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Mario R. Menéndez Rodríguez, baluarte de la dignidad del periodismo latinoamericano

Mario R. Menéndez Rodríguez. Foto: Diario de Yucatán.

Este 15 de abril, recibimos la infausta noticia de la partida física a la inmortalidad de don Mario R. Menéndez Rodríguez, el ilustre intelectual y periodista, el entrañable amigo del pueblo cubano; el hombre que entregó su vida y su obra al servicio de su tierra natal, México; de Cuba y de toda Latinoamérica.

Pensemos que Mario, durante más de medio siglo y a lo largo de su fructífera carrera intelectual y periodística, fue un firme baluarte e inteligente divulgador de la historia y la cultura cubanas y también fue un fiel defensor de la patria de José Martí, de la Revolución cubana y del pensamiento de Fidel y del Che.

Desde su temprana juventud, ejerció la profesión de periodista de manera consecuente, ética y digna; fue un firme defensor de las causas justas, patrióticas e internacionalistas en México y en nuestra América; contribuyó al fortalecimiento y desarrollo de las relaciones fraternales entre los pueblos mexicano y cubano, y fue un amigo irrestricto y leal a la Revolución cubana, a la que siempre le demostró su inquebrantable solidaridad.

Debemos recordar que Mario procede de un tronco de raíz martiana y cubana, que fue sembrado en las tierras villaclareñas de Remedios, en el centro de Cuba, desde donde a mediados del siglo XIX emigró hacia Yucatán su ilustre bisabuelo, el patriota cubano don Rodolfo Menéndez de la Peña, considerado el Padre de la Educación Yucateca, el hombre que recibió a Martí en la playa de Progreso y lo acompañó durante su estancia en aquellas tierras, porque don Rodolfo siempre fue un hombre comprometido con la independencia de Cuba en los años de la Guerra Necesaria.

En esta hora de dolor, recordamos a nuestra entrañable y amada Alicia Figueroa, su fiel compañera y esposa; a toda su familia, amigos, compañeros y colaboradores, a todos los que no dudaron en acompañarlo en estas luchas hasta el momento de su partida.

Gracias para siempre, querido y entrañable amigo del pueblo cubano. Gracias por la lección de humildad que nos regalaste a lo largo de toda la vida. Gracias por entregarle todo tu amor y tu infinita bondad al pueblo cubano y a Fidel.