque quisiera, la verdadera diversidad que pudiera tener el cómic cubano en cuanto a discursos estético-narrativos. En la mayoría de los casos, la atención que generan esas publicaciones y su presencia en festivales foráneos,  se concentra más en el proyecto de colaboración que las produjo y no en toda la producción que existe fuera del mismo.

¿Se ha destacado algún libro en dichos certámenes?

Cubierta de Crónicas urbanas.

 El álbum colectivo Crónicas urbanas (2010), editado por la Maison Autrique, obtuvo ese mismo año el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Historietas de Argel. Es un importante reconocimiento en un país que comparte con el nuestro el pasado de la colonización y la resistencia frente a las potencias hegemónicas mundiales y que se esfuerza en promover una historieta diferente, al margen de la despiadada comercialización que domina al género en buena parte del mundo. Pero el premio se quedó en el estrechísimo marco del gremio de los historietistas cubanos y de las instituciones que toman en serio al género.

¿Hay suficientes mujeres guionistas de cómics en nuestro país?

 Para escribir un guion hay que dominar las técnicas narrativas y, sobre todo, saber contar con imágenes secuenciales. Lo más importante en una historieta es la narración: la gráfica y la literaria. La pericia se adquiere con la práctica continua. En años recientes, durante los talleres del Laboratorio de la Vitrina de Valonia, en La Habana, algunas jóvenes decidieron incursionar en el guion. De los veinticinco autores que participaron en los álbumes colectivos Crónicas urbanas y Soñar La Habana (2014), ocho son mujeres y siete de ellas fungieron como guionistas, casi todas de sus propias historias. Pero estas prácticas pudieran no ser lo suficientemente constantes como para considerarlas guionistas. Por otra parte, el guionista es el protagonista invisible: por muy buena que sea una historia, el público recordará primero al dibujante.

 ¿Cómo se gestó la primera historieta cubana publicada en Francia?

Página de Rosa de La Habana, de Izquierdo y Valderá. Captura: ©Mosquito

Cuando le propuse a Alexander Izquierdo, el dibujante, escribirle un guion, él me pidió algo relacionado con la música. Así nació un drama musical que se desarrolla en La Habana, en 1958, y está inspirado en su totalidad en sucesos, lugares y personajes reales. La experiencia de Alexander como pintor y animador dotó la historia de un dinamismo y una belleza visual incomparables.

La primera versión de "Rosa de La Habana" vio la luz en el álbum colectivo Soñar La Habana, como resultado de los talleres de la Vitrina de Valonia. El libro se presentó  en el Festival Internacional de Historietas de Argel (2014), donde coincidimos con el director de Ediciones Mosquito, de Francia. Él se mostró muy interesado en "Rosa…" y nos propuso publicarla en un formato más extenso, sugerencia que acepté con gusto, pues se me habían quedado muchas cosas por decir. Así fue editada en Francia Rosa de La Habana (2016), la primera historieta enteramente cubana para el mercado francófono.

¿Se salva nuestra historieta?

La historieta cubana enfrenta tres grandes obstáculos: primero debe demostrar que existe; segundo, que tiene calidad y tercero, que puede ser rentable. Eso tiene que empezar desde la Isla, no se puede esperar el reconocimiento foráneo para comenzar una producción nacional estable. Pero hay limitaciones logísticas y las editoriales cubanas son bastante reticentes a la hora de publicar cómics. No son los autores los que deben esperar a las puertas de las editoriales, son estas las que deben abrirse más a ellos antes de que desaparezcan definitivamente en el anonimato o se diluyan en proyectos fuera de nuestras fronteras.

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