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Elecciones del 2016 en EEUU: El temor a las cartas de triunfo de Trump

Inmigrantes en EEUU protestas contra la campaña de Donald Trump. Foto: The Atlantic

Inmigrantes en EEUU protestan contra la campaña de Donald Trump. Foto: The Atlantic

El martes 15 de diciembre se celebrará en Las Vegas, Nevada, con el patrocinio de la CNN, el último de los seis debates programados para este año entre los principales aspirantes presidenciales republicanos. Más que una controversia entre aspirantes, será una prueba sobre la capacidad de Donald Trump de mantenerse como puntero en la contienda, a contrapelo de las públicas manifestaciones informales de desagrado del “establishment” republicano según se hace más concreta la posibilidad de que el magnate convertido en político pueda alzarse con la nominación presidencial del Partido Republicano.

El punto de mayor atención en el debate será la polémica suscitada por las declaraciones de Donald Trump el pasado 7 de diciembre, a raíz de los atentados en Paris el 13 de noviembre y en San Bernardino, California el 2 de diciembre, pidiendo “un cierre completo y total de la entrada de musulmanes a los Estados Unidos hasta que los representativos de nuestro país puedan entender lo que está pasando”, alegando que “hay un gran odio hacia los americanos entre grandes segmentos de la población musulmana” y concluyendo que “nuestro país no puede ser víctima de horrendos ataques por gente que solo cree en la Yihad y no tiene ningún sentido o respeto hacia la vida humana”.

Estas declaraciones fueron criticadas, con mayor o menor énfasis, por la generalidad de los líderes políticos republicanos. Al día siguiente de las declaraciones de Trump, el presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Paul Ryan, la personalidad de mayor jerarquía nacional en el Partido Republicano, declaró que apartándose de la costumbre de no comentar sobre la elección presidencial, en este caso haría una excepción: “Lo que se propuso ayer: No es conservadurismo. No es lo que defiende nuestro país y, más importante aún, no es lo que nuestro país defiende”.

Otros aspirantes republicanos: Carson, Cruz, Rubio, Bush, Kasich Christie y Gilmore, también emitieron críticas a lo propuesto por Trump, como lo hicieron los presidentes de los Comités Republicanos de los estados de Iowa, New Hampshire, South Carolina (los tres primeros en celebrar comicios primarios). Asesores de Marco Rubio y de Jeb Bush emitieron tweets en los que calificaron como “fascista” la propuesta de Trump. Sin embargo, Trump no ha cedido ni un ápice en sus posiciones, tal como acostumbra hacer ante otros episodios similares.

Según una encuesta del 9 de diciembre de Bloomberg Politics, las dos terceras partes de los afiliados republicanos están de acuerdo con lo declarado por Trump, quien contra todos los pronósticos, sigue manteniéndose como puntero en la pugna electoral. El promedio computado el 19 de diciembre por Real Clear Politics de las encuestas de las cinco principales organizaciones sobre la nominación republicana, situaba a Trump con un 30,4%, seguido de Cruz con 15,6% y Carson con el 13,6%. Los otros once candidatos se repartían los escasos 40% restantes, encabezados por Marco Rubio, también con el 13,6%, mientras que ninguno de los otros superaba el 3,6%.

Estas cifras revelan el dilema para el Partido Republicano. Trump, Cruz y Carson son el grupo de “forasteros” (“ousiders”, según el vernáculo político electoral en los estados Unidos; es decir, personas que no forman parte del liderazgo y las estructuras partidistas oficiales). Entre los tres cuentan con el apoyo del 59,6% de los encuestados que votarán en las primarias republicanas, lo que equivale a decir que una amplia mayoría son contrarios a la representación oficial de dicho partido.

Hay que tomar en cuenta que el 89% de afiliados (9 de cada 10) al Partido Republicano se identifican como “blancos” y que a la vez en esas filas hay diferentes tendencias y por eso no todos apoyan a Trump y hay un 29,2% de apoyo a Carson y Trump que provienen de tendencias distintas a las que apoyan a Trump.

A Trump lo apoya principalmente una base de fervientes seguidores en la población blanca de las pequeñas y medianas ciudades, trabajadores directos o dueños de pequeñas y medianas empresas, quienes lo admiran por sus éxitos empresariales y su habilidad para obtener ganancias, considerándolo idóneo para sacar al país de lo que perciben como un estancamiento causado por la incapacidad de los políticos profesionales.

El discurso electoral de Trump de corte demagógico, populista y fascistoide, punteado de ataques y manifestaciones peyorativas hacia los inmigrantes, los latinos y las mujeres, hace difícil que consiga ampliar en esos sectores su base de apoyo. Tampoco le será viable granjearse más apoyo dentro de las filas blancas republicanas, dividas en diferentes tendencias conservadoras, muchas veces con intereses y enfoques políticos e ideológicos contrarios a las posiciones asumidas por Trump.

De ahí que las encuestas muestran reiteradamente que Trump tiene un tope de apoyo que no rebasa el 40% de las intenciones de voto republicanas. El senador John McCain, candidato presidencial republicano en el 23008 y que fue derrotado por Obama, ha expresado el temor de que Trump lleve al Partido Republicano a una rotunda derrota similar a la sufrida por Barry Goldwater ante Lyndon B. Johnson en 1964.

Los medios de prensa estadounidense han estado comentando desde septiembre pasado, cuando fue evidente que la candidatura de Trump no iba a disolverse espontáneamente por sus declaraciones bombásticas y rimbombantes, que numerosas personalidades e instituciones políticas y de donantes republicanos han estado co0nsiderando lanzar una campaña para “sacar del juego” a Trump, pero nunca se ha decidido emprender esa línea de acción por temor a que sean infectivas o provoquen represalias y ataques por parte de Trump, como acostumbra a hacer en esos casos.

Por el momento, han preferido esperar al ”suicidio” político de Trump y evitar que se le ocurras lanzar su aspiración por una tercera fuerza política, como ha amenazado en varias ocasiones. Otra opción es impedir que Trump llegue a la Convención Nacional Republicana con la mitad más uno de los delegados comprometidos a su favor y dar allí la pelea para impedir la nominación de Trump como candidato presidencial del Partido Republicano.