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Aquella vez que Sara me pidió tantos boleros (+ Audio)

sara-gonzalez1Estábamos a finales de febrero de 1995. Todavía nadie más que yo, se había dado cuenta de que Palabras, mi primer bolero, andaría cumpliendo cuarenta años. Cuarenta años de vida en la canción -decía para mis adentros-sin saber a ciencia cierta qué cosa hacer para no dejar pasar la ocasión por debajo de la mesa. Nadie me lleva esas cuentas -pensaba- pero algo voy a inventar, ya veré, con mi guitarra y mi silla de mimbre.

En eso, me llama Sara (ella podía dar esas sorpresas) que sí llevaba cuentas de muchas cosas de la música y la canción y me dice que ha pedido una fecha a los organizadores  del Festival Boleros de Oro, para conmemorar mis cuarenta años en la canción con un programa dedicado por completo a mi obra. Me confesó que la idea misma le asustaba. Vas a tener que ayudarme-me dijo- y empezó por revisar grabaciones de diferentes intérpretes. Desde el comienzo, me pidió que actuara como invitada suya en el concierto, que tendría lugar en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional. La selección de títulos no tardó mucho en definirse; allá fui yo a preparar los guiones de Palabras, En la imaginación, No te empeñes más y tantos otros, incluyendo el menos añejo de todos, Hay todavía una canción. Ella, además, no quiso dejar fuera a José Jacinto. Marzo, abril y mayo de aquel año decidieron armarse como una temporada entre aventurera y estoica. Ensayos --invariablemente y a hora fija-- en La Madriguera, despalillando una por una aquellas invenciones llenas de frases irregulares e intervalos que, más de una vez, hicieron enarcar las cejas a algunos por la sencilla razón de que "no se pegan" (como si entre la música y el pegamento tuviera que existir algún vínculo). Sara puso el ímpetu, el capricho, la pasión y la ternura en aquellas criaturas que, una a una, comenzaban a sonar a ella. Yo me apresté a soltar la guitarra para complacerla en su deseo de cantar algo acompañada por su grupo y aquello me sirvió para sacar de la gaveta un bolero de los primerísimos tiempos --No es preciso-- que años más tarde, brincando el siglo, ella retomaría para incluirlo en el primer volumen de sus Cantos de mujer. Ya en el plano de mi participación en escena, aproveché la segunda parte, con la guitarra, para poner de nuevo en órbita aquel Tú dominas que Vicentico había hecho sonar con verdadero éxito en la victrola, a finales de los cincuenta.

No se me van a olvidar  los dúos de Sara con Pepe Ordás. En primera fila, tuvimos el privilegio de contar con la presencia del Maestro Vicente Garrido, que, tan pronto rompieron los  aplausos finales,  subió a escena para abrazarnos sin esperar por las formalidades típicas en el ritual de los saludos.  El concierto se titulaba Sin ir más lejos (Homenaje a Marta Valdés) De los momentos vividos al calor de su reposición algún tiempo después, tanto en La Habana como en Matanzas, conservo intactos los recuerdos. El registro sonoro de las funciones fue procesado para convertirse, por obra de la laboriosidad de Lázaro García y de la propia Sara, en el disco que, con el mismo título del concierto, apareció luego bajo el sello Bis Music y resultò premiado en una edición  del Festival  Cubadisco.

Todo eso cuenta porque no voy a olvidar jamás aquella vez que Sara me pidió tantos boleros y -por eso-- para mí es importante, este domingo, compartir con los amigos de Cubadebate el momento que ponía fin al concierto, grabado en vivo la tarde del estreno.

Almendares, 5 de febrero de 2012

En audio, Sara González interpreta "Hay todavía una canción", de Marta Valdés, con arreglo de Pepe Ordás