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A todo Pancho (+ Video)

Pancho Amat

Pancho Amat

Este martes 25 de enero, se hizo realidad la decisión justísima de un jurado designado por el Instituto Cubano de la Música, de otorgar el Premio Nacional de Música a Pancho Amat. Desde que, en diciembre pasado,  tuve la alegría de conocer a quién había correspondido este honor en 2010, me dije: a todo lo que  Pancho representa, a todo lo que se ha propuesto y ha conseguido hacer, al músico y a la persona, le encajan los "por cuanto" enumerables y por enumerar, que suelen colmar las Actas de premiación.

Siempre que pienso en aquellos que han puesto su arte, su oficio o sus conocimientos en función de la vida espiritual de todos, quiero --siguiendo la máxima del inmenso Miguel Matamoros-- "...saber de dónde son...". En este caso, no diríamos "los cantantes" sino alguien como Pancho, una persona que siempre, de algún modo, muestra su identidad de bien nacido en el pueblo de Güira de Melena, al sur de La Habana, y que se confiesa devoto estudioso del pinareño Niño Rivera y del matancero Arsenio Rodríguez (según tengo entendido -simpática coincidencia- nacido en otra Güira, la de Macurijes) nos tocaría decir más bien: "...yo quiero saber de dónde son los treseros". Curiosamente, este instrumento típico de nuestra música, cuyas virtudes han sido amasadas por tantas generaciones, en más de un episodio de la historia de esta expresión se ha propuesto -y lo ha conseguido-probar fortuna en ámbitos donde, sin dejar atrás sus raíces, se inserta primero y, a continuación, se sale de sus propios bordes y, al hacerlo, aporta cosas nuevas a esos otros mundos donde decidió hacer labor de regadío haciendo caer sobre nosotros, como agua fresca, el sonido de sus tres cuerdas dobles.

Así, digno de profunda reflexión, fue el empeño innovador de Arsenio Rodríguez que no cesó de abrir caminos desde la década de los cuarenta del sigloXX. Así ocurrió con el Niño Rivera cuyos arreglos para conjunto, para jazzband o pequeña sinfónica, nacidos desde su tres, revolucionaron el sabor de los sones, mambos, guarachas y boleros y entretejieron la armonía de esas canciones suyas misteriosas e irrepetibles que alcancé a escucharle finalizando los cincuenta, tanto en dúos instrumentales con otro inolvidable tresero a quien llamaban "Neneíto" como en función acompañante para respaldar aquella voz  cálida, apagada y lustrosa al mismo tiempo de hombrón sin edad, que se las arreglaba para quitarnos el aliento con una confesión rarísima para semejante estatura:

"...si miro a tus ojos, en su expresión

veo que lo que quieres es que te bese

y ya no quisiera cantar

para besarte..."

(Tú y mi música)

De toda esta riqueza nace la sensibilidad de Pancho Amat cuyas primeras palabras, al saberse portador del Premio merecidísimo que acaba de recibir, fueron de agradecimiento para su padre, que le hizo posible tener en sus manos el primer tres; sus expresiones de reiterada devoción a esos dos pilares de la música cubana que le hicieron reconocer en el tres un punto de partida y un camino hacia cualquier rumbo por donde una sensibilidad musical bien plantada como la suya, diríamos que una hombría musical de bien, decidiera transitar. Siempre será un placer como pocos, repasar su preciosa trayectoria, degustar las grabaciones donde quedó registrada su entrega en el seno de tantas agrupaciones, sus inspiradas maneras de responder a la invitación de cantantes e instrumentistas para figurar en el elenco de sus discos; siempre será un gusto enterarse por algún amigo lejano --o por algún visitante recién conocido-- de la estela de admiración que su presencia ha fijado en tantos públicos a partir de sus actuaciones en eventos internacionales donde, de algún modo, cada uno de nosotros dice "presente" cuando se  reconoce el valor de este cubano que siempre se esmera en hacernos sentir contentos y que una vez por mes, acompañado de su inseparable Cabildo del Son, nos invita a pasar la tarde junto  a los vecinos de La Habana Vieja en la sede provisional del Museo Nacional de la Música, en la calle de la Obra Pía para, así, mantener viva su Peña.

Buen cierre para enero la entrega de este Premio a Pancho Amat, el tresero, el cantor, el arreglista, el compositor, el maestro, es decir, a todo Pancho.

Almendares, 30 de enero de 2011

En video, Pancho Amat y el Cabildo del Son interpretan "Ella y el ciclón"