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Buenos días, Portillo (+ Video)

César Portillo de la Luz.

César Portillo de la Luz. Foto: Juan Miguel Morales López

El calendario nos regala esa "feliz coincidencia" a la que aludía el inolvidable Vicente Garrido y amanecemos en domingo celebrándole el cumpleaños a César Portillo de la Luz. La efemérides se nos presentó con una hora de retraso a causa del cambio de horario, otra coincidencia que puede haber dado lugar a que el festejado se sintiera impaciente, en el caso de que un personaje de la noche como lo ha sido él por derecho propio, hubiera decidido esperar despierto su fecha natal. Sin embargo -pienso yo-la sangre no debe haber llegado al río para quien tiene el antídoto perfecto, ya que supo crear --hace unos treinta años-- el Son al son. Posiblemente haya sido ese el momento oportuno, no para una colada de café -única bebida perversa por la que ha mantenido especial predilección-sino para prepararse un cocimiento de romerillo, la planta silvestre que, según él, conserva la salud y que por partida doble (recuérdese a Teresita Fernández) no se cansa de hacernos guiños desde el  mundo de la canción.

Fuera de todo juego aunque sin perder el ánimo festivo que la ocasión merece: bien vale la pena entrar en detalles y dedicar esa hora de más que nos regala el cambio de horario, a hacer énfasis especial en algún aspecto de lo que ha sido la espléndida obra de Portillo de la Luz. Más allá de la inspiración melódica, más allá de ese libérrimo dominio de la estructura que nos ha dado canciones asequibles a todos los gustos sin sujetarse a esquemas, más allá de esas modulaciones armónicas que, muy tempranamente, estremecían el ambiente diurno (nada de nocturno) cuando la voz de Roberto Faz, respaldada por el Conjunto Casino con arreglo del Niño Rivera, enarbolaba su versión insuperable de Nuestra canción. Saquemos bien las cuentas, busquemos los zapatos más cómodos y entremos a este bosque con el empeño decidido de ver los árboles. Primavera y sol nos regala esta canción en su letra; Portillo (no olvidemos la condición significativa que le aporta el apellido "de la Luz") es un espíritu observador de los estados del tiempo así como de las categorías que él engendra. No voy a cargar estos párrafos con detalles, entre otras cosas porque mi interés es ofrecer algunas pistas que despierten la curiodidad indiviual de los lectores en repasar la obra creada por este hombre cuyo mayor orgullo no es el de haber sido cantado y orquestado por los más famosos  sino el de haber podido llegar a esa parte del ser humano que no reconoce más diferencias que aquellas que la sensibilidad pueda generar.

Entonces, me inclino a crear un acertijo en este día, a dar la voz de "¡listos! ¡Ya!" para que cada cual revuelva su memoria musical en busca  del hombre que bien pudo haber dicho: "no existe un momento del día en que no reflexione acerca de todo lo que me rodea, en que no recorra los trastes de mi guitarra en busca de argumentos y verdades"; el hombre que puso oído todo el tiempo y, por eso, estuvo despierto para contarnos, sin rebuscamientos, que era ya la madrugada cuando  se escuchó una voz desde el fondo de la noche, que melodiosa cantó (de paso, descubrió que la noche tiene fondo y quién sabe si pudo asomarse a él pero no  ha tenido a bien revelarnos los secretos que allí encontró).

Será un acontecimiento para el espíritu adivinar, desde esa temprana manera de ser rotundo, presente en el joven veinteañero que declaraba el mundo entero, el infinito serán pequeños comparados con la dicha de tenerte entre mis brazos, al fin de mí, toda la grandeza que, en el transcurso de su frondosa vida -- señor de lo impecable-- ha venido aportando al tesoro de la cubanía.

Con toda seguridad, resultará una buena práctica seguir repasando la obra de César Portillo de la Luz; de ser posible, anotando en una hojita de papel los títulos de las piezas suyas que nos vengan a la mente y, todavía mejor, pasándonos todo este domingo tarareándolo o canturreando aquellos fragmentos que sabemos de memoria -o mucho más, tomando la decisión de aprenderlas de arriba abajo -como se dice en el argot de los músicos-- y enseñárselas al menos a una persona más. Puede ser este el homenaje más justo para devolver -literalmente-al César lo que es del César por todo lo que nos ha venido regalando desde aquel 31 de octubre de 1922 cuando, en la ciudad de La Habana, vio -también literalmente-- la luz que traía por partida doble.

Con todo respeto, Maestro, a nombre de tantos destinatarios a quienes usted ha encomendado su son entero, acepte que lo llame (sin ánimo de plagio y a modo de piropo) Portillo de mi tierra linda. Que pase un feliz cumpleaños.

Almendares, 31 de octubre de 2010

Elena Burke interpreta "Son al son", de César Portillo de la Luz