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Antes de levantarse, Puerto Rico debe despertar

Cuarenta días sin luz en Puerto Rico. Foto: AP.

Cuarenta días sin luz en Puerto Rico. Foto: AP.

Al 19 de septiembre de 2017, casi la mitad de la población de Puerto Rico vivía bajo los niveles de pobreza. La economía estaba en el piso. Apenas una tercera parte de la fuerza laboral estaba empleada. La emigración estaba disparada. Las aseguradoras habían colapsado el sistema de salud. Gente moría por eso. El sistema de energía había sido intencionalmente deteriorado. La planificación era un término en desuso. La construcción en zonas de riesgo era la norma. La corrupción de cuello blanco, la gansería y el lumpenato competían por el reinado en la decadencia. La calidad del aire y el agua estaba en manos de industrias contaminantes. Las alcantarillas estaban tapadas. El follaje cubría los arrabales.

Y entonces llegó María. Todo lo que era desastre se convirtió en catástrofe. Nos miramos unos a otros en imperfecta desnudez. Comenzamos a echar mano a cualquier trapo para cubrirnos y justificar la desolación física y moral del país. Para achacarle a María todo lo que no queríamos reconocer antes de su llegada.

Al 19 de septiembre de 2017 había una minoría despierta luchando y trabajando por salvarse y salvar el país política y socialmente. Denunciando, rebelándose, resistiendo. Combatiendo la desigualdad y la injusticia social que promovía un país disfuncional. Vociferando contra el colonialismo ilegal.

Y entonces llegó María. Esa minoría se tiró a la calle a salvar físicamente lo que pudiera. En silencio para que no confundieran su intención. Ese ha sido su error. El discurso público se ha quedado sin contenido a causa de ese error. Lo dominan los responsables del desastre. Se hablan entre ellos desesperadamente buscándole excusas a la impotencia del gobierno colonial, la humillación del gobierno imperial y la agonía del paisito.

Los pocos que logramos meter la cuchara y rehusamos unirnos al corillo de Puerto Rico se levanta somos vistos como apátridas.

“Para levantarse hay que despertar primero”, dice mi cómplice Graciela Rodríguez Martinó.

Oportunistas ideológicos nos llaman. Mientras proclaman que cada poste hincado por el Cuerpo de Ingenieros los acerca más a la estadidad. Mientras el gobernador recoge un par de escombros en San Juan para hacer quedar mal a Carmen Yulín Cruz en lugar de ayudar a Lorna Soto en Río Grande o a Betito Márques en Toa Baja con un gesto similar que buena falta les hace. Mientras los politólogos estadistas declararan a Beatriz Rosselló la Evita de los descamisados boricuas.

Al 19 de septiembre de 2017 había hecho crisis la gobernanza. No sabíamos who was in charge. El Congreso ejercía su poder sobre el territorio. El gobernador colonial reclamaba un patético poder electoral. Y entonces llegó María.

Al 19 de septiembre de 2017 nos empujaban sostenidamente hacia el punto del desastre económico que provocara el estado que anticipa la doctrina del schock de Naomi Klein. El momento en que anonadados y confundidos aceptáramos las reformas impopulares más severas -eliminación de agencias de servicio público, privatización del sistema de energía, deformas laborales, reducción de pensiones, eliminación de más escuelas. Y entonces llegó María.

Al 19 de septiembre se discutía el status como responsable del estado crítico del país. Se descartaban las posibilidades de sobrevivencia de la colonia como colonia. Los estadistas sufrían deshojando la margarita -me quiere, no me quiere. Los independentistas y libreasociacionistas hacían pinitos de coalición. Y entonces llegó María.

Al 19 de septiembre de 2017 la diáspora comenzaba a hacerse cargo. Como antes lo hicieron otras diásporas, la nuestra se reconocía como el sector capaz de hablar por y mover al país. Los congresistas puertorriqueños de derecha, centro e izquierda asumían la representación de su pueblo de origen. Nuestra diáspora comenzó a cantarnos, a llorarnos y a redimirnos. Y entonces llegó María.

La consigna para los conscientes no es levantar el país. Es despertarlo primero.

Enfermeras acusan al gobierno federal de “dejar morir a la gente” en la isla

 Asociaciones médicas y agencias de asistencia privada establecen misiones en Puerto Rico para proveer cuidado médico en las áreas en las que se necesita. En Caguas, algunos pacientes han sido atendidos en un hospital móvil. Foto: Dennis M. Rivera Pichardo/ The New York Times.

Un hospital móvil en Caguas. Foto: Dennis M. Rivera Pichardo/ The New York Times.

El sindicato de enfermeras más grande de EE.UU. condenó la respuesta de emergencia del gobierno federal en Puerto Rico por demorar la asistencia humanitaria a sus propios ciudadanos y dejarlos morir, según reportó Vox.

La crítica provino de los miembros de la organización sin fines de lucro National Nurses United, que habló con miembros demócratas del Congreso, después de una misión humanitaria de dos semanas en la isla.

Alrededor de 50 enfermeras voluntarias visitaron varios municipios en zonas urbanas y rurales, y describieron la desesperación que viven los puertorriqueños, a más de un mes después del azote del huracán María en la isla, catalogando el caso como el peor que hayan presenciado en otras misiones humanitarias, incluidas en Nueva Orleans tras el huracán Katrina y el terremoto en Haití.

La cifra oficial de muertos por el fenómeno hasta el momento es de 51, aunque los propios informes del medio Vox estiman que el número real de muertes podría ser de cientos.

Las enfermeras denunciaron que doctores realizan cirugías en hospitales con la luz de sus teléfonos celulares, niños pasando hambre, ancianos que sufren deshidratación, y el hongo que se extiende a través de las comunidades.

No podemos permanecer en silencio mientras millones de personas continúan soportando estas condiciones, expresó Bonnie Castillo, directora ejecutiva asociada de National Nurses United.

Asimismo aseguró que algunas enfermeras llegaron a municipios que no habián recibido comida y agua, ni ninguna otra ayuda de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias.

También manifestaron que es difícil obtener información sobre los esfuerzos de ayuda en general en la isla, ya que algunos municipios carecen del servicio de internet y telefonía.

En el escrito se menciona que al momento, aproximadamente el 75 por ciento de la isla no tiene servicio de electricidad y el 25 por ciento no tiene agua potable, y que según informes de Vox estiman que hay muchas más personas que no tienen acceso al agua potable de lo que dicen las estadísticas).

De igual manera, se resalta la misión de FEMA en la isla, donde cita a la agencia cuando dice que ha reconocido que la respuesta en P.R. es la más compleja logísticamente en la historia de FEMA, y quienes han señalado cuánto han logrado en un entorno tan difícil.

Por su parte, Olivia Lynch, una enfermera de California que acaba de regresar de la misión, sostuvo que los esfuerzos de FEMA en Puerto Rico son completamente inadecuados.

Lynch dijo que los empleados de FEMA estaban pidiendo a los residentes que les provean copias de las facturas de servicios públicos y los números de ruta de banco, y que tras esto, la agencia prometió dar seguimiento por correo electrónico o mensaje de texto, pero la mayoría de la gente no tiene electricidad ni servicio telefónico.

De acuerdo con el sindicato de enfermeras, habían publicado un informe sobre sus hallazgos en Puerto Rico, pero que el administrador de FEMA en Puerto Rico tiene que devolver las llamadas al sindicato para discutirlos.

El grupo de enfermeras dijeron al medio lo que más les llamó la atención durante su experiencia en la isla:

Las largas filas que hacen las personas durante horas bajo el sol para conseguir comida y agua. Residentes que viven en casas sin techo, y que aún no han recibido sus toldos.

Comunidades en zonas rurales que todavía no han recibido alimentos y suministros de agua, y aún no tienen agua potable ni electricidad.

También resaltaron el brote de leptospirosis, que ya ha cobrado varias vidas, y las comunidades que aún no tienen agua limpia y que están en riesgo de contraer epidemias de enfermedades transmitidas por el agua.

Mientras, Kathy Kennedy, una enfermera que trabajó en el buque hospital militar USNS Comfort, manifestó que no podía creer que todavía había camillas vacías a bordo del barco, que está atracado cerca de San Juan, que además los hospitales en la isla apenas pueden atender a sus pacientes y necesitan más ayuda.

Las enfermeras y los miembros del Congreso pidieron a los líderes republicanos que aumenten la ayuda por desastre a Puerto Rico, y que de igual forma prioricen e inviertan más dinero en el restablecimiento del servicio eléctrico.

Nuestra gente está sufriendo y las enfermeras esperan que nuestros funcionarios electos trabajen para cambiar esto antes de que las personas mueran, dijo Kennedy.

(Tomado de El Nuevo Día y Metro)