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La Burke canta todavía (+ Video)

Elena Burke canta y Enriqueta Almanza la acompaña en el piano, en "Nostalgia cubana"

Elena Burke canta y Enriqueta Almanza la acompaña en el piano, en "Nostalgia cubana"

Nadie la conocía en la calle cuando empezó a cantar sola, es decir, fuera del cuarteto donde -de todos modos-se hacía notar cada vez que el color de su voz y la incisiva fuerza sentimental que le imprimía de modo natural, sin proponérselo, a cualquier pasaje que Aida le hubiera encomendado, daba razones de vida por la radio, por la televisión. Sólo unos pocos, en el mundo artístico, sabían el nombre de aquella muchacha más conocida como "la voz grave del cuarteto", cuando se hablaba de "las D'Aida".

Fuimos jóvenes en la misma época, con una pequeña diferencia de edad que la hacía más hecha y derecha, con  más calle. Sin embargo, descubrí que le gustaban los muñecos --igual que a mí-- cuando, al poco tiempo de haber conocido mis primeras canciones, a finales de 1956 o comienzos de 1957, en una de las tandas que desarrollaba el cuarteto en el bar del Casino del cabaret Sans Souci, al divisarme sentada en una banqueta bebiéndome tanta buena música, aprovechó un descanso entre canción y canción, se inclinó hacia mí y me entregó su primer regalo: una muñequita mulata que, al moverse como para caminar, giraba la cabeza a derecha e izquierda.

No pasó mucho tiempo cuando, a propósito de que un empresario disquero mexicano le propuso grabar un primer disco como solista, lo trajo hasta la sala de mi casa para que escuchara En la imaginación, una canción desconocida de una compositora mujer, joven y tan desconocida como ella. Por supuesto que el sujeto, ante semejante atrevimiento, al escucharme hizo gala de su poderío, agrediendo aquel modo de armar frases asimétricas y aquella melodía nada pegajosa que -según su propia expresión-"más bien estaba pensada para el año 2000". Si no llego a estar hecha de la madera dura que, a estas alturas, muchos conocen, hubiera perecido como autora y no estaría asomándome por esta ventana que me ofrece  Cubadebate hoy domingo para hacer el cuento. El hombrecito no le concedió a la muchacha grabar su primer disco (con toda seguridad, ella continuó proponiéndole canciones que no se ajustaban a los presupuestos estéticos de un marketing tan singularmente despistado) pero aquel día quedó soldada nuestra amistad en la música y en el corazón, y ninguna prueba de la vida pudo zafarnos.

En el transcurso de los años (no sé si esta expresión es correcta pero tampoco me importa mucho) el tiroteo de muñecas, muñecos, vasitos, bolígrafos, libreticas, todo tipo de féferes por ambas partes, marcó el paso en lo que ha sido, para mí, la expresión más viva de  una relación purísima entre dos seres humanos. No sé, a estas alturas, cuántas de mis canciones más conocidas o de aquellas que permanecieron rezagadas, pasaron, tibias todavía, de mi guitarra a su memoria y de su memoria a su voz para estrenarse inmediatamente después de haber nacido. En los años en que mi obra fue objeto de la más refinada repulsa por parte de quienes decían "sí" o "no", ella  impuso, al menos una, en casi todos sus discos.

Así se dio a querer, como si hubiera sido ella quien inventó eso de "dar el todo por el todo" a la hora de cantar, no para lucirse sino para mostrar a los demás el poder que entraña una canción (esto tampoco sé si es muy correcto que digamos pero no me importa demasiado, porque es "un decir"). Siempre pensé para mis adentros que preferiría irme yo de esta vida antes que verla partir primero. No me fue concedido; sobreviví a unos cuantos golpes duros de esos que desbordan los límites del tango más desgarrador, del más quejumbroso o apasionado bolero, todos susceptibles de silenciarse pero, a este golpe, a tener que admitir que cada 9 de junio se cumple un año más de haber despedido a Elena, no me resigno como no sea para alzar la voz y hacer el cuento, ante el consuelo que nos proporciona la evidencia, perfectamente comprobable, de que en el alma de todos La Burke canta todavía.

(Almendares, 10 de junio de 2012)

Elena canta “Sin ir más lejos”, de Marta Valdés