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Vocacionales: La Lenin, ¿tiempo de definiciones? (+ Fotos y Video)

Cubadebate prosigue su recorrido por las Vocacionales más antiguas del país, y llega a la Lenin, tras su paso por Pinar del Río, Matanzas, Villa Clara y Camagüey.

Cuarenta y cuatro años después, la Lenin aun es la casa de muchos, el nexo invisible entre miles de graduados y un sello indiscutible de identidad. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Una escuela es más que las columnas que la sostienen, más que un punto en las coordenadas de algún mapa. Sus muros son testigos y pilares del acervo cultural que ella transmite de generación en generación. Es escudo y fragua, e intenta ser reflejo del país que representa.

En el km 3½ de la carretera del Globo, en Las Guásimas, se levanta un monumento ejemplar de la educación cubana, un sueño edificado por Fidel: el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Vladimir Ilich Lenin.

Sembrar escuelas

Fidel inaugura la Lenin en 1974 junto al entonces mandatario de la URSS, Leonid Brezhnev.

“Esta escuela que inauguramos hoy, es del tipo que llamamos vocacional. En ella ingresan los alumnos mediante selección rigurosa, basada en las altas calificaciones que obtengan en la enseñanza primaria y en su expediente escolar.” Fidel, 31 de enero de 1974

Corría el año 1971 cuando en el sur de La Habana una nueva escuela tomaba forma desde sus cimientos. La estructura de prefabricado Girón, modelada por el arquitecto Andrés Garrudo, transformaría el ambiente campestre cercano a las Tetas de Managua en un centro educacional único de su tipo en Cuba hasta la época.

En el primer año estuvieron listos los talleres de mantenimiento automotor, los almacenes generales, el primer edificio docente, los dormitorios y la cocina comedor de secundaria (actuales Unidades 1 y 2).

Los primeros mil alumnos de preuniversitario, llegados de la Escuela Vocacional de Monitores de Vento, se incorporaron en septiembre de 1972. Un año más tarde comenzó el curso escolar con la obra constructivamente terminada y una matrícula general de más de tres mil 200 estudiantes, tras la incorporación de los alumnos de la escuela Raúl Cepero Bonilla.

El IPVCE capitalino surgía entonces con seis unidades, gracias al esfuerzo de constructores, trabajadores y sus propios alumnos. Sin embargo, no fue hasta la tarde del 31 de enero de 1974 que quedaría oficialmente inaugurado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Inauguración del IPVCE Vladimir Ilich Lenin.

Aquel momento quedó recogido a través de fotografías. Durante su visita a Cuba, Leonid I. Brezhnev, primer secretario del PCUS de la extinta URSS recorrió, junto al Comandante en Jefe Fidel Castro, las instalaciones y tras un vistoso acto cultural nació el primero de este tipo de centro, modelo de escuela y enseñanza en el país.

“A decir verdad, en ningún país de América, incluyendo Estados Unidos, hay una escuela de nivel medio como esta.”

(Fidel Castro Ruz, 31 de enero de 1974)

Corazón Azul

Gabriela Fernández viste el uniforme azul a dos tonos de lunes a viernes. Para ella “la Lenin es mucho más que una casa, una escuela o un centro estudiantil”. Habla del IPVCE y las “familias de egresados”, como esa hermandad que se crea con el paso del tiempo. “Cuando entré –afirma– sabía que no iba a ser lo mismo que mi papá me contaba, pero igual seguía siendo la Lenin.”

Ese sentimiento no le es ajeno a Alejandra Izquierdo. Sentada sobre el césped del anfiteatro natural, rememora las razones por las que un día decidió entrar a la Gran Casa Azul, como cariñosamente se le conoce al IPVCE. La atrapó la idea de todo lo que la escuela enseña y cuánto te cambia como persona, “porque aquí se lleva al mismo nivel tanto lo académico como el crecimiento de uno como ser humano.”

A Daniel Rodríguez, el primero de su familia en ingresar a esta vocacional, fue una vecina que le habló de su experiencia. Daniel la veía llegar feliz cada día de pase. Incluso después de graduarse, ella y su grupo se reúnen y hacen fiestas. “Yo quería eso para mí, –confiesa– amigos que me duraran toda la vida.”

La adolescencia de Tony García Álvarez, hoy estudiante de ingeniería informática de la CUJAE, también tuvo su marca azul. “Era la primera vez que me desprendía de mi familia y de alguna manera tenía que valerme solo de mí. Esto me hizo crecer, y sobre todo independizarme. Me ayudó a salir de mi zona de confort, pero eso era precisamente lo que buscaba.”

Cuarenta y cuatro años después, la Lenin aun es la casa de muchos, el nexo invisible entre miles de graduados y un sello indiscutible de identidad. Si bien ha sufrido cambios con el tiempo, para un joven como David González Hernández, estudiante de noveno grado de la secundaria Manuel Piñeiro de La Lisa y ganador del concurso provincial de Geografía, representa “la mejor escuela en la que (puede) cursar la enseñanza preuniversitaria.”

El tiempo pasa…

La Lenin tiene hoy mil 110 estudiantes divididos en dos unidades. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Para quienes recorrieron sus pasillos alguna vez, la escuela lucirá algo diferente. Solo dos unidades de estudio y poco más de veinte albergues brindan servicios en la actualidad.

La Lenin tiene hoy mil 110 estudiantes divididos en dos unidades. La número 1, con alumnos de décimo y onceno grado, y la unidad número 2, que acoge a estudiantes de onceno y doce grado”, explicó a Cubadebate Mercedes Ávila Alfonso, directora General del IPVCE Vladimir Ilich Lenin.

Según declaró la profesora, ambos bloques de estudio y los dormitorios en funcionamiento satisfacen la demanda que hoy posee la escuela. Igualmente resaltó que se cuenta con el claustro suficiente para garantizar el proceso docente-educativo.

“Tenemos tres laboratorios de física, tres de química y tres de biología que aseguran la calidad de la formación de los estudiantes. Las dos unidades docentes y sus albergues se encuentran en proceso de reparación. La unidad número 1 emplea nueve albergues y la número dos, 12 dormitorios.

“Poseemos un solo comedor general divido en cuatro segmentos donde se ofrece desayuno, almuerzo y comida, además del comedor modelo para aquellos estudiantes destacados en la emulación de la FEEM”, acotó Ávila Alfonso.

Sin embargo, en los últimos años la “parte habitada” de la escuela no escapó de los efectos del paso del tiempo y algunos padres y alumnos mostraban inconformidades con las condiciones de vida del lugar.

“Una de las acciones constructivas que se ejecutaron en la reparación fue el montaje de una bomba para que llegue con mayor sistematicidad el agua a los albergues y las aulas. También se han suprimido los salideros. En estos momentos se pone el agua tres veces al día para que el estudiante la disfrute en los momentos claves de su jornada”, aseguró la directora general de la escuela.

Contrario a lo que algunos decían, la Lenin continúa siendo un centro de subordinación provincial. No obstante, el presupuesto erogado a la escuela en los últimos años ha disminuido en correspondencia a la matrícula y a la cantidad de profesores.

Escuela grande, ¿matrícula “chiquita”?

La matrícula ha decaído en los últimos cursos. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Uno de los grandes retos que enfrentan los IPVCE en Cuba es la escasa demanda de ingreso desde la enseñanza precedente. Desde la reaparición de los “preuniversitarios en la calle”, menos estudiantes se ven tentados por la vida internada. La mayoría de los directivos y profesores encuestados señalan esta como la causa fundamental de la abrupta caída en la demanda.

“Al conversar con estudiantes de secundaria básica, sobre todo con aquellos de noveno grado, nos dicen que sí quisieran estudiar acá; sin embargo, al ser un centro interno, los padres no les dan esa posibilidad. Si a esto le sumamos que en La Habana existen 35 pre urbanos que quedan mucho más cerca, el estudiante suele escoger esa opción”, advirtió la directora del IPVCE.

David González Hernández, estudiante de noveno grado y futuro alumno del centro, confirma que este hecho “no es solo con la Lenin; en sentido general se ha perdido el interés por la enseñanza preuniversitaria porque los muchachos creen que “las carreras profesionales” no son fructíferas. La gente se enfoca en el corto plazo”, apuntó el joven.

Antonio García Brigos, egresado de la graduación número 4 de la Lenin, también conversó con Cubadebate sobre el tema. Para él, los preuniversitarios urbanos no son la causa fundamental del declive en la matrícula pues “cuando se crea la Lenin existían los pre de la Calle y así se mantuvieron aproximadamente hasta 1982”.

Gabriela, sin embargo, no renuncia a ver nuevamente su escuela llena de uniformes azules.

“Una de las actividades que hicimos por el 44 aniversario fue ir a las secundarias a captar muchachos. Es mentira que hay alumnos que no quieren esta opción, es mentira que no tenemos los suficientes alumnos para entrar. Sin embargo, la influencia de los padres es uno de los principales problemas: que dicen que no hay agua, que la comida está malísima, que vas a estar becado”, explica la estudiante de onceno grado.

Por su parte, para Juan Carlos Albizu-Campo Piñera, padre de una de las estudiantes del IPVCE, la pérdida de la matrícula tiene otras muchas aristas.

Durante algún tiempo se dijo que la Lenin era solo para estudiar ciencias, pero eso es un concepto muy reduccionista de las ciencias que solo se aplicaba a la matemática, la física y la química. Esa idea afectó mucho la captación de estudiantes”, afirmó.

“No todos los que se gradúan de la Lenin quieren seguir en ese tipo de carreras naturales o exactas, pues hoy las ciencias son muchas, desde las ciencias jurídicas, psicológicas o filosóficas y que tienen que ver con la propia organización del sistema de grados científicos en Cuba”, explica Juan Carlos.

Futuros profesionales

La orientación vocacional es una tarea permanente en el centro. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Aunque su directora afirma que el centro “tiene la misión de fortalecer el estudio hacia las carreras de ciencias exactas, pero también (formar) hombres de una elevada preparación política”, ahora enfrenta desafíos vinculados a la formación vocacional.

“En la actualidad –explica la directora del IPVCE– mantenemos relación con todos los centros del polo científico donde los estudiantes participan desde décimo grado. Igualmente se realizan intercambios con los trabajadores, en su mayoría los propios egresados de esta escuela”.

Además, el centro mantiene el convenio con la Universidad de La Habana, donde “realizan mensualmente encuentros sobre Matemática y Física, para que el estudiante se motive por estas carreras de acuerdo a la necesidad que tiene el país de crecer en este campo”, afirma Ávila.

Durante la última semana de enero, los estudiantes realizaron algunas actividades extraescolares como parte del aniversario 44 de la escuela. Anabel Antúñez, estudiante de onceno grado, cuenta que los llevaron a centros de investigación, hospitales y lugares culturales.

El ingreso a la Lenin supone, desde lo académico, un reto permanente. Ávila Alfonso explica que para entrar a este preuniversitario el estudiante debe hacer las pruebas de ingreso de matemática e historia y escoger entre química, física o biología. “Al cambiar el sistema de ingreso a los IPVCE el alumno se siente más seguro, porque escoge la asignatura de ciencia en que esté mejor preparado”, asegura.

Otro elemento que atenta contra la percepción popular de la escuela es que “ya no es tan Vocacional la cosa”, como argumenta Albizu-Campos, “y allí hay otra tergiversación de la realidad”, como él mismo sostiene.

“En primer lugar, para estar allí hay que tener vocación por las condiciones de vida que tienen los IPVCE y sobre todo la Lenin. Eso hay que hacerlo por amor a la carrera, por amor a las ciencias, por amor a la formación que allí se les da. Nadie puede creer que en la Lenin estarían más cómodos que en sus casas. Están ahí porque saben lo que representa esa formación.

El movimiento de los IPVCE fue la respuesta al emplazamiento que nos hizo Fidel que el futuro de este país tenía que ser necesariamente de hombres de ciencia, y si no fuera por los IPVCE, esa consigna hubiese quedado vacía. Eso solo pasó porque no surgieron con ese criterio que nos domina hoy de eficiencia económica, sino que el criterio sobre el cual se crearon estas escuelas fue el de eficiencia social.

“Esto no tiene nada que ver con ser elitistas o ser mejores que el resto de los estudiantes. Ellos son como otros cualquiera: escuchan la misma música o bailan cualquier ritmo.”

Juan Carlos considera que “sería una inversión social aceptar a todos los estudiantes que estén dispuestos y aptos a pasar por ella, independiente del campo al que se dediquen con posterioridad. Tan es así, que hoy no se podría hablar de una institución en Cuba que no cuente con egresados de los IPVCE”.

La directora lleva apenas dos años frente a la escuela, pero reconoce que la Lenin es una de las canteras de graduados de las universidades, con una formación académica muy sólida. También defiende que “lo fundamental es formar hombres y mujeres útiles a la sociedad, que puedan ser desde escritores hasta ingenieros”.

¿Calidad en la enseñanza?

La matrícula de los IPVCE se ha deprimido, pero eso no significa que el rigor y la calidad de los alumnos que entran a nuestra institución decrece. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

El centro cuenta con 209 trabajadores entre docentes y no docentes. De ellos 70 son profesores: ocho maestros reincorporados, 23 docentes recién graduados.

Si algo destaca ante los ojos de muchos es el gran sentido de pertenencia y la vocación que desarrollan los estudiantes. “Allí hay profesores que fueron estudiantes de este centro y que regresaron por amor y por vocación, u otros fundadores que pueden estar en su casa descansando, pero que prefieren estar allí porque ese es su espacio vital”, afirma Albizu-Campos.

María Luisa (La proto) Moracén Arango es uno de esos ejemplos. Llegó a la escuela el primero de noviembre de 1984.

“Le he dado clases a muchas generaciones y cada una tiene su historia. Fíjate si la Lenin es importante para mí que yo me retiré en el año 2007 y no pude estar ni un mes lejos de las aulas. Es mi escuela, es mi casa, mi vida. Hace poco estuve enferma y la doctora me decía que estaba ‘loca’ por volver a trabajar.”

“La preparación de los estudiantes y del resto de los profesores le impone a uno la superación constante. Cuando uno se para frente a un estudiante tiene que saber de todo un poco, porque no sabe qué duda pueda asaltar a ese educando en el medio de un turno de clases”, dice la profe María Luisa.

Antes de volver al aula, después de la entrevista, “La proto” recuerda con orgullo que acaban de ganar la copa inter-IPVCE por segundo año consecutivo.

La historia de Rafael León Pérez, profesor de química, comienza también en el año 1984:

“Empecé en la escuela cuando era muy joven, era la graduación número diez. En aquel momento todavía era escuela vocacional. Era secundaria y preuniversitario, y se hacía pruebas de aptitud para poder ingresar.

“Como la mayoría de los alumnos, siento un gran sentido de pertenencia por la escuela. Es algo que jamás se olvida. Aquí hemos pasado por situaciones muy difíciles, por el Período Especial, pero a pesar de eso me mantuve aquí. En esta escuela me hice maestro. Yo llegue a la escuela graduado de pedagogía, pero reitero, aquí supe qué era aquello.

“La matrícula de los IPVCE se ha deprimido, pero eso no significa que el rigor y la calidad de los alumnos que entran a nuestra institución decrece. Continúa la misma calidad de los estudiantes y el mismo rigor en las evaluaciones”.

Estudiantes de este centro terminaron recientemente en el octavo lugar de la región caribeña de la final de la ACM-ICPC, entre decenas de equipos de nivel universitario.

Limitaciones que pasan factura

Mercedes Ávila Alfonso, directora general del IPVCE Vladmir Ilich Lenin. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

“El Centro Nacional de entrenamiento se traslada para la Escuela Eduardo García Delgado. Esa institución tiene mayor capacidad para recibir a los jóvenes de todo el país. Aquí (en la Lenin) se mantiene el centro provincial. Allá hay mayor espacio”, aseveró Mercedes Ávila Alfonso, directora general del IPVCE Vladmir Ilich Lenin.

Juan Carlos Albizu-Campo Piñera lamenta esta situación. Su hija, Sofía Albizu-Campo, fue ganadora de oro perfecto en las Olimpiadas Centroamericanas de Matemática el pasado año. Para ella, como para el resto de los concursantes, esta decisión implica salir temporalmente del IPVCE para recibir entrenamiento de cara a eventos internacionales.

“Recuerdo la historia de un muchacho de la preselección que decía que su mayor satisfacción era haber entrado a la Lenin por lo que ella significaba, porque la Lenin es un momento raigal de la educación de un país. ¿Dónde mejor que allí para tener ese centro?”, afirma Piñera.

“Es cierto que la Eduardo García Delgado es una escuela con mejores condiciones, con un claustro de profesores muy preparado. Pero dónde mejor estaría sería en la Lenin o en cualquier otro IPVCE”, acuñó.

De cara al futuro: Un mismo nombre, dos escuelas

A pocos años de una reparación capital, una parte de la Lenin muestra este panorama. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

La disminución de la matrícula en los últimos años ha traído aparejado el desaprovechamiento y descuido de las instalaciones académicas. Lo que en el 2009 terminó siendo una escuela totalmente remozada gracias a una reparación capital por la Operación Milagro, deja mucho que desear a poco menos de diez años.

De las seis unidades con que cuenta la Lenin, solo dos funcionan. El resto del espacio se encuentra en avanzado estado de deterioro. La otrora unidad número uno, el anfiteatro de esa ala, el complejo comedor y el hospital son las áreas más afectadas.

La solución, antes de dejar destruir completamente esa parte inalienable de la escuela, apunta entonces a destinarla a otro uso. ¿Pero a cuál?

“A mí no me preocupó tanto la reducción, sino el rumor de que la escuela iba a desaparecer. Yo creo que esta transformación había que hacerla, porque duele más ver como estaba –yo que comencé en la unidad número uno– y ver cómo se iba deteriorando. La única escuela que seguía “pura” éramos nosotros, el resto de los centros se han mezclado”, dijo con añoranza María Luisa Moracén Arango, profesora de Geografía.

¿Qué pasará entonces con el IPVCE? La directora confirmó a Cubadebate que se decidió entregar el resto de las unidades a otro organismo, para la preparación de jóvenes de la aduana.

“El futuro de la escuela no se pone en riesgo porque en el segmento que tenemos hay capacidad para recibir a los estudiantes que hoy optan por la Lenin y hay espacio para un incremento futuro. A diferencia de otras provincias, la Lenin queda más alejada de la ciudad y quizás por ese motivo no se evaluó crear una ciudad escolar”, dijo.

¿Mi Lenin sigue aquí?

Si en la manga se lleva orgulloso un monograma, a la escuela se le guarda siempre en el lado izquierdo. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Para el profe Rafael León, “no sería una idea descabellada que la parte “abandonada” de la escuela la retomara la secundaria básica; no sería una idea descabellada que esa parte de la escuela lo asuma otro centro de educación. En el caso de otros IPVCE hay otras enseñanzas, aunque es cierto que la distancia de la ciudad influye en esa situación”.

Sofía Albizu-Campos explica desde su visión de concursante que “las secundarias básicas del país necesitan un centro como este. En general, en el mundo es así. La preparación para concursos, olimpiadas, es desde secundaria. Para mí eso también era un sueño, que volviera a ser secundaria. Y en el “pedacito” que tenemos ahora no va a poder ser”.

Al conversar también con egresados del centro es curioso escuchar disímiles ideas sobre cómo preservar la Lenin tal cual abrió sus puertas aquel enero de 1974.

Tony García Álvarez sostiene que “las edificaciones que no se están poblando de estudiantes, se les podrían dar a las instituciones que recibirían el producto final de este centro para que instalen ahí sus círculos de interés, sus laboratorios, sus centros de formación. Esto resolvería en buena parte los problemas de mantenimiento de estas zonas, porque lo que se vive se arregla, por decirlo de alguna manera”.

“Estas instituciones serían, en primer lugar, las universidades a la que van a parar los egresados de la Lenin en su cien por ciento o en un número bastante cercano”, sugiere.

Con la nueva modificación estructural, la Lenin cedería además el anfiteatro natural, el Bosque de la Amistad, la piscina olímpica y el tabloncillo. Todas las edificaciones del bloque central hacia el hospital quedarían en el nuevo centro que seguirá llamándose Vladimir Ilich Lenin, pero no será más IPVCE.

Según se informó a Cubadebate, el hospital prestará servicios a ambos centros. De ser así, necesitará acciones de mantenimiento por parte de Salud Pública debido a las condiciones actuales de deterioro que solo le permiten prestar hoy el servicio de cuerpo de guardia.

Cuidar la Casa

El patrimonio histórico, según la RAE, “es el conjunto de bienes de una nación acumulado a lo largo de los siglos, que, por su significado artístico, arqueológico, etc., son objeto de protección especial por la legislación.” La Lenin, con sus cuarenta y cuatro años, podría parecer distante de ese concepto, pero aspira, al igual que la Revolución que la forjó, a ser guía y referente de historia y futuro.

“El mejor homenaje a los símbolos es la preservación de su obra, y para restaurar esa obra hay que ponerla en el nivel que debe estar y de lo que la sociedad demanda de ellos”, afirma Juan Carlos Albizu Campos.

Si en la manga se lleva orgulloso un monograma, a la escuela se le guarda siempre en el lado izquierdo. Como Gabriela, muchos aspiran a cuidar la Casa, a preservar el sueño de sus fundadores. Que “los esfuerzos –como ella misma dice– sean solo para rescatarla, para volverla grande, como siempre ha sido.”

En video, Cubadebate visita la Lenin