Fina García Marruz
Entro en puntillas este domingo al reino de mi quehacer. No quiero que falten pero tampoco que sobren las palabras. Oigo voces y no voy a virar la espalda y desentenderme. Traigo de regalo para todas las madres esta pieza que alguien describiría como mínima y es, sencillamente, una canción exacta, ancha y profunda como para sumergirse a gusto en ella.
Fina García Marruz entregó a su hijo el poema, listo para trasmutarse en letra y música y dejarse cantar:
Sólo el amor
José María Vitier pidió prestado a su madre un rato de silencio, cerró los ojos y dejó que las manos comenzaran a moverse a gusto sobre el teclado. Modosas, renuentes a enredarse en arpegios, escalas o cualquier forma impetuosa de reclamar la atención del prójimo en busca del menor síntoma de asombro o de cualquier exclamación aparatosa, ellas soplaron al oído del hijo la parte del enigma lanzado por su madre, que estaba todavía por descifrarse.
Cuando te llamo,
no vienes.
Cuando me llamas,
no voy.
Para que a nuestro encuentro vaya,
sólo el amor.
El canto de Martirio -mujer madre y también mujer poesía-se hizo uno con el piano y ya ni la palabra ni la música se sintieron huérfanas sobre la hoja de papel. Quedaron unidas, a la espera de un segundo domingo de mayo convertido en acción de gracias, a fuerza de regalarse a los oídos de todas las criaturas. Bendita una y mil veces la presencia de Fina en el reino de la canción.
La Habana, 8 de mayo de 2011
Sólo el amor
Texto: Fina García-Marruz. Cuba
Cuando te llamo,
No vienes.
Cuando me llamas,
No voy.
Para que a nuestro encuentro vaya,
Sólo el amor.