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Los peloteros mambises y los inmortales del béisbol se abrazan de nuevo en la Catedral de la Pelota cubana

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Estadio Palmar de Junco. Foto: Archivo

Félix Julio Alfonso López

 Los días finales del mes de diciembre revisten un gran simbolismo en la historia del juego de pelota en Cuba. Como es conocido, el 27 de diciembre de 1874 se celebró en los terrenos del Palmar de Junco, en la ciudad de Matanzas, un desafío entre un equipo local y el Club Habana, fundado este último en 1868. Tales fechas, aparentemente fortuitas, no pueden dejar indiferente a un historiador, dada la coincidencia de la creación del club Habana en el mismo año del alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes en Demajagua; y la celebración de aquel desafío exactamente diez meses después de la caída en combate del Hombre del Diez de Octubre en San Lorenzo, el 27 de febrero de 1874.

Como he escrito en otra parte: “Mientras la mitad oriental de la Isla libraba combates épicos por la libertad y la emancipación de los esclavos, en el oeste una joven generación de peloteros preparaba, en el ámbito espiritual, una conmoción cultural sin precedentes”. Todo ello debemos verlo como el inicio de un profundo vínculo entre beisbol y nación en nuestro país, proceso en el que se constituyó una comunidad imaginada de afectos, pasiones y sentidos de pertenencia que llega hasta nuestros días.

Sobre el citado juego entre Habana y Matanzas, impropiamente considerado por algunos como el “primer juego oficial”, poco es lo que puedo agregar a lo ya expresado en otras ocasiones: fue un partido concertado entre dos equipos sin mayor trascendencia desde el punto de vista organizativo, totalmente desbalanceado (marcador de 51 a 9, a favor del club Habana), con un árbitro displicente, el terreno en malas condiciones, el pitcher de Matanzas que no sabía hacer los lanzamientos de la manera reglamentaria, una afición entusiasta que resistió con lealtad las casi seis horas que duró el juego, una crónica atractiva y una primitiva hoja de anotaciones, que nos permite conocer la actuación individual de cada jugador por el número de carreras que produjo. Un dato de interés estadístico revela que la batería del club Habana conectó cuatro jonrones, tres a cargo del receptor Esteban Bellán y uno a la cuenta del pitcher Ricardo Mora. Son estos los primeros cuadrangulares conocidos en la historia de nuestra pelota. El singular partido fue suspendido por oscuridad en el séptimo inning, poniendo fin al infortunio de los matanceros, cuando el reloj marcaba las 5 y 35 minutos de la tarde.

Su posteridad la debe sobre todo a su carácter de juego paradigmático, en un momento inicial en la historia del deporte, como lo demuestra su cita en el periódico El Sport muchos años más tarde, en 1887, donde se le describe como ejemplo de “cuando el base ball estaba aún en su infancia entre nosotros”, llamando la atención a los lectores “del número de carreras que se hacía entonces y, sobre todo, en la manera de llevar el score”. Otra razón por la cual este desafío es muy conocido se debe a su inclusión en la primera historia del beisbol cubano, publicada por el joven pelotero Wenceslao Gálvez y Delmonte en 1889, quien nunca menciona que tuviera carácter “oficial”, lo considera “el primer desafío de pelota celebrado en el «Palmar de Junco» en Matanzas entre el club del nombre de aquella ciudad y el Habana” y apunta que lo incluyó dentro de su libro “como documento histórico y curioso”.

En realidad, el primer partido oficial del beisbol cubano se celebró cuatro años más tarde, el 29 de diciembre de 1878, pocos meses después de finalizada la Guerra de los Diez Años, en un ambiente marcado por la nueva legislación metropolitana que promulgó una Ley de Reuniones y Asociaciones, en virtud de lo cual surgió un poderoso entramado civil de asociaciones de todo tipo, incluyendo a los novedosos clubes para jugar béisbol. Estos conjuntos construyeron sus propias plataformas identificativas, que incluían además de las prácticas atléticas bailes, cenas y actividades sociales diversas y los de mayor poder  económico se   unificaron en torno a la  Liga General de Base Ball de la isla de Cuba.

Al primer Campeonato de la Liga General de Base Ball concurrieron tres equipos: Habana, Almendares y Matanzas. En el desafío inaugural del 29 de diciembre participaron los dos conjuntos principales de la capital: los rojos del Habana y los azules de Almendares. El juego, escenificado en los terrenos almendaristas de la “poética barriada de Tulipán”, al decir de un cronista de la época, terminó con cerrada victoria para el club Habana de 21 carreras a 20. Se iniciaba así no solo la historia del beisbol organizado en la Isla, sino también una exacerbada rivalidad entre rojos y azules que duraría hasta el fin de la pelota profesional en Cuba.

En el club escarlata militaban una cohorte de pioneros de la pelota cubana, varios de los cuales ya habían participado en el referido juego del 27 de diciembre de 1874 en el Palmar de Junco, entre ellos Ricardo Mora, Emilio Sabourín, Roberto Lawton, Beltrán Senaréns y el considerado por muchos como el más experimentado jugador criollo del siglo XIX, el receptor Esteban Bellán. Por los azules hicieron su debut los hermanos Carlos y Teodoro de Zaldo, los españoles Antonio Alzola y Leonardo Ovies, Fernando Zayas, Alejandro Reed, Eduardo Delgado, Alfredo Lacazette y Zacarías Barrios. Como dato curioso, los hermanos Guilló, quienes trajeron los primeros implementos de beisbol que se conocieron en Cuba, actuaron en ese desafío, Nemesio como jugador y Ernesto como anotador del partido, aunque este último también se desempeñaba como tesorero de la Liga.

He realizado este breve recuento, porque precisamente ese día 29 de diciembre fue seleccionado, en 1940, a iniciativa del periodista deportivo Hilario Fránquiz, para conmemorar el Día del Beisbol Cubano, hecho del que se cumplen ahora ochenta años, y me pregunto si no es hora ya de rescatar esa fecha y otorgarle nuevamente el honroso simbolismo que ella representa.

A partir de ese propio año 1940, fue también el momento en que se realizaban las elecciones de los miembros de la Galería de la Fama de la pelota insular, una novedosa entidad instaurada poco tiempo antes, por resolución de la Dirección General Nacional de Deportes, de fecha 26 de julio de 1939. Como su nombre lo indicaba, la Galería era una especie de templo laico, donde quedarían inmortalizados los peloteros de mayor relieve en el devenir del beisbol criollo. La fecha de inicio de la tarja coincide con la expresada al inicio de estas páginas: 1878, porque fue esa la génesis de una práctica organizada y sistemática del juego de pelota, que llega hasta el presente.

Mi lectura de estos hechos, los enmarca dentro del proceso de transformaciones en la sociedad cubana que siguió a la Revolución de los años 30, y donde, desde la abrogación de la Enmienda Platt hasta la Constitución de 1940, se rediseñó la arquitectura del estado republicano y se reacomodaron las relaciones con los Estados Unidos, se produjo un cambio de los actores en el mundo de la política, incluyendo la presencia de influyentes sectores de izquierda y del trabajo organizado, y los discursos públicos eran proclives a lo que un importante historiador llamó la “nacionalización de la Nación”. En mi sentir, el surgimiento de la Galería de la Fama forma parte también de esos discursos metafóricos que estimulaban el sentimiento patriótico y nacionalista.

No resulta casual que, entre los primeros diez peloteros elegidos, estuvieran figuras de raza negra y muy humildes como José de la Caridad Méndez, Gervasio González y Cristóbal Torriente, al lado de los dos precursores que lograron incluirse dentro de equipos de Grandes Ligas: Rafael Almeida y Armando Marsans, acompañados por otros que representaban los orígenes de la pelota cubana en el siglo XIX.

Durante la primera mitad de la década de 1940, la Galería estuvo ubicada en el estadio Cerveza Tropical y se identificaba con una placa de bronce, donde aparecían los nombres de los peloteros seleccionados. Al pasar la sede principal del beisbol profesional al recién inaugurado Gran Estadio del Cerro, en 1946, el nombre de esta institución cambió a Hall de la Fama del Beisbol Profesional, y la antigua tarja de bronce fue sustituida por una de mármol, empotrada sobre un obelisco, en la que aparecen estampados 68 nombres, desde 1939 en que se realizó la primera exaltación, hasta 1961, en que fueron inscritos los dos últimos miembros: el destacado ex jugador y manager Oscar Rodríguez y el pelotero mestizo Tomás de la Cruz, quien debutó en Grandes Ligas en 1944.

Debemos decir que la ceremonia de ingreso al Hall de la Fama, constituía un acontecimiento relevante para toda la familia del béisbol en la Isla, tenía gran cobertura de la prensa y la televisión, y era muy esperado el momento en que, cubierta la losa con una bandera cubana, esta era retirada y se mostraban los nuevos integrantes del salón.

Después de 1961, y por motivos que podemos conjeturar, dado que aquel ritual formaba parte de las prácticas institucionalizadas de la abolida pelota profesional, se abandonó la costumbre de seguir enalteciendo la memoria de los mejores peloteros de la Isla. Sin embargo, puestos los acontecimientos en perspectiva histórica, un análisis ecuánime nos indica que quizás se pudo haber preservado la tradición del Salón de la Fama, adaptada a los nuevos tiempos de las Series Nacionales, y como testimonio de homenaje a todos los que, al concluir sus carreras, fueran merecedores por sus méritos deportivos de pertenecer a ese grupo de excelsos peloteros.

La propia tarja fue  removida de su espacio original que, según consta en fuentes impresas y fotografías de la época, se encontraba situada frente a la puerta No. 2 de entrada al estadio, y estaba acompañada por otras placas hoy lamentablemente desaparecidas: la que consagraba los 40 años de vida en el beisbol de Adolfo Luque y Miguel Ángel González, las dedicadas al estelar lanzador  Conrado Marrero, al delegado del Club Habana Alfredo Suárez, al veterano cronista Víctor Muñoz y al popular árbitro José “Kiko” Magriñat, y otras que desconocemos su paradero. Lo cierto es que, luego de múltiples avatares y agravios, la losa del Salón de la Fama, con visibles muestras de deterioro, fue rescatada por el periodista Eddy Martin, hombre culto y de gran sensibilidad, y volvió a ser colocada en un lugar del estadio, aunque en los últimos años permanecía fuera de la vista del público.

Cuando decidimos su restauración, lo hicimos con el pensamiento de nuestro maestro Eusebio Leal, para quien todo monumento constituía una huella viva y un testimonio insoslayable de una época, y su pérdida significaba también el quebranto de la memoria histórica asociada a él. Esta inscripción simboliza un periodo de esplendor de la pelota cubana del siglo XX, y los nombres que tiene esculpidos son parte inalienable de la saga de nuestro deporte y también de nuestra nacionalidad, a la cual el culto beisbolero está íntimamente asociado.

En esta tarja aparecen los peloteros electos al Salón de la Fama que jugaron en la Liga Profesional cubana. Foto: Boris Luis Cabrera.

En esta tarja aparecen los peloteros electos al Salón de la Fama que jugaron en la Liga Profesional cubana. Foto: Boris Luis Cabrera.

Se podrán señalar notables ausencias en el monumento, la más inexplicable de todas la de Esteban Bellán, quien como hemos  visto fue el pelotero de mayor calidad en el siglo XIX cubano, y estuvo considerado un maestro del juego por sus contemporáneos; otro nombre que falta es el del pionero Ernesto Guilló, aunque también de manera incomprensible su hermano Nemesio tuvo que esperar hasta 1948 para ser exaltado, cuando en su condición de padre del beisbol cubano debió ser el primero en el listado. Otros importantes beisbolistas del siglo XIX como Francisco Saavedra, Francisco Delabats, Beltrán Senaréns, Ricardo Mora, Francisco Hernández, Miguel Prats y Enrique García, debieron ser también considerados por sus notables actuaciones ofensivas y como pitchers.

Pero los que están allí reunidos, desde José de la Caridad Méndez y Cristóbal Torriente, hasta Adolfo Luque y Lázaro Salazar, pasando por Rafael Almeida, Armando Marsans, Alejandro Oms, Miguel Ángel González y el más grande de todos, Martín Dihigo, son motivo de orgullo para los aficionados y el pueblo en general, y en los casos de los peloteros que además fueron combatientes en la guerra de independencia, constituyen un timbre de gloria para el deporte y para la patria que ellos ayudaron a fundar.

Lo anterior me lleva a la segunda tarja que hoy hemos develado, la cual se encontraba en peor estado de conservación que la del Salón de la Fama, y que fue dispuesta por iniciativa del Dr. Benigno Souza, médico personal del generalísimo Máximo Gómez, e inaugurada el 24 de febrero de 1948. Asoman allí los nombres de 19 peloteros, entre ellos los heroicos coroneles mambises Carlos Maciá y Alfredo Arango, el valeroso capitán Ricardo Cabaleiro, caído en la campaña de Pinar del Rio al lado de Antonio Maceo; el laborante Emilio Sabourín, patriarca del club Habana, condenado a 20 años de presidio en Ceuta, donde compartía celda con Juan Gualberto Gómez y encontró la muerte; el brillante lanzador José Manuel Pastoriza, asesinado en Guanabacoa acusado de distribuir en esa villa el periódico Patria y el intrépido jugador y promotor Agustín “Tinti” Molina, quien fue correo de las emigraciones en el Norte hasta los campamentos mambises y protagonista de un juego en Cayo Hueso presenciado por José Martí.

Al igual que sucede con la placa del Salón de la Fama, no constan todos los que merecen estar entre aquellos que, como reza el texto: “cumplieron su deber patriótico marchando a la manigua libertadora durante la guerra de independencia”. Expreso a la dirección del INDER mi deseo de reparar ese olvido, realizando un nuevo monumento donde aparezcan los nombres de Martín Marrero, Juan Antiga, Víctor Planas, Francisco Alday, Pedro Matos, Enrique y Nicanor Ovares, Nilo y Ubaldo Alomá Ciarlos, Ramón Randín, Alejo Casimajov, Juan José López del Campillo, Orfilio Esteban Lombard y Martín Gallart Odery, quienes además de notables deportistas fueron intachables patriotas. Propongo, además, con sentido de continuidad histórica, realizar la inauguración de esta segunda tarja el 24 de febrero de 2021. Les debemos también una tarja a las primeras mujeres que jugaron beisbol en Cuba, invisibilizadas por una historia predominantemente masculina del juego, desde la mítica precursora Elena E., en el siglo XIX, hasta Mirta Marrero, Brígida Beiro, Eulalia González y otras pioneras en el siglo XX.

En esta tarja aparecen los nombres de varios peloteros mambises. Foto: Boris Luis Cabrera.

En esta tarja aparecen los nombres de varios peloteros mambises. Foto: Boris Luis Cabrera.

Hoy es un día en que nos sentimos dichosos por devolver al Estadio Latinoamericano, Catedral de la Pelota Cubana, un fragmento de su historia que nos pertenece de manera ineludible. A partir de ahora, los aficionados al beisbol, y especialmente los niños y jóvenes, podrán conocer mejor el devenir de nuestro deporte nacional. Estoy seguro que, al pasar delante de las lápidas de mármol, todo cubano inclinará su cabeza en señal de veneración ante los peloteros mambises, y los neófitos preguntarán a sus mayores quienes son esos nombres que aparecen allí, cincelados con letras doradas.

Cuando ello ocurra, nuevamente serán recreadas las hazañas de Maciá, Sabourín, Cabaleiro, Arango, Méndez, Torriente, Sirique, Almeida, Marsans, Dihígo, Oms, el Pájaro Cabrera, Luque, Miguel Ángel, Bragaña, Salazar y muchos otros, que tanta gloria poseen en sus apellidos ilustres de cubanos: negros y blancos, pobres y humildes, espléndidos y dignos.

Esperamos haber contribuido con la restitución de estas tarjas, de manera modesta, a la declaratoria del beisbol como Patrimonio de la Nación Cubana, algo que seguramente nos llenará de sano orgullo y felicidad a todos.  Para terminar, dedico mis palabras a dos criaturas que admiré y me honraron con su amistad: la joven periodista cienfueguera Darilys Reyes, talentosa y apasionada, que se nos fue de manera absurda cuando tenía tanto por hacer; y al inolvidable Ismael Sené, que consagró los últimos años de su existencia a divulgar y enaltecer el beisbol con su distintivo carisma y profunda cubanía.

Muchas gracias.

 

28/ XII/ 2020

Se han publicado 9 comentarios



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  • Maria dijo:

    Estimado Pedro Julio
    Me interesa conocer los origenes de Carlos Maciá por ser pariente mío
    Muchas gracias

  • Gustavo Castellanos dijo:

    Estimado Felix Julio.
    No acostumbro a escribir en el foro, y ante todo, lo felicito por su artículo, pero cuando se habla de peloteros mambises, he estudiado numerosos escritos entre ellos. las dos enciblopedias del beisbol cubano, así como artículos del periodista Reynaldo Gonzalez Villlonga y el libro del historiador Alfredo Santana sobre El Palmar de Junco y en ese conjunto de artículos he logrado compilar los nombres de nunca menos de treinta peloteros patriotas cubanos que se alzaron en la manigua y contribuyeron desde la clandestinidad a la independencia de Cuba, también el vínculo del Danzón, baile bastante contrasproducente con las costubres españolizantes de la época que por algo fue declarado en 1960 Baile Nacional y que estuvo vinculado al beisbol amenizando los juegos, entre otros y no absolutizando la figura de Miguel Failde y su orquesta que amenizaban los juegos el el Palmar de Junco y en la Quinta Oña, también en la ciudad de Matanzas, cuando el Palmar lo utilizaron para la Exposición Internacional de 1871. Por ejemplo, Failde le dedicó un danzón denominado "No se puede pedir más" al manager del equipo Matanzas que en el campeonato de la temporada 1892-1893, ganó por primera vez el campeonato de Cuba, en un play off de tres desafíos con el club Habana.

    Pero lo verdadero importante es que en la temporada de 1894-1895, es que sucedió un hecho inédito en Cuba, y no me atrevería a decir en el mundo, pero, habría que investigar, porque resulta una verdadera rareza, porque ese mismo equipo de Matanzas se alzó casi completo a la manigua cambiando el bate y la pelota por el machete y el fusil, pero no sólo fue ese equipo, que si como equipo fue el único, ahí estuvieron patriotas de muchos equipos como el Habana, el Almendares, el Fe, el Cárdenas, etc.

    En el caso de los nombres es una listas larga, que he recopilado y ustedes, seguramente la tienen, incluso más completa, pero he de destacar al General Pscar María de Rojas, que fue directivo del equipo Cárdenas y como usted conoce fue general de nuestras guerras, en Matanzas, entre otros muchos aparece José Dolores Amieva uno de los fundadores del beisbol cubano, Cabaleiro fue asesinado por partidas de voluntarios, hubo peloteros cubanos que estuvieron alzados con Maceo y Calixto García y ocuparon cargos importantes en la jerarquía militar mambisa. Otro como el patriota Emilio Sabourin murió en prisión en Ceuta y fue compañero de celda de nuestro Juan Gualberto Gomez, he ahí el testimonio de su muerte, por ese patriota y periodista.

    Coincido con Usted y le leí su libro hace años y es muy impotante el papel del beibol y el danzón, así como la rumba en las raices culturales de nuestra cubanida, me enorgullesco de mi matanceridad, precisamente, porque generosamente y sin localismos ha hecho un aporte fundamental a la cubanidad, incluyendo "La Bella Cubana" de Jisé White, la bandera y el escudo, los poemas más importantes a la bandera de Teurbe Tolón, de la guanacabense residente en Cárdenas en el momento del despliegue de esa nuestra bandera, de Bonifacio Byrne, las tres décimas a la bandera de Agustín Acosta, el canto a la bandera y el canto a Fidel de Carilda Oliver Labra, ambos antes de 1959. el Pelusín del Monte de Dora Alonso, el Elpidio Valdés de Juan Padrón, la canción "Yo soy el punto cubano" de la matancera Celina González y el santiaguero Reutilio, los poemas de Plácido, "La Estrella de Cuba" del poeta santiaguero en su estadía en Matanzas José María Heredia.

    Los peloteros matanceros que se incorporaron a la manigua, provenían en gran parte del colegio "La Empresa" de los hermanos Guiteras, denominado "Nido de víboras independentistas" por el Gobierno de la Metrópoli.

    Pero además, en un artículo publicado por el historiador matancero Arnaldo Jimenez de La Cal se hace referencia que un grupo de españoles quisó cambiarle el nombre de Matanzas, por Covadonga a la Ciudad y a la Provincia por considerarlo insurrecto, y tenían razón este nombre se generalizó a raiz del hundimiento en la bahía de Guanima, en el mes de septiembre de 1510 por parte de aborígenes de la aldea Yucayo a un grupo de españoles procedente de Urabá en la actual Colombia y que pretendían cruzar la Bahía; este acto, antes que los españoles iniciaran la conquista es considerado por muchos historiadore en Cuba "el primer acto de rebeldía de los habitantes originarios de este archipiélago ante el conquistador ibero, y ahí se destaca la figura del cacique Guayacayei.

    Todo esto, junto con el hecho del alzamiento de los beisbolistas cubanos de diferentes provincias contra el colonialismo español, nos es un ejemplo del que todos los cubanos nos debemos sentir orgullosos y en mi modesto criterio, sería un acto de mucho patriotismo por parte de todos los cubanos, que el Palmar de Junco, como Usted señala La Catedarl del Beisbol Cubano, se erija un monumento recordatorio y me parece adecuado una llama oplímpica eterna en agradecimiento a ese gesto.

    Con mucho agradecimiento por su importante contribución a la historia de Cuba y deseándoles a Usted y a todos nuestros compatriotas un feliz advenimiento por el "62 Aniversario del Triunfo de la Revolución" y el 60 Aniversario de la Victoria de Girón", con nuestra consigna "Matanceros en Victoria", lo saludo respetuosamente.

  • Gustavo Castellanos dijo:

    Gustavo Castellanos

    Disculpen lo largo del comentario anterior, pero me pareció necesario, y también el hecho de haber errado al ponerle un punto final el cu de la dirección de correo que al quitarselo el correo salió

    Feliz 62 Aniversario de la Revolución

    "Matanceros en Victoria".

  • José Román dijo:

    Muy buenas palabras. Rescatando una parte fundamental de nuestra historia. Gracias.

  • Dr ORLANDO GUTIERREZ BOZA dijo:

    EXCELENTE ARTICULO...FELICITACIONES AL PROFESOR FELIX JULIO... ES NECESARIO DIVULGAR ARTICULOS COMO ESTOS EN ARAS DE NUESTRO BEISBOL Y DE NUESTRA IDENTIDAD NACIONAL
    ADELANTE FELIX JULIO...
    29 DICIEMBRE 2020..DIA DEL BEISBOL CUBANO

  • KAKA50 dijo:

    Muy acertado el escrito pero sería bueno investigar, conocer y publicar sobre patriotas que fueron amantes y practicaron otros deportes como por ejemplo el fútbol el cual le gustaba mucho a el padre de la Patría al Titan de Bronce, Bartolomé Masó entre otros, también la realidad sobre el deporte que practicaban nuestros indios. Muchas gracias

  • JCGARCIAJACOMINO dijo:

    SI NO LE HUBIERAN CAMBIADO EL NOMBRE AL "ALMENDARES" por capricho EN EL 61, LOS AZULES DEL "INDUSTRIALES" TENDRIAN AHORA MAS DE 100 AÑOS COMO CLUB DE BEISBOL...ERROR HISTORICO, Que un dia se va a rectificar,Guste o No...A QUE AL REAL MADRID NI AL BARCELONA SE LO CAMBIARON, NI A LOS CLUBES ALEMANES .. NI A LOS DEL BEISBOL DE LA MLB ,A LOS GRANDES POR LO MENOS.EXCEPTO A LOS "DODGERS"...

  • JCGARCIAJACOMINO dijo:

    MANDELA NUNCA LE CAMBIO EL NOMBRE AL EQUIPO DE RUGBY DE SUDAFRICA.Y EL EQUIPO HABANA SIGUIO EXISTIENDO POR LO MENOS HASTA LOS 80...SOY ALMENDARISTA AUN....

  • Leandro dijo:

    Muy buenos los elementos aportados por Félix Julio, pero al final me queda el sabor de una reducción del lugar que se le ha dado en la historia al juego del Palmar de Junco.

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Félix Julio Alfonso López

Félix Julio Alfonso López

Ensayista, historiador y profesor universitario cubano. Panelista del programa televisivo Escriba y Lea. Es miembro de varias asociaciones profesionales y culturales cubanas. Ha publicado más de cincuenta artículos sobre temáticas históricas y de cultura cubana; textos suyos han sido traducidos al italiano y al inglés. Es autor y coautor de varios libros. Director de Caliban. Revista Cubana de Pensamiento e Historia.

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