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Domingo Aragú y sus cien años bien vividos

Domingo Aragú

Domingo Aragú

Repaso los pormenores acerca de la vida y el quehacer de este gran músico cubano que el miércoles 4 de agosto arribó - en plena lucidez-- a la categoría de un hombre centenario.  De entre las páginas del Diccionario enciclopédico de la música en Cuba* surgen, acentuando la marca del ritmo a la manera afinada y poderosa de los timpani o bien con toda la sutileza del triángulo, los pensamientos que una historia como la de Domingo Aragú pueden desatar ante la sana curiosidad de quienes -a la manera de tantos espectadores y espectadoras como yo-hayamos tenido a mano de semana en semana durante varias décadas, como la cosa más natural del mundo, la imagen de aquel apuesto caballero ascendiendo a la última fila de la Orquesta Sinfónica para asumir la jerarquía de un monarca ante cuyo gesto de mando el pensamiento del creador o la mano del director más exigente se transformaban, por un instante, en dóciles servidores.

Repaso la visión que el músico de cada ensayo, de cada concierto; el maestro de todos los días de clases; el ser humano reconocido como buen hombre y buen amigo, deja en el ánimo de sus contemporáneos y encuentro motivos para sentirme contenta de haber vivido en el tiempo de este cubano que nació en un pueblo pequeño del centro de la Isla (no faltaba más) y recibió sus primeras nociones de música así como sus primeras, afiladas herramientas, las que le acompañarían a todo lo largo de su trayectoria, no en Europa o en Norteamérica o en sitio alguno fuera de los bordes de nuestro territorio sino en una ciudad de provincia. La década de los treinta del siglo que le vio nacer, tenía deparada para él, a los efectos de su formación definitiva -ya en La Habana- la dicha de poder completar su hechura en el contacto con el Amadeo Roldán maestro, director y compositor cuya memoria honra el músico al legarnos un sólido y conmovedor testimonio recogido en la compilación que tuvieron a su cargo Antonieta Enríquez y José Piñeyro  acerca del autor de La Rebambaramba.

La presencia de Domingo Aragú puede definirse como una constante en la historia de las agrupaciones orquestales que se fueron sucediendo o que coexistieron para hacer posible la vida musical cubana en su  reconocido esplendor, en su dignidad y solidez, por el resto del siglo XX. El mencionado Diccionario lo sitúa, más allá de su  intensa ejecutoria cerca de  Roldán, tocando bajo la batuta de insignes figuras musicales como Pedro Sanjuán, Massimo Freccia, Gonzalo Roig, Erich Kleiber, Igor Stravinsky, Juan José Castro, Bruno Walter, Carlos Chávez, Herbert Von Karajan, Serguei Kousevitsky, Igor Markevich, Enrique González Mántici, Félix Gurerrero, Jorge Bolet y Manuel Dúchesne Cuzán.

Domingo Aragú, todo el saber que les sirvió para convertirse en músicos. Vale la pena reproducir la lista que nos ofrece el libro consultado como referencia para este recuento y citar, entre los nombres de sus discípulos más relevantes, a Emiliano Salvador, Enrique Plá, Lino Neira, Jorge y Marcos Valcárcel, Ignacio Berroa, Roberto Concepción o Ruy López-Nussa. Otro detalle consignado en sus páginas reza, literalmente, así: "La crítica le ha considerado uno de los más importantes intérpretes del timpani en las obras del compositor alemán Ludwig Van Beethoven". Ha merecido, entre otras distinciones, la Orden Félix Varela de Primer Grado y el Premio Nacional de Música.

Memorable siglo el que ha contado entre sus hijos a ese hombre del pueblecito, de la pequeña ciudad, del barrio y el día a día, padre y maestro de  músicos, guardián de tantos pasajes musicales  que tantas veces nos ha ayudado a valorar en su justa medida el pensamiento del compositor y la acción de quien alza la mano desde el podium confiando en el gesto cómplice que hará posible la conciliación entre ambos. Feliz entrada, Maestro Aragú, en esta segunda centuria que le agradece tan sana lección.

Almendares, 8 de agosto de 2010


*Giro, Radamés. Diccionario enciclopédico de la Música en Cuba (Tomo 1, pág.64/) Editorial Letras Cubanas/ La Habana, Cuba, 2007