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¿Cubano de origen africano o afrocubano? (+ Videos)

Yemayá

No por cuestionado en los ámbitos académicos, el término "afrocubano" va a dejar de estar presente tanto en análisis históricos, como en los más actuales, cuando de cultura cubana se trate. Mucho se ha debatido sobre si el producto resultante de lo "afro" y de lo cubano, más que una mezcla de ambos, es cubano de origen africano, o africano transfigurado en Cuba. Poco importa esta u otras disquisiciones al respecto. Tal vez el debate que aquí se abra aporte nuevas y más profundas reflexiones.

En esta ocasión traemos a los lectores de NosOtros, un brevísimo fragmento de una obra imprescindible de la bibliografía cubana: Africanía de la Música Folklórica de Cuba, de Fernando Ortiz publicado por la Editora Universitaria, Universidad Central de Las Villas en 1965. Esta obra de 490 páginas, Ortiz reimpresa por nuestras editoriales y muy buscada por musicólogos, antropólogos e historiadores de otros países, es una genial síntesis de la historia social de la música en Cuba. Es un libro imprescindible, pues no hay modo de tener una visión completa de este país al margen del ingrediente musical.

Dos son las cosas típicas de Cuba que ésta ha dado al mundo y han sido recibidas con universal beneplácito; y ninguna de ellas se debe sólo a los blancos, habiendo nacido ambas del abrazo cruzador de distintas culturas. El tabaco y la música. En Cuba fue descubierto el "tabaco", en noviembre del año 1492, en esa misma forma de "cigarro torcido" o "puro" que sigue siendo un regalo de insuperada exquisitez. Herencia de indios y adaptación de negros y blancos; producto mestizo. Otro don de Cuba al mundo ha sido y es su música popular. Engendro de negros y blancos; producto mulato. Y esta última es de ambas cosas la más genuinamente de Cuba porque, mientras el tabaco y el modo de fumarlo no fueron privativos de los aborígenes, esas músicas mulatas, que se dan en Cuba como las palmas reales, sí son creaciones exclusivas del genio de su pueblo...

Los cubanos hemos exportado con nuestra música más ensoñaciones y deleites que con el tabaco, más dulzuras y energías que con el azúcar. La música afrocubana es fuego, sabrosura y humo; es almíbar, sandunga y alivio; como un ron sonoro que se bebe por los oídos, que en el trato iguala y junta a las gentes y en los sentidos dinamiza la vida.

Las músicas negras llegaron a Cuba con las blancas y con estas se maridaron; y ambas son las únicas que por su estrecho abrazo han codeterminado las diversas características de la música nacional de Cuba. Europa y África han proporcionado los materiales con que ha sido moldeada la música de Cuba. No toda la música cubana tiene acentos negros, parte de ella está compuesta bajo la inspiración y a estilo de la llamada "música occidental", de la que algunos, con impropiedad, dicen "música universal" y es ciertamente la superior. Pero no es menos indudable que la música más característica de Cuba, la que le ha dado resonancia mundial, es aquella que fue fundada con raudales de africanía, en este crisol criollo puesto al fuego tropical; producto de una transculturación blanquinegra, desde los multiseculares tiempos de la zarabanda, el cumbé y otros bailes plebeyunos hasta los contemporáneos éxitos de los compositores cubanos Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, quienes llevaron valores afroides de Cuba a la "alta música sinfónica" de nuestros tiempos en el auditórium universal.

(...)

La música afrocubana es indudablemente cubana, de plena cubana; pero quien estudie desde un punto de mira histórico o etnográfico la música cubana, en lo que ésta tiene de más entrañablemente nacional, no podrá prescindir de una nomenclatura apropiada mediante la cual pueda significarse lo afronegro que casi siempre hay en ella y que le dio sustentes, sus curvas y sus calores. Y necesariamente, se le exija su valoración cultural, tendrá que llamarla "afrocubana" o "mulata" para distinguirla de la música "eurocubana".

No está mal que a la música popular de Cuba, que va por el mundo cautivando a las gentes, se le diga "cubana y nada más que cubana", porque "cubana" es por su esencia; pero esto no puede impedir que cuando se necesite especificar la caracterización histórica o transcultural de esa música bailable,... se le califique sin rebozo de "afrocubana".

De tal modo que bien puede decirse de Cuba lo que de Brasil dijo Euclides da Cunha: "el mulato nos llegó hecho de fuera", pues en la Península Ibérica hubo millares de "morenos" y "pardos" mucho antes que en América y allí resonaba ya la música africana cuando Colón no había nacido. El mismo don Cristóbal tuvo que oír la música africana en Lisboa y en Sevilla, y en la misma Guinea antes de lanzarse a mar traviesa hacia el Poniente ignoto. Y luego, de España se trajeron negros a Cuba y con ellos venía en sus tambores y vihuelas una música ya amulatada en Andalucía.

Y por otra parte, habrá también que descubrir y analizar numerosos sincretismos que han fundido elementos de diversas culturas negras en creaciones criollas; enlaces a veces intrincados de las varias culturas africanas entre sí y de estas con las blancas.

Hoy en día es a veces imposible clasificar los temas y elementos musicales de los afrocubanos por su oriundez.

Al historiador de la música afrocubana le será difícil penetrar en el campo objeto de su estudio por la escasez de informaciones, pues en Cuba la música de los negros jamás fue estudiada y así los escritores nativos como los viajeros que pasaron por el país sólo escribieron meras impresiones acerca de ella y trataron de sus aspectos sociales, no ocupándose de su trascripción ni de su análisis.

Es explicable, pues, que la música llamada "negra" que ha sido reflejada por ciertos discos, películas, radiofonías, teatros y cabarets, sea a menudo falsificación, a veces cínica, de la que luego se ríen los músicos afrocubanos y... los dioses.

Los sincretismos originados por los enmarañamientos genéticos y étnicos tienen que ser estudiados, además en relación con el ambiente y las presiones sociales en que aquellos se produjeron. Porque los factores humanos de la cubanidad no son simplemente negros de África y blancos de España, revueltos y refundidos en un crisol hirviente con la hoguera del trópico, sino negros arrancados de sus tribus y sopeados en esclavitud y blancos desarraigados de sus villorrios y aldeas y ahupados de repente a un rango de amos y en afán de incondicionado medro.

El estudio objetivo, científico y artístico, de la música afrocubana requiere ante todo limpieza completa de prejuicios, así de los racismos misonegristas como de los rutinarismos académicos y moralistas, ingenuos o hipocritones, para quienes toda música de negros es un barullo cacofónico para ocasión de impudicia y relajo.

Interpretación de la "Canción de cuna al niño negro", de Amadeo Roldán, por el cuarteto de cuerdas "Ictus"

Interpretación del "Canto de los cafetales", de Alejandro García Caturla, por el Coro Nacional de Cuba