- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

Recordando a Frank Emilio (+ Video)

Frank Emilio FlynnDaría cualquier cosa por poder  remontar la calle Lacret en Santos Suárez y, una cuadra después de la heladería, doblar a la derecha y luego a la izquierda y saber que, detrás de los ladridos del perrazo Yemen, subiendo al portal de la casa de Nena, la cuñada, luego del abrazo cariñoso de su inseparable Marta, sentado en el sillón de siempre, muy cerca del piano, estaría esperándome --tan cariñoso- el inmenso Frank Emilio. Pocas palabras bastarían para que entráramos en materia, desenfundando yo mi guitarra y haciendo crecer él su guión sobre el atril. Desde la primera vez que tuve la oportunidad de relacionarme así de cerca con el músico y el ser humano que fue, nos entendimos a la perfección. Siempre subiendo la parada -como corresponde-su paso por entre los recovecos de mis canciones puso en claro mil y una formas de ponerlas a salvo.

En mi  adolescencia, me había aficionado a escuchar por las tardes un programa radial donde el cantante Reinaldo Henríquez y el pianista Frank Emilio interpretaban canciones que me marcaron para siempre, entre las que predominaban algunos títulos de Adolfo Guzmán. No había escuchado antes los nombres de aquellos dos artistas así como tampoco he percibido, después, una compenetración semejante entre dos seres diferentes. Debe haber sido entonces cuando mi sensibilidad creó una segunda naturaleza que me obligó, en lo adelante, a distinguir especialmente al cantante que se mantiene, a lo largo del discurso interpretativo, en estrecha correlación con el acompañante así como al acompañante que tiene muy en cuenta la necesidad de ese diálogo, lo importante de no tratar de prevalecer con escalas, floreos y demás escaramuzas o, por el contrario, tampoco limitarse a rellenar sin sentido ofreciendo un fondo monótono que conspira contra la voluntad de comunicación.

El nombre de Frank Emilio también se mantuvo, en mi historia de aquellos tiempos, vinculado con el cantante Pepe Reyes en un programa nocturno donde un acompañamiento fuera de serie se repartía entre varios instrumentistas. No se mencionaba la palabra "feeling" pero, evidentemente, quienes llenaban aquel espacio (fuera de serie también, como corresponde) traían a los hogares el mensaje de la nueva forma de concebir, cantar, acompañar la canción, el bolero, la guaracha, el mambo y el bolero-mambo, para títulos que nunca ocuparon el primer lugar en la selección de éxitos o "hit parade" pero que sí comenzaban a encantarnos a la manera que lo hacía el tema del programa: Hasta mañana, vida mía, de Rosendo Ruiz Jr., bolero cuya melodía -según han afirmado algunos conocedores de la historia que se forjó en los tiempos fundadores del "feeling", se silbaba como contraseña entre los jóvenes asiduos a reuniones en la casa de Ángel Díaz allá por los años cuarenta del siglo pasado.

Finalizando los cincuenta, cuando ya comenzaban a circular mis primeras canciones y a aparecer en mi paisaje personal amigos que ellas mismas habían atraído, como era el caso de Giraldo Piloto,  Frank Domínguez y Elena, la muchacha de la voz grave en el Cuarteto D'Aida, me aficioné a frecuentar las tandas que ofrecía el Club Cubano de Jazz los domingos en la tarde, en el sótano del edificio de P y Humboldt donde, por aquel entonces, se hallaba enclavado el restaurante Habana 1900. Fue allí donde pude ver y escuchar en persona, por primera vez, a Frank Emilio.

Transcurrían aquellas tardes viendo desfilar por la escena a los más destacados jazzistas del país. Por supuesto, ni remotamente se me ocurría acercarme al único cuyo nombre ya me resultaba familiar; mucho menos, concebía yo la peregrina idea de hasta qué punto, no ya en el plano musical como esencia y presencia en la expresión de mis composiciones sino en el reino de la comunicación espiritual que alcanzamos en el curso de interminables conversaciones, Frank Emilio Flynn entraría a formar parte de mi historia. Del lado de allá, en el pequeñísimo escenario, el tropel de razones para  ayudarme a asumir el camino de la música como cosa definitiva. Del lado de acá, bien para atrás -que es como me gusta--, callada y encogida, quien suscribe estos párrafos.

Siempre hay una primera ocasión y siempre existe alguien que es especialista en viabilizarlas. Ese fue el caso de mi amigo Piloto. La gran ilusión, tanto suya como de otros músicos como Guillermo Barreto y el propio Frank Emilio, era consolidar, más allá de su pequeño círculo de amigos y colegas, la idea de un jazz cubano, un trabajo jazzístico a partir de temas nuestros, ya conocidos o de nueva creación. Un grupo de afines, comandados por Frank Emilio, se había integrado con Papito Hernández en el bajo, Guillermo Barreto en la batería y las pailas, Tata Güines en las tumbadoras y Gustavo Tamayo en el güiro. Nacía el Quinteto Instrumental de Música Moderna, nada vinculado a nociones de mercado pero sí a punto de grabar en un estudio privado donde una pieza de Piloto y Vera formaría parte del programa previsto para la tarde sin fecha en que crucé, con Frank Emilio, las palabras que dieron inicio a nuestra singular amistad. (Continuará)

Almendares, 10 de abril de 2011"Blues in cha"

"Blues in cha", interpretado por el Quinteto de Música Moderna


"Blues in cha", un tema del célebre binomio Giraldo Piloto y Alberto Vera, interpretado por el célebre Quinteto de Música Moderna en los estudios de grabación. Concretamente en los predios de una emisora habanera que para 1959 -con una larga presencia en el éter citadino- continuaba destacándose por sus programaciones de música jazz: la CMOX, el productor Adolfo Seeman hizo posible que quedaran registradas las improvisaciones de Frank Emilio Flynn al piano, Guillermo Barreto en drums, Gustavo Tamayo en güiro, Orlando Papito Hernández en el contrabajo, y Arístides Soto (Tata Güines) en las congas.