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Vocacionales: Carlos Marx, la química del amor a 40 años

La Vocacional de Matanzas es uno de los centros de este tipo asociados a la UNESCO en el país. Foto Andy Jorge Blanco

Varios IPVCE del país ya han sentido el dulce sabor, por estos días, de llegar al 40 aniversario de su fundación. El Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Carlos Marx, en la provincia de Matanzas, fue de los primeros en unirse a la celebración al llegar a los 40 años de existencia el pasado 17 de octubre.

Algunos se cuestionan si este tipo de escuelas vocacionales mantiene aún como objetivo la formación de hombres de ciencia como quería el Comandante en Jefe. Cierto es que de los IPVCE egresan estudiantes hacia las conocidas carreras de letras porque “humanísticas” son todas.

Terminan la graduación y saben que estudiarán Lenguas Extranjeras, Comunicación Social, Derecho, Periodismo. Pero es mayor el porcentaje hacia carreras de ciencias porque desde décimo grado se trata de vincular a los alumnos a la Química, la Biología, Matemáticas y Física, las cuales siguen siendo, por cierto, las que requieren más de 85 puntos por el estudiante para permanecer en la escuela.

Hay otra gran verdad y es que el surgimiento de los preuniversitarios urbanos ha traído como consecuencia la disminución de las matrículas de ingreso a los IPVCE, quizás, por la comodidad indiscutible de estar todos los días en la casa.

Es por ello que la enorme infraestructura de las vocacionales ha tenido que cederse –para dolor de muchos profesores y estudiantes que vieron a sus IPVCE abarrotados de muchachos con ganas de crecer– a otras enseñanzas e, incluso, al propio nivel medio superior. Este es el caso de varios IPVCE del país, entre ellos, el Carlos Marx, de Matanzas.

Pero, a pesar de ver cómo el término IPVCE, en cuanto a infraestructura se achica; no obstante de tener piscinas en las que solo se juega futbol y es imposible dar clases de natación, a pesar de contar con un tabloncillo sin deporte en su interior o un teatro sin ninguna pisca de cultura, las escuelas vocacionales siguen manteniendo su esencia. ¿Cuál es?: el calor humano y la excelente preparación de los estudiantes que son –eso todos lo sabemos– el futuro del país.

IPVCE Carlos Marx por los ojos de Luisa

El IPVCE Carlos Marx trabaja cada curso en la formación vocacional de sus estudiantes. Foto Andy Jorge Blanco

La profesora Luisa María González-Molleda también estuvo de cumpleaños el pasado 17 de octubre, y es que ella vio dar los primeros pasos a una escuela que, desde su fundación en 1977, se convirtió en su casa grande.

Mientras caminamos por los mismos pasillos que ella sabe de memoria, la maestra de Química me dice: “Yo empecé aquí con 20 añitos y ya tengo 60”. La profe Luisa, como la conocen sus estudiantes, es egresada del primer contingente del Destacamento Pedagógico “Manuel Ascunce Domenech” y le ha dedicado toda la vida a la Vocacional. Su química, más que orgánica o inorgánica, es la del amor infinito por el IPVCE Carlos Marx.

Dora Román Mayoz comenzó a educar en el centro un año después que Luisa y las dos aún continúan en las aulas. Hay algo en lo que ambas coinciden: el motivo por el que sus manos aún se manchan de tiza son los estudiantes, capaces de formar un colectivo y de alcanzar excelentes resultados docentes.

El profesor de Biología, Vladimir Pérez Padrón, tiene otra razón que agregar: “Estudié aquí y me siento más afín con todas estas paredes y muy identificado con la escuela”. Él es uno de los más de 15 000 estudiantes que ha graduado el IPVCE desde su fundación.

A la generación actual pertenece Massiel Fuentes Vázquez, pues cursa el onceno grado. Ella es una de los seis alumnos que hicieron preselección nacional en Química al obtener oro en el Concurso Nacional de esa asignatura el pasado período lectivo. Es, también, el fruto del fuerte trabajo que realiza el instituto en la preparación de sus educandos para este tipo de eventos científicos.

“Los resultados que alcanzamos fueron una manera de homenajear a la Vocacional en su aniversario 40 y a todos los profesores que han contribuido a que la escuela siga viva”, dice.

Como muchos estudiantes, docentes y egresados, Massiel también dedica unos minutos para hablar de lo que ha aprendido en su escuela: “Además de las materias escolares, el IPVCE Carlos Marx me ha enseñado qué es el compañerismo, la amistad, a ayudarnos los unos a los otros. Para alcanzar el oro me hicieron falta no solo las clases de mi entrenador, sino también el apoyo de mis compañeros que me animaron cuando yo no creía ganar”.

Olbeida Quintana Scull, directora del IPVCE de Matanzas, considera que los logros en concursos hicieron que la escuela llegara al 17 de octubre con orgullo doble. Quintana añade que una de las actividades, iniciadas desde el pasado curso escolar para conmemorar la fecha, es el aprovechamiento docente de los estudiantes.

Piscina del IPVCE ubicada en una de las zonas en la que hoy se encuentran otros centros docentes. Foto Andy Jorge Blanco

“Trabajamos también en el rescate de determinados lugares en mal estado como el local de estudio encima de la biblioteca. Este espacio está destinado a la realización de eventos científicos, por lo que ya cuenta con dos locales para comisiones de trabajo, otro que sirve como teatro, un comedor y dos baños”, agrega la directora del centro.

El IPVCE celebró, por primera vez dentro de la escuela, el día del egresado en el mes de noviembre, momento en el que estos participaron con los actuales estudiantes en actividades desde el “de pie” hasta la hora nocturna.

En su plan por los 40 años de fundada, la Vocacional incluyó, también, la realización mensual de una revista televisiva, en la que los protagonistas fueron los alumnos. Pero hay un punto que se mantiene en cada cumpleaños, uno que no varía jamás. Quintana Scull lo presenta: “continuamos trabajando para que el IPVCE le siga reportando al país personas altamente calificadas y comprometidas en todas las esferas”.

La profesora Luisa González-Molleda tuvo un plan particular para festejar, y fue llegar al aula con la misma pasión de sus años de juventud en una escuela que ha vivido momentos inolvidables.

Ella recuerda los días en los que la Vocacional celebraba su aniversario 20: “me impactó el silencio total, de solemnidad, ante el paso de los restos del Che y sus compañeros por la entrada de la escuela, en la carretera central. La caravana se alejaba y aun así no se movió un estudiante de su lugar. Hubo que decirles que había que regresar a las aulas”.

Pude ver, entonces, que los ojos se le humedecían. El azul de sus pupilas se le hacía más brilloso. Y fue cuando me convencí que son los ojos de Luisa el camino para conocer, de primera mano, la historia del IPVCE Carlos Marx, un centro que, además de formar hombres de ciencia –dice–, trabaja para inculcarle a los estudiantes el amor patrio.

Ella reafirma las palabras de Fidel cuando aseguró que una de las mejores cosas hechas en la educación cubana son las escuelas vocacionales.

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