Debatir hoy sobre el paso deforme del Barcelona de Ronald Koeman en la Liga Española o el ridículo histórico del Real Madrid en par de ocasiones ante el Shakhtar Donetsk, sería volver sobre un terreno trillado y seguramente más que debatido por la gran hinchada. Sin embargo, otras temáticas relucen en la agenda futbolística, con un tufo muchísimo más agradable por su eficacia.
Y entre tantas noticias que colman portadas y redes, este fin de semana el nuevo estadio de White Halt Line fue testigo del triunfo del Tottenham en el derbi del norte de Londres ante el Arsenal. Y con el éxito spur, rimbombante por las maneras y por ser válido para mantenerlos en la cima de la tabla, llegan dos conclusiones que caen como bombas: primero, la vuelta del más puro estilo mourinhista; y segundo, el terrible paso de los gunners en la actual campaña de la mano de Arteta.
De lo primero, al aficionado común le viene al instante un deja vu inevitable: quien observa jugar a este Tottenham piensa ipso facto en el Madrid de 2012 que arrasó con Mourinho en el certamen español, dueño de una eficacia en los contragolpes mortífera, un equipo directo, robusto en defensa y aniquilador en las ocasiones de gol que generaba. Este domingo, por ejemplo, venció cómodamente pese a tener solamente ¡un 30 por ciento de la posesión de la pelota!
Si en la banda del Arsenal hubiese estado Arsene Wenger, el espectáculo hubiese sido mayor. La archiconocida rivalidad entre Le Professiur y Mou untaba pimienta en estos derbis, por tratarse además de dos estilos antagónicos. Sin embargo, los equipos del francés, juzgados en los últimos años por no ganar títulos importantes pese a mantenerse de manera incólume en los puestos cimeros de la tabla, sabían a qué jugaban. Con Arteta, el Arsenal anda a medio camino entre lo que intenta y lo que consigue.
Lo dicho: Wenger gustaba de la tenencia de la pelota, y la ausencia de un killer de área muchas veces le penalizó. El Arsenal marcha hoy en la posición 15 y cuenta con Aubameyang, Lacazzette y Pépé, una triada de futbolistas que con Arsene hubieran resultado determinantes con toda seguridad. Desde la zona noble del Emirates deben tener serias dudas sobre la decisión a tomar con respecto a su banquillo. Si bien Arteta parecía una esperanza tras el funesto período de Emery —tampoco era tan difícil mejorar al bueno de Unai—, ahora la cabeza del vasco parece rozar el filo de la guillotina.
En la otra acera del norte londinense aparece el Mourinho de antes. Su equipo muerde y es sobre la cancha el reflejo fiel de su entrenador. Tiene las armas que gustan al portugués: rapidez, talento, temple defensivo y jugadores sacrificados. Juntas estas herramientas, el mejunje funciona perfectamente para conseguir lo que busca The Special One, aprovechar con toda efectividad las ocasiones a la contra y dejar sin ideas al rival cuando tiene la pelota.
Cuentan también estos Spurs con jugadores diferentes y solo con mencionar a Kane bastaría para hacer válida esta afirmación. Pero, por si fuera poco, lo de Heung Min Son es un auténtico escándalo. A ellos se le suman Lo Celso, Bale y otros nombres despampanantes que, no obstante, saben a la perfección que con Mourinho deben endilgarse el overol si realmente quieren ser importantes.
A estas alturas una pregunta retumba entre los amantes de la Premier: ¿tiene el Tottenham las herramientas suficientes para ganar el torneo? La interrogante es harto complicada y con rivales como el Liverpool o el nuevo Chelsea de Lampard la porfía se antoja muy cerrada hasta el final. Sin embargo, apostaría a ciegas por el equipo de Mourinho.
La frase:
“No se trata de superar al Liverpool. Lo más importante es que el United es el mejor equipo del país en cuanto a ganar títulos”.
Sir Alex Ferguson.