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Messié Julián a caballo entre dos centenarios (+ Video)

Bola de Nieve

Bola de Nieve

El nombre del músico cubano Armando Oréfiche entró desde la infancia en mi memoria y -todavía-permanece en ella asociado a un sonido que no podría describir, un sonido ya de otro siglo pero, en verdad, agraciado con la marca de lo inconfundible. No sé cómo pudo ocurrir en una época en que no existía la televisión aunque sí abundaban las imágenes fotográficas en diarios, revistas y cancioneros, de manera que Armando Oréfiche era un sonido y era el nombre que siempre se asociaba a las mangas del traje de rumbero colocada en una fila frontal con los consabidos tres o cuatro músicos agachados en el centro y un letrero de Lecuona Cuban Boys que, más tarde, se cambió por el igualmente aceptado de Havana Cuban Boys sin que ello importara al público atento al devenir musical que, en el país, tenía su mejor propagandista en la radio.

La historia que he podido reconstruir acerca de la personalidad de este músico al calor de mi natural curiosidad y -mucho más ahora con motivo de estarse conmemorando su centenario este 15 de junio de 2011, da mucho que pensar. Oréfiche nació en La Habana y logró una excelente formación musical a partir de las aulas de ese querido sitio durante muchos años conocido como Conservatorio Municipal de La Habana y  honrado luego con el nombre de Conservatorio Amadeo Roldán. Muy joven, luego de haber perfeccionado sus estudios con afamados maestros, entró en la vida musical activa. He leído acerca de su calidad especial como pianista acompañante, que le ganó la preferencia de Ernesto Lecuona desde las temporadas de conciertos que el Maestro desarrollara para mostrar su música, muy especialmente en el Teatro Encanto, en cuya excelente orquesta el joven Oréfiche asumía la responsabilidad como pianista. A comienzos de la década de los treinta, Lecuona decide desarrollar una de esas temporadas en España y garantizar la calidad acompañante de los espectáculos haciendo viajar, desde Cuba, a dicha orquesta. Luego de una exitosa aunque relativamente breve serie de actuaciones, razones de salud le obligan a regresar a Cuba. Los músicos, en su mayoría, deciden permanecer en Europa. El joven pianista Oréfiche no sólo se hace cargo de dirigir y mantener la orquesta, organizada sobre bases de calidad sino que decide acrecentar el atractivo que la música cubana había demostrado ejercer sobre el público español, dotando al conjunto, desde el punto de vista visual, de toda la espectacularidad posible. Así aparece el elemento de vestuario a partir del llamado  "traje de rumbero", a lo cual suma detalles lumínicos y de movimiento, todo lo cual -amparado en una excelente calidad-trajo como resultado un éxito memorable para los músicos e incrementó la divulgación de los ritmos y estilos de la música cubana en las plazas principales de Europa. Al desatarse la guerra mundial en 1940, la orquesta regresa a Cuba y es, a partir de esa fecha, cuando comienza a popularizarse en el público cubano, latinoamericano y estadounidense.

A mediados de los cuarenta, Armando Oréfiche coincide con Ignacio Villa (Bola de Nieve) en Argentina. Es entonces cuando concibe esa estampa dramático-musical que conocemos como Messié Julián y es ahí donde salta de nuevo la visión del creador que había convertido la presencia de una orquesta en un espectáculo sin que, por ello, se resintiera su calidad musical o se resquebrajaran sus esencias. Es ahora cuando intuye, en el arte de aquel Bola, la garantía para dejar colocada y lista para siempre, tal cual la estaba concibiendo, esa pieza única del cancionero cubano.

Bola nació, al igual que Oréfiche, en la Habana de 1911. De aquella conjunción entre el creador, el intérprete y la obra, se desprende este domingo la voluntad, más que sobrada, para ahondar en la vida y obra de ambos, así como el derecho a sacar las cuentas que la magia de la vida sabe pasarnos. Afilemos el ojo mágico y agucemos el oído en cada audición de ese Messié Julián con que Armando Oréfiche supo calar a Bola; ese Messié Julián con que Bola quiso congratular al compositor: ese Messié Julián que debe estar gozando, a sus anchas, a caballo entre los dos centenarios.

La Habana, 12 de junio de 2011

Messié Julián