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Los peloteros Correa y Beltrán reavivan la discusión sobre Puerto Rico en EEUU

El puertorriqueño Correa y el venezolano Altuve celebran la increíble victoria de Astros sobre Dodgers. Foto: Marco Torres/ Houston Press.

Ninguno lo verbalizó. No hizo falta. Estaba claro que el pasado lunes 13 de marzo, los peloteros puertorriqueños Carlos Beltrán y Carlos Correa preferían estar en otro lugar que no fuese la Casa Blanca en Washington.

Ese día, los campeones de las Grandes Ligas, Astros de Houston, viajaron a la residencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para recibir un homenaje. La visita incluyó todos los tópicos de este tipo de evento: la entrega de un jersey de los Astros con el nombre de Trump inscrito en la parte trasera, fotos de grupo y un breve discurso del presidente para reconocer al equipo, y en el que no faltó un chiste sobre la estatura del venezolano, José Altuve.

Lo que sí faltó fue la presencia de Beltrán y Correa, dos jugadores importantes en la histórica campaña 2017 de los Astros, que nunca habían ganado un título de Serie Mundial. El veterano Beltrán, ahora en el retiro, había adelantado que no acudiría al encuentro de la novena con Trump, pues prefería permanecer con su actual equipo: su familia. El joven Correa, en tanto, fue excusado del viaje por “obligaciones familiares”.

Un día después, Correa explicó que no acompañó a su equipo a la Casa Blanca para permanecer junto a su familia y su prometida en Florida preparando un nuevo envío de suministros a Puerto Rico para los damnificados del huracán María. Esta ayuda se suma a otros cargamentos que ya ha entregado personalmente o que ha enviado en el pasado.

Beltrán, igualmente, no ha parado de enviar ayuda y de conocer de primera mano las necesidades del pueblo.

Correa y Beltrán explicaron que su ausencia de la Casa Blanca no era un mensaje político contra Trump, aunque ambos expresaron su descontento con la lenta respuesta de su administración para ayudar a Puerto Rico tras el paso del huracán.

Tenían razón; la suya no era una declaración política, era una declaración de principios. Es evidente que las “obligaciones familiares” de Correa y Beltrán, naturales de Santa Isabel y Manatí, respectivamente, no se limitan a quienes llevan su sangre, sino a quienes nacieron bajo su bandera. Para ambos, cumplir con sus familias es también ayudar a la familia extendida que formamos los puertorriqueños.

En un país en el que las casas con toldos azules en los techos todavía dominan el paisaje y en el que los ciudadanos sin electricidad se cuentan por miles, está claro que queda mucho por hacer para recuperarnos. Beltrán y Correa lo tienen clarísimo. Tan así que saben que no hay visita a la Casa Blanca que valga o sustituya lo que vale y significa la dignidad de un pueblo que sigue luchando para salir adelante.

(Tomado de El Nuevo Día)