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El tranque del 5-9

La última vez que la prensa cubana se vio estremecida por estas imágenes, estaba a punto de trancarse el dominó, entonces las fichas gordas andaban en manos de un pequeño grupo que no jugaba limpio, recibían señas del norte y sobre la mesa había más forros que buenas jugadas.

La partida estuvo bastante apretada en más de una data, los de arriba tenían un fichero muy bien surtido y los de abajo, con menos combinaciones a la vista, ni por asomo se dieron por vencidos.

Cuando los cálculos parecían indicar que los del poder se pegarían sin remedio, hubo uno que sorprendió con la buena y dando un golpe de criollo acento sobre el tablero, estremeció a los rivales con un: “Aquí no se rinde nadie, c…”

La partida siguió su curso y con un (7-5) que la mejor pareja sacó en Cinco Palmas, se tuvo la total certeza de que el juego ya no se perdería de ninguna manera. Después, una tras otras, llegaron las derrotas de quienes se pretendían invencibles, hasta que un soberano (5-9) se afincó de manera contundente y aquello sí fue un tranque antológico.

La partida dejó fuera a los que no pudieron botar la gorda y se fueron tumbando con esa carga pesada que había arrastrado a este país hasta uno de los abismos más oscuros de su historia. De entonces en adelante el juego sería limpio y por mucho que han tratado de regresar, agachados y sigilosos, pretendiendo apropiarse de las mejores fichas, al final siempre se les ahorca el doble nueve.