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El hilo de Ariadna del periodismo en Cuba

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Foto: aicad.

Mi pensamiento no tiene dos filos ni dos intenciones. Le basta un solo filo bien poderoso y tajante que le brinda la interna y firme convicción de mis actos…

La anterior sería como la «elegía primera» de Pablo de la Torriente Brau. Sin esta no hubiese nacido la inspiración de la «Segunda», la de Miguel Hernández, leída sobre su tumba internacionalista en España: al fin sin tu edificio tronante de guerrero/En la tierra de España te has quedado…

Había en el Pablo literato, periodista, patriota, revolucionario, internacionalista, una coherencia tan tronante como esa vida que es poesía en sí misma; una metáfora extraordinaria con la que se puede intentar encontrar lucidez en las penumbras de este tiempo.

En ello pensaba mientras dialogaba con los colegas en tres provincias cubanas, en un recorrido que, motivado por la entrega de los Premios a la Innovación del Primer Festival Nacional de la Prensa, nos permitió admirar al país tranquilo, empeñado y de resistencia numantina, imposible de encontrar por estos días en los espacios virtuales, donde pareciera que nos consumimos en una peculiar serie de la «guerra de las galaxias».

Alienta vivenciar que mientras desde la contrarrevolución —por vocación plattista o la muy bien pagada— se ataca con mezquindad a sus profesionales y se le intenta denigrar, vilipendiar y deslegitimar ante su pueblo, el sistema de prensa revolucionario cubano busca labrar su propio camino de cambios, sacudirse de viejos lastres, dogmas, mediaciones perturbadoras y ataduras. Intenta avanzar guiado por esa estrella polar que planteó el X Congreso de la Unión de Periodistas: la construcción de un nuevo modelo de prensa público para el socialismo.

Los más de 42 medios y un número superior a los 90 proyectos que compitieron por dichos premios son la señal prometedora de que no vamos rumbo a un desintegrador agujero negro, sino hacia el palpitar de nuevas constelaciones prácticas y conceptuales.

Quienes en vez de la crítica razonada y razonable, la misma que nos hacemos desde hace años en el sector, tocan a degüello contra la supremacía de un sistema de prensa que la Constitución aprobada por mayoría define en propiedad socialista de todo el pueblo o de las organizaciones políticas y de masas, y la acusan de inoperante, entre otras descalificaciones, tal vez a lo que realmente temen es a su «operancia».

Con las virtudes que algunos olvidan y los defectos que todos reconocemos e intentan superarse, no podemos desconocer que la ambición agazapada detrás de determinados intentos de linchamiento particulares y sistémicos de la prensa está el de privar a la Revolución de este formidable constructor de consensos, de este especial valladar contra el caos, el enconamiento, el odio y la manipulación. Nos quieren devolver a la «Isla de los 500 asesinatos», diría ahora seguramente Pablo.

Por ello es relevante no solo que esta editorial lleve su nombre, sino que nos haya devuelto, con la publicación de sus obras y el aliento de sus ideas, los sentimientos, el filo, la gracia, la desenvoltura y la sustancia de su periodismo que, como el de otros grandes revolucionarios y revolucionadores cubanos, desde Félix Varela, pasando por José Martí, constituyen referentes esenciales de cualquier renovación en nuestro campo.

Con Pablo, la Revolución —y con ella la prensa— siempre debería llegar a tiempo, nunca tardar, nunca callar contra todo riesgo. Ello fue lo que lo convirtió en precursor del Nuevo Periodismo, del Periodismo de Investigación y del Literario, tendencias que alcanzaron esplendor muchos años después de su caída en Majadahonda.
Él fue un transgresor más allá del Periodismo; también lo fue desde el punto de vista intelectual, ético, humano y político. Como subrayan sus estudiosos, era irreverente y un desacralizador en rebeldía contra todo dogma, incluyendo los expresivos.

Cuánto de lo anterior podemos necesitar ahora mismo, mientras nos enfrentamos, como pueblo y como sector estratégico en la defensa de sus intereses y sueños, a los escenarios comunicacionales y periodísticos desafiantes de la era de la convergencia y a una guerra de cuarta generación.

En esta editorial, que ha llevado su nombre con honra, como nos propone el eslogan por estos 35 años, podemos encontrar los hilos de Ariadna de ese periodismo por el que tanto nos hemos plantado y debatido. En una línea muy especial de sus publicaciones, como en la leyenda oriental del hilo rojo del destino y el mito del Minotauro como carretes encontramos la hebra que es camino y dirección, donde se dibujan todas las experiencias que podrían contribuir a delinearnos.

Solo dos títulos presentados en el último congreso: ¿Qué periodismo queremos?, del doctor en Ciencias de la Comunicación Julio García Luis, y Dos siglos de periodismo en Cuba: Momentos, hechos y rostros, del prestigioso colega Juan Marrero, ambos premios nacionales de periodismo José Martí, ya enhebran hondamente los hilos

En el 9no. Congreso se había presentado Revolución, periodismo y socialismo —también de la Pablo— donde Julito hace la disección más profunda, comprometida y crítica de la experiencia periodística después de 1959 y conceptualiza «una alternativa revolucionaria y socialista al modelo de prensa liberal, que no encaje a su vez en un patrón ideológico decimonónico o en uno de tipo soviético o de prensa de Estado».

En entrevista con una colega Marrero reconocería que no hemos llegado al periodismo revolucionario que tenemos que hacer. «Si no hacemos un periodismo que analice, que polemice, que debata, que cuestione y critique constructivamente, pero sin dejar de señalar dónde están los problemas y quiénes son los que tienen que responder por ellos, no se resolverán los asuntos. El periodismo tiene que ser estético, tiene que usar un lenguaje de altura, pero tiene que educar y orientar», enfatizaría.

Ya ese solo esfuerzo por vertebrar ciencia y conciencia en necesidad tan sensible y definitoria sería motivo sobrado para reverenciar los 35 años de la editorial. No es lo único y espero que me perdonen los que desde la fundación un 12 de diciembre de 1985 han hecho tanto y tan diverso para garantizar la bibliografía necesaria para los profesionales y estudiantes de periodismo primero, luego para la comunicación social, la gráfica periodística y la cultura en general, en medio de los mil demonios sufridos por la industria editorial y el país todo.

Esa es la Cuba por la que Pablo nunca tuvo miedo a escribir lo que pensaba, con vistas al presente ni al futuro, porque estaba dictado por la hermosa y amorosa convicción de sus actos que, en este tiempo de realengos de la mentira, el engaño y la tergiversación multiplataforma, son los nuestros.

(Palabras por la celebración del 35 aniversario de la Editorial Pablo de la Torriente publicadas en Cubaperiodistas) )

Se han publicado 6 comentarios



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  • JosePedro dijo:

    Muy revolucionario y objetivo artículo; nuestra realidad requiere de oportunidad, la noticia necesitamos conocerlas por ustedes, no por el enemigo porque el pensamiento condiciona las comparaciones a la primera versión en su construcción lógica, luego entran las inducciones y deducciones donde intervienen la información de memoria y los sentimientos que conforman nuestras convicciones para en el proceso de afirmaciones y negaciones construir una opinión.
    Los revolucionarios socialistas requerimos compartir con la prensa la batalla de ideas en el escenario donde se recluta y comercializa la contrarrevolución interna desde el exterior.
    No hay mayor verdad que en Cuba no existe liderazgo de la contrarrevolución interna organizada y con presencia nacional que el hecho que ese reclutamiento para las acciones subversivas se ejecuten desde el exterior del país por el alto riesgo de fracaso que conlleva para la identificación pública de los ejecutantes.
    Hay que monitorear la red de redes para tomar indicios y tendencias por la prensa que permita alertar a quienes salimos al combate en las plataformas y difundidos nuestra verdad, que si es la primera, jugará un rol lógico-psicológico en la opinión que sobre la noticia, opinión o tema llegue aquel que acceda por nuestra afirmación revolucionaria.
    Saludos

  • Frank dijo:

    Saludos Ricardo. En palabras del Apóstol está la clave de nuestro periodismo: "(…) «No es el oficio de la prensa periódica informar ligera y ­frívolamente sobre los hechos que acaecen, o censurarlos con mayor suma de afecto o de adhesión. Toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir; tócale examinar los conflictos, no irritarlos con un juicio apasionado; no encarnizarlos con un alarde de ­adhesión tal vez extemporánea, tócale proponer soluciones, madurarlas y hacerlas fáciles, someterlas a consulta y reformarlas según ella; tócale, en fin, establecer y fundamentar enseñanzas, si pretende que el país la respete, y que conforme a sus servicios y merecimientos, la proteja y la honre".

  • Victor Angel Fernandez dijo:

    Estimado Ronquillo: En estos tiempos de nuevas tecnologías y todas las G's posibles de velocidades de conexión, nuestra prensa (importante que no me refiero a los periodistas), tiene como reto cardinal ser REVOLUCIONARIAMENTE proactiva.
    No es posible esperar una semana para informar de algo que, con manipulación o no, se convierte en tema principal de los participantes cubanos en las redes sociales.
    Hace falta, rápidamente la versión NUESTRA de lo que está sucediendo. Sin sensacionalismo, ni prensa roja o amarilla, con prensa revolucionaria, para que ante los manipuladores, ofrezcamos nuestra propia versión.
    El hecho que dio el disparo de arrancada de la presencia cubana en Internet, fue el derribo de las avionetas que violaban el espacio cubano. Existían en el mundo miles de versiones sobre los sucedido. Todas, "desde el lado de allá". De pronto, una "cosa" recién nacida, llamada Cubaweb, con información de Prensa Latina, puso en el ciberespacio nuestra versión y, como dice la canción, todo cambió.
    Eso fue hace 25 años. Hoy, no podemos ser los últimos en dar nuestra versión, aunque pasados los días, tengamos una versión oficial que ajuste o certifique lo que publicamos.
    Ese es el reto: ganar revolucionariamente la carrera de velocidad con las armas que tenemos en las manos que son la verdad y la profesionalidad de nuestros periodistas.

  • ARL dijo:

    Yo en particular quiero un periodismo transparente. Sincero aunque duela. Donde se resalte lo bueno, donde se celebren todos los logros, los de todos y cada uno de los cubanos y cubanas no importa donde vivan. Que la crítica oportuna y apegada a la realidad, sea el principal objetivo. Donde se llamen las cosas por su nombre, con respeto, sin importar eso, el nombre. El no haberlo hecho durante mucho tiempo, muchísimo, ha afectado el criterio de nosotros mismos sobre nosotros mismos y de todos los que nos leen desde afuera del problema; nos ha restado credibilidad por montones y ha provocado que puedan existir esapcio para aquellos que abordan temas sensibles de la manera menos profesional y burda posible, sencilamente porque no lo hicimos nosotros. Nuestra seguirá siendo la culpa hasta entonces!

  • guillermo ramirez dijo:

    Cro. Ronquillo, comparte su opinion expresada en este articulo, pero con todo respeto, me animo a exponerle que en mi criterio, lo URGENTE en nuestro periodismo, es una lucha a fondo y sin cuartel contra la corrupcion de aquellos funcionarios del aprato administrativo estatal, que "le hacen el juego" al Imperio en sus empeños de fastiarnos,pues ese tipo de corrupcion mas el empujon imperial, facilito la implosion de la URSS.
    Porque no reeditan el discurso de FIDEL del 17 de Noviembre de 2005 en la Universidad?
    Millones de cubanos no lo conocen o han olvidado.....

  • Ortelio Ortiz dijo:

    Nuestra prensa sigue siendo igual que siempre, no ha cambiado nada aunque si lo han hecho los tiempos, una prensa como pide Juan Marrero citado aquí, creo que en realidad no se ha logrado,a pesar de que hace mucho se viene hablando de alguna manera sobre eso

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Ricardo Ronquillo

Ricardo Ronquillo

Presidente de la Unión de Periodistas de Cuba. Premio Juan Gualberto Gómez. Fue subdirector editoral y columnista de Juventud Rebelde.

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