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Los cincuenta años de Elvira Santiago en el arte musical (+ Video)

Homenaje a Elvira Santiago por sus 50 años de vida artística, junto a Rubén Darío Salazar, director de Teatro de Las Estaciones. Foto: Ulises Rodríguez

Homenaje a Elvira Santiago por sus 50 años de vida artística, junto a Rubén Darío Salazar, director de Teatro de Las Estaciones. Foto: Ulises Rodríguez

Con verdadero asombro, escuché la noticia de que Matanzas rendiría homenaje a Elvira Santiago Novo por estar arribando al medio siglo de vida en el arte musical. Había sido una gran alegría poder disfrutarla entre los protagonistas de dos producciones discográficas merecedoras del Gran Premio en respectivas ediciones de Cubadisco, en las cuales apreciamos su arte interpretando a Heitor Villalobos y a Wolfgang Amadeus Mozart. En ambos casos, somos deudores del pianista, compositor y productor Ulises Hernández, por habernos regalado la posibilidad de apreciar el talento de una artista para quien la música, esa entidad cuya naturaleza misteriosa Harold Gramatges no se cansaba de recordarnos, no tiene secretos ni lados difíciles sino sólo belleza.

Elvira Santiago ha sido, en esa historia de medio siglo que se atreve a declarar como cumplida, una presencia capaz de poner en música los textos más sencillos y los más enredados, las historias donde el ingenio y la fantasía convocan al joven, al infante y al más añejo para unirse en el silencio, regodearse en la sonrisa  y dar fe de vida en el aplauso. Su labor como compositora ha hecho posible el milagro siempre renovado de la danza y la noble práctica de cantar a coro o mantener vivo el arte lírico en todas sus facetas. Una valoración acerca de su dedicación a la labor pedagógica, bastaría para poner en evidencia las virtudes de su paso por la vida.  Tocada por la gracia del espíritu concertante, su recia, potente y a la vez sensible naturaleza sabe rendirse ante el mandato del director llegando a extremos conmovedores.

Todos, en alguna medida, hemos contado con su manera generosa de hacerse a la música como quien se hace a la mar o se pone en camino sin pensarlo dos veces. Ya vamos quedando pocos entre aquellos que la vimos comenzar y yo, que la he admirado durante más de cuatro décadas, no puedo dejar de contarle, a quien pueda tener interés en saberlo, que desde muy joven comenzó a hacerse leyenda en una Matanzas de finales de los sesenta del siglo pasado, que todavía contaba con su Sala White y abría su Teatro Sauto recién remozado, vanagloriándose del entra y sale que nunca los dejó sin público; una Matanzas donde aún se hacía sentir aquí y allá la presencia cariñosa de Ñico Rojas. Digo que comenzaba a hacerse leyenda Elvira Santiago, porque cualquiera que pasara por delante de las ventanas de su casa en la calle Santa Teresa, podía apreciar cómo, aún en plan de estudio, una pieza para piano siempre sonaba a música hecha y derecha. Dije leyenda y no quiero que se me olvide contar aquí que, cuando la escuché tocar por primera vez en una fiesta familiar, la muchacha, próxima a cumplir sus 22 años, había protagonizado una hazaña que corría de boca en boca cuando, de regreso de una tanda de cine, se sentó al piano y regaló de memoria a los cuatro vientos, a los dos ríos y unos cuantos puentes de su ciudad, los más bellos temas musicales compuestos por Michel Legrand para la película Los paraguas de Cherburgo.

No me canso de evocar las veladas donde su piano, a dúo con la trompa de su hermano, el inmenso Paquito (quien, tristemente, ya no está con nosotros) más de una vez me regalaron a Mozart. Animadas con el mismo sentido altísimo del arte, sonaban constantemente, en versión para piano, piezas de Ñico Rojas muy poco conocidas como Marta y Frenk o del inspirado músico matancero José Antonio Barrera que ella, continuamente, ponía a salvo del silencio. La descendencia de los Santiago se suma al piano de la abuela, garantizando larga vida a la tradición de la ventana de la calle Santa Teresa, que suelta música a cualquier hora del día en que usted pase.

"Si me dijeran: pide un deseo, preferiría" que alguno de nuestros sellos discográficos nos regalara un disco donde Elvira Santiago, en el año de su medio siglo de dedicación al arte musical, interpretara (a su elección) piezas (cuantas decida) para piano solo (incluyendo La plus que lente, añadiría yo).

Almendares, 19 de agosto de 2012

Homenaje a Elvira Santiago en Matanzas