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Hablemos de pelota: ¿Es posible alcanzar el boleto olímpico?

Frederich Cepeda es el capitán de la selección cubana. Foto: Escambray

Pocos aficionados imaginaron hace varios años atrás que nuestra selección nacional tendría que pelear duro para lograr su pase a estos Juegos Olímpicos cuando ha sido la reina absoluta en las cinco ediciones donde este deporte ha estado presente.

Fue difícil de vaticinar que luego de alcanzar aquella medalla de plata en Beijing hace ya 13 años y de ser el único país que ha llegado a la final en todas las citas estivales, se viera amenazada su presencia en esta fiesta cuando restan menos de dos meses para su inicio.

En aquel momento nuestra isla ocupaba el primer lugar en el ranking mundial de la Confederación Mundial de Béisbol y Softball (WBSC por sus siglas en inglés) y ostentaba en sus vitrinas tres medallas doradas en olimpiadas (Barcelona 1992, Atlanta 1996, y Atenas 2004), así como la plata antes mencionada y la lograda en la edición de Sidney 2000.

Mucho ha llovido desde entonces y nuestro deporte nacional ha sido golpeado por las emigraciones de varias de sus estrellas y talentos en desarrollo y por crisis económicas, al punto de perder todas las supremacías en las diferentes categorías en competencia hasta caer a un séptimo lugar en el ranking mundial de la WBSC.

Por otra parte el béisbol fue cambiando su filosofía y comenzó a interpretarse de maneras distintas donde el instinto y la observación de los rivales fueron aplastados por la tecnología y la ciencia de la sabermetría, convirtiendo este deporte en un combate de oficinas donde la victoria se puede lograr mucho antes de entrar al terreno de juego.

Aunque en estos momentos Cuba ya no puede contar como antes con sus principales figuras para enfrentar un torneo internacional, no son esas las causas principales de la caída del impacto de su béisbol en esas arenas, ya que en esta tierra privilegiada los buenos peloteros pululan por los rincones.

Es así que un deficiente estudio de contrarios y una mentalidad perdedora se han unido a largas sesiones de entrenamientos previas a las competencias, donde ha primado el desarrollo físico sobre lo táctico en un deporte donde el factor psicológico tiene gran influencia en los resultados finales.

En muchas ocasiones hemos asistido a los torneos después de cargas físicas elevadas, con selecciones confeccionadas con fisuras y con peloteros convocados que no se encuentran en su mejor forma deportiva. Muchas veces hemos enfrentado a países con nóminas inferiores a la nuestra que nos han vencido con “oficio” apoyados en estudios previos que les han permitido conocer nuestras debilidades y las fórmulas para “congelar” las habilidades de nuestros atletas.

Las opciones que tenemos ahora para alcanzar el boleto a las olimpiadas de Tokio son limitadas cuando todos estos elementos están “martillando” nuestras esperanzas y aunque una vez más como cubanos que somos recogemos del suelo el optimismo quebrado en pedazos para pegar todas sus piezas y salir a apoyar a los nuestros, la tarea no será fácil.

Me preocupan muchas cosas como a todos los aficionados que quieren ver una vez más al equipo de las cuatro letras en los Juegos Olímpicos. Desde nuestro palco pocos conocemos de la forma deportiva que pueden tener ahora mismo los hombres que no han entrenado con el grupo, estamos escépticos con los pocos días que tendrán de adaptación al nuevo uso horario los que están contratados en la Liga Japonesa, y no sabemos si realmente se ha “tarjeteado” bien a los adversarios y hasta qué punto ellos han estudiado a los nuestros.

Aún no podemos saber si Armando Ferrer y su cuerpo de dirección han diseñado estrategias basadas en una alineación rápida y de líneas cortas o se apoyarán en otra donde prime la fuerza y se sacrifique un tanto la defensa.

Lo cierto es que nadie duda que Cuba tiene potencial para llevarse ese ticket en alguno de los dos eventos clasificatorios que restan. Todo dependerá del trabajo que haya podido hacer ese colectivo que los dirige y en la salud mental y física con que se presenten esos peloteros que a diario vitoreamos y admiramos desde la distancia.

Nuestra misión una vez más es apoyar a la selección, despojarnos de las pasiones provinciales, y confiar que esta vez se harán bien las cosas para que nuestro deporte más amado pueda estar representado en la tierra del sol naciente, como todos esperamos.