Imprimir
Inicio »Salud  »

La medicina del esclavo (Segunda parte)

| 9

santuario_cuba_religion1Entrevista al Dr. Anselmo Villegas Zulueta, Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Camagüey

R.M.L.G.- Le comentaba usted a los lectores de CUBADEBATE sobre las enfermedades que eran curadas efectivamente mediante la utilización de la medicina del esclavo; y había comenzado con las enfermedades infecciosas e invasivas. Continuemos, doctor.

A.V.Z.- Además de las mencionadas, estas enfermedades, afecciones o problemas que requerían de la intervención médica, pueden clasificarse de la siguiente manera:

Pérdida de la potencia sexual por el esclavo: La eficiencia y los importantes beneficios económicos que se obtenían en la hacienda y la fábrica de azúcar de Zulueta estuvieron vinculados a un trabajo físico en extremo intenso. Según los relatos que aún hoy se escuchan por boca de los descendientes de los esclavos, la sobreexplotación de estos era tal que a veces no tenían fuerzas para materializar el acto sexual. Para contrarrestar esto, un esclavo de la dotación, llamado Ta Higinio preparaba un brebaje con las plantas huevo de gallo y bejuco garañón que devolvía el vigor y la virilidad a los hombres. Asimismo, se usaba la semilla de quimbombó seca en polvo, como gofio, con un poco de azúcar. También la pimienta y el jengibre blanco eran empleados con fines afrodisíacos.

Abortos en negras y mestizas: Era proverbial la afición del amo Zulueta y de muchos de sus capataces, así como de otros hombres blancos, por las mujeres negras, quienes eran maltratadas y vejadas para satisfacer los instintos más bajos de los señores. Esto era fuertemente criticado por la mujer de ascendencia europea. A propósito, el mestizaje tiene su origen en este género de relaciones forzadas. En el ingenio Álava, la negra y la mestiza bonitas, de buena figura y apariencia, fueron el alimento sexual predilecto del amo Zulueta y de sus mayorales. Según cuentan las entrevistadas y los entrevistados -descendientes de esclavos de primera y segunda generación-, a los africanos les estaba prohibido hablar de sexo, era una especie de tabú para ellos. A pesar de esto, aseguran que era de conocimiento general que el sexo del africano "tradicional" era pelviano con penetración, en tanto el sexo oral fue una imposición del amo a las esclavas.

Muchas negras que quedaban embarazadas de sus amos y señores blancos, o de algunos mayorales mulatos o negros, no querían tener esos hijos de la humillación. En tales casos, solían acudir a Ta Higinio. También lo hacía el propio Zulueta, quien no quería dejar descendientes con ninguna de sus esclavas, en las que sólo veía objetos sexuales. Ante situaciones de esta índole, ordenaba a Ta Higino que preparara un brebaje para llevar a vías de hecho el aborto. Este brebaje se hacía con guaco, revientacaballo y jibá. Para contener las hemorragias había también hierbas y cocimientos como, por ejemplo, el yamao.

Como resultado de estas tristes actividades, Ta Higinio cultivó una frase que aún se utiliza en nuestros días en la comunidad y su entorno. Cuando las esclavas se iban a practicar el aborto, él le advertía que la acción del brebaje era muy fuerte, que penetraba hasta los huesos. En esta advertencia está el origen de la frase "Eto entra hata lo tútano".

Enfermedades y problemas asociados al sistema reproductor femenino. Las enfermedades asociadas a este sistema hicieron estragos entre las esclavas. La sábila era empleada por ellas para combatir las infecciones vaginales, así como la hierba de la sangre. Para la regulación menstrual usaban varias plantas, entre ellas el sen, el toronjil de menta, el algodón, la salvia, la ruda y la caña brava. Muchas plantas eran empleadas como abortivas, entre ellas el sen, el aroma blanco, el perejil, el guaco, el revientacaballo y la gibá. El yamao era la planta más usual para contener las hemorragias.

Enfermedades respiratorias y catarros: Para combatir el catarro se empleaba la cáscara de mango, el jarabe de güira, el cocimiento de cordobán o barquito y la guanábana. También los cocimientos de anón con hierbabuena y mejorana eran efectivos contra el catarro. La majagua y el orégano, entre otras hierbas, tenían un accionar fuerte sobre los resfriados. Contra el asma se empleaban la campana, la guajaca, la yagruma, el manajú y la majagua. Contra las afecciones de la garganta se utilizaba la salvia, el romerillo, el alacrancillo y el cundeamor, entre otras muchas plantas.

Enfermedades diarreicas y del sistema digestivo: Contra las afecciones gastrointestinales los esclavos empleaban el sasafrás, la cáscara del fruto de anón y el orégano cimarrón. Como digestivos eran empleadas muchas plantas, entre ellas el hinojo, el tamarindo, el cocimiento de mejorana y la fruta bomba. Como anti diarreico, eran empleadas plantas tales como la chirimoya, la guanábana, el almácigo y la guayaba. El plátano verde con cáscara, cortado en finas ruedas, era hervido en un poco de agua: la infusión resultante resultaba muy efectiva para las enfermedades diarreicas. Con el objetivo de combatir los flemones bucales, eran empleados el gandul y la sábila, entre otras plantas. En la cura de las hemorroides, los esclavos se servían de la sábila, la hierba mora y el ají picante.

Enfermedades renales: Como diurético, los africanos y sus descendientes empleaban la raíz de la palma real, el guizazo de caballo, las infusiones de hojas de ceiba, la ciguaraya, el ojo de buey, así como semillas de quimbombó. Para los problemas de la vejiga y lo que hoy se llama próstata, se usaba la chaya o salva hombre; también la esclabiosa. En el combate de los cálculos renales se empleaba el guizazo de caballo, el alacrancillo, la ciguaraya, la raíz de la palma real raspada y trozos de yagua de palma triturada. (Por cierto, en señal de respeto a la palma real, para lograr una mayor efectividad en su utilización, se le pedía permiso y se le imploraba su ayuda.) También eran empleadas contra las enfermedades renales infusiones de pelusa de maíz, caña mexicana, y otras.

Enfermedades relacionadas con el stress y el sistema nervioso. La vida del esclavo era intensa y dura, lo cual era fuente de desequilibrio físico, mental y espiritual. Muchos no aceptaron este género de vida, huían al monte o se suicidaban, de forma masiva. Se dice que hasta un 20% de las dotaciones de negros se suicidaban; relación que llegaba hasta el 40% en el caso de los chinos. Los esclavos empleaban como sedante el tilo, el paraíso francés o tilo de mata, el cordobán o barquito, la infusión de hojas de limón, la valeriana, la albahaca blanca y la pasiflora, entre otros vegetales.

(Continuará.)

Se han publicado 9 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Amelia Batista dijo:

    Es impresionante como este proceder en la curacion de las enfermedades mas comunes de la poblacion de los barracones, no ha tenido casi variacion a 11 años del siglo XXI. Ello habla de efectividad. Enhorabuena.

  • norberto dijo:

    Es impresionante el conocimiento del doctor Anselo Villegas, su esfuerzo por rescatar la tradición. Estoy admirado.

  • Un Estudioso de la Antropología dijo:

    Esta recogida de informacion tiene un valor inestimable. es un estudio que bien vale la pena publicarlo en su totalidad, si es que aparece recogido en un libro. Eso creo.

  • PJoaquin dijo:

    No creia que este tipo de informacion fuera guardada con tanto esmero.

  • Yulieth dijo:

    Cada vez que leo un articulo de tan prestigiosa autora me quedo fascinada. He de decir que soy hija de Oshun y por ende religiosa aunque no fanática y hallo muy interesante cada tema que se toca acerca de nuestra religión Yoruba. Referente a este tema he sido mas que testigo ya que he vivido en carne propia lo que es ser curada con la Medicina del Esclavo. Muchas gracias por su articulo Rosa Maria y la exhorto a que siga hablando de estos temas tan interesantes para nosotros los religiosos como para los que no lo son. Ache para usted!!!

  • Jorge dijo:

    Gracias Anselmo por cuidar ese pedazo de historia y saber popular.
    Un abrazo de tu compañero de curso,
    Jorge

  • Reymen dijo:

    Excelente articulo. Pero es necesario aclarar com relacion al parrafo siguiente:

    …….En Cuba, por cierto, no hay paludismo ni malaria, y hoy se han reducido sensiblemente otras enfermedades parasitarias producidas por artrópodos, trematodos, cestodos y nematodos. En cambio, estas enfermedades siguen siendo muy frecuentes en muchas zonas de América Latina y de África, sobre todo en lugares y comunidades muy pobres. Algunas enfermedades como el paludismo, el dengue, la malaria y la echistosomiasis son endémicas en estas regiones……

    Malaria y paludismo son la misma cosa. Y aunque en Cuba no hay malaria, si la hubo. El último caso autóctono reportado fue en 1967, pero casos importados e inducidos existen debido al intercambio existentes con países aun endémicos . Es ahí el riesgo y la necesidad de vigilancia. En el Insituto de Medicina Tropical existe una línea de investigación relacionada con el estudiso de plantas endémicas cubana con efecto antimalarico

  • Fco Gutiérrez dijo:

    los temas de salud muy interesantes...

  • Barbarita dijo:

    Mis saludos, muy interesante este escrito, quisiera saber sobre las plantas para curar calculos renales, y como se toma, mi dirección de correo es: barbaritaa@dpe.cf.rimed.cu
    Gracias

Se han publicado 9 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Rosa María de Lahaye Guerra

Rosa María de Lahaye Guerra

Es doctora en Ciencias Filosóficas y antropóloga cubana. Actualmente es profesora de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana. Tiene varios libros publicados, entre ellos "Yemayá a través de sus mitos", en coautoría con Rubén Zardoya.

Vea también