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A poco más de 100 días de las elecciones en EEUU (I): Quiénes son los que votan

El voto de las minorías, en especial afroestadounidenses y latinos o hispanos va a ser decisivo para derrotar o reelegir a Trump. Foto: Getty Images.

Las elecciones generales en Estados Unidos tendrán lugar el martes 3 de noviembre. El para muchos peor presidente en la historia del país, Donald Trump, tratará de reelegirse frente a un retador que –también para muchos– es gris y bastante inclinado a la derecha dentro del Partido Demócrata, el exvicepresidente de Barack Obama, Joseph Biden. Sobre este tema se ha escrito mucho, y frecuentemente bien.

Estados Unidos es el tercer país más poblado del mundo, con unos 331 millones de habitantes. Probablemente, es uno de los más variopintos desde el punto de vista étnico, racial, religioso, de expresiones de diversidad sexual, político, con apreciables regionalismos y una considerable desigualdad económica y social. Todos estos factores han jugado siempre un papel significativo en las elecciones presidenciales, pero en las del 3 de noviembre se verán exacerbados al máximo, en una nación dividida como nunca antes desde la Guerra Civil.

El voto de las minorías, en especial afroestadounidenses y latinos o hispanos, va a ser decisivo para derrotar o reelegir a Trump frente a un candidato no muy atrayente como Joe Biden. Una opinión muy calificada es la de la joven representante demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, uno de los símbolos de la corriente más progresista en el Congreso, quien ha llamado a la movilización del voto latino en los comicios del próximo noviembre.

“Va a ser una elección de participación. El trabajo que necesitamos hacer ahora es convencer a nuestra comunidad para que salga a votar. Se tratará de ver quién tiene los apoyos más entusiastas y qué simpatizantes salen a votar y, por eso, la participación latina es crucial, aquí y en otros estados como Colorado, Arizona o Florida, que tienen poblaciones latinas que van a ser muy importantes para que podamos ganar la Casa Blanca en noviembre”, ha dicho la representante de Nueva York.

Lo decisivo será que “esta vez salgan a votar masivamente” las comunidades negra y latina (incluyendo la afrolatina), dijo la joven superestrella de la política progresista estadounidense en entrevista con la agencia EFE y otros medios. Es muy significativo que Ocasio-Cortez haya definido el carácter decisivo de una alta participación de esas comunidades en las elecciones.

Las altas votaciones tienden a favorecer a los candidatos demócratas.

En general, el número de simpatizantes del Partido Demócrata supera a los del Partido Republicano, pero estos últimos han mostrado una mayor disciplina, asisten a votar en un porcentaje significativamente mayor. Otro factor de consideración es que en 2020 no se esperan grandes votaciones de partidos menores, como ocurriera en las elecciones de 1992, cuando Ross Perot, como candidato independiente, alcanzó la extraordinaria cifra de 19 743 821 votos, la inmensa mayoría de simpatizantes republicanos descontentos con el desempeño de Bush padre.

El 3 de noviembre se espera mucha asistencia a las urnas, que podría ser mayor o menor en dependencia de la pandemia. Con votaciones entre 56% y 57% es difícil la relección de Trump.

Con votaciones de 56% a 57%, es muy difícil la relección de Trump, se puede concluir al comparar las votaciones de aquellos estados donde Trump ganó por muy escaso margen en 2016. Una alta participación es determinante; por ello los republicanos se oponen a muerte a formas de voto a distancia.

De acuerdo con datos de la Oficina del Censo (US Census Bureau), de 2018, en algunos grupos étnicos hay una predilección tradicional por un partido u otro. En el camino a las elecciones de noviembre, tal tendencia está muy fuertemente acentuada. Esos grupos humanos han crecido de manera asimétrica y, también, desde 2016 a la fecha se han incorporado millones de votantes jóvenes que recién han alcanzado la edad requerida.

Detalles de la población estadounidense y su orientación electoral. (US Census Bureau, 2018)

Va a haber un voto masivo (en un escenario sin COVID-19 pudiera haber sido un récord absoluto de votantes) de los afroamericanos por Biden y contra Trump.

Cuando hablamos de hispanos o latinos el tema es más espinoso, dado que ese grupo es extraordinariamente diverso en cuanto a origen, cultura, pensamiento político y objetivos. Una de las cuestiones que tiene una mayor importancia para los hispanos es la política migratoria, que los afecta a todos, excepto a los puertorriqueños. Cabe pensar que, por su promoción del muro en la frontera con México –que le acompaña desde su campaña de 2016– y sus frecuentes declaraciones y mensajes despectivos contra los hispanos (en el caso de los boricuas, por la gestión tras el huracán María y otros desastres), Trump será castigado duramente en las urnas por el voto de esa comunidad.

Una parte importante de los latinos de origen cubano, venezolano o nicaragüense votan devorados por un anticomunismo feroz y desinformado, así como bajo una fuerte intimidación de sus “líderes”. Esta vez, la enorme población de origen mexicano de Texas y otros estados se va a hacer sentir mucho más en su asistencia a las urnas, tomando en cuenta que Trump les ha llamado, entre otras cosas, “violadores” y “asesinos”.

Una apreciable mayoría de los latinos o hispanos van a votar contra Trump, aun cuando Joe Biden no sea un candidato que les motive mucho. Algo muy curioso es que nunca se menciona el voto de los nativos estadounidenses o “indios”, a pesar de ser más de 5.2 millones. Esto sucede, primeramente, porque van muy poco a votar (por debajo del 45% de los habilitados para hacerlo), y en segundo lugar porque en muchas “naciones” nativas los jefes son quienes deciden por el candidato que votan los miembros de la comunidad.

Más allá de los detalles y hechos circunstanciales, en las elecciones de noviembre los votantes deciden su voto por un grupo de factores principales y permanentes (aunque más acentuados en los últimos tiempos) en la sociedad estadounidense:

–Desigualdad económica y social cada vez más marcada

–Racismo, brutalidad policial contra las minorías

–Política migratoria

–Política de salud y educación

–El gravísimo problema de las armas, de las que hay más de 200 millones “en la calle”

–Agresiva e irresponsable política exterior, potencialmente conducente serios conflictos internacionales

–Nefasta política ambiental y de defensa de las grandes compañías con una muy alta huella de carbono y responsabilidad en el deterioro ambiental, a la par minimizando o ignorando, e incluso negando, las urgencias que plantea el cambio climático

Muchos otros deben ser tenidos en cuenta, pero harían esta lista innecesariamente larga. En las elecciones que se avecinan, el desastroso manejo de la pandemia por parte de la Administración Trump, con resultados devastadores, será un factor de enorme peso. Igualmente, pesarán el atroz asesinato de George Floyd y sus repercusiones, de gran envergadura social y política, así como la irresponsable e incendiaria respuesta presidencial al movimiento de protesta que generó ese hecho.

El día 3 de noviembre veremos un voto de los ciudadanos de origen europeo (blancos) muy dividido, posiblemente igual o casi igual entre ambos candidatos; un voto afroestadounidense muy mayoritario contra Trump, sobre todo si Biden trae a una vicepresidenta negra, como se espera. La mayoría del voto latino irá a Joe Biden. Los otros sectores sociales, en especial mujeres y los jóvenes, van a votar contra Trump, aunque, al parecer, no de forma aplastante.

Simultáneamente al brote de un fuerte movimiento progresista, también se ha visto el crecimiento de un sector ultraderechista. El pasado 5 de julio, en el muy apacible y rural Connecticut, vi un letrero de grandes dimensiones a la entrada de una granja que decía: “China nos ha declarado la guerra biológica. ¡Destruyamos a China! Solo Trump salva”. Hay una exacerbación del fascismo en las calles, probablemente ante la inminencia de la derrota electoral de Donald Trump.

Un conocido terrorista de origen cubano, de 83 años de edad, está organizando “marchitas” a favor de Trump, contra el aborto, atacando al Gobierno bolivariano, repartiendo fotos donde una pandilla de jóvenes negros está golpeando a un anciano blanco, y otras cosas por el estilo. Las aguas oscuras también están desbordadas

El enfrentamiento al fascismo representado por Donald Trump y sus seguidores está en marcha. Incluso, muchas personas para las cuales la palabra “socialismo” –por diluido que sea su conocimiento del tema– es aún anatema, están firmemente contra el fascismo actual y su filosofía del odio. Hasta una parte de los líderes del Partido Republicano se han distanciado de Trump y sus políticas.

En la segunda parte de este artículo abordaremos cómo esta realidad social, demográfica, inherente a la lucha de clases, se manifiesta no solo a nivel federal, sino también en los estados, que son los que deciden con sus “votos electorales”, los que cuentan a la hora de escoger al presidente, en un país donde el voto popular no decide.

Se esperan enormes “colas” para votar en muchas áreas urbanas, y Trump está tratando de hacer aún más lento y complicado el proceso de votación para que haya menor asistencia a las urnas. En contraste, la oposición a Trump busca que una alta cifra de personas ejerzan su derecho al voto, algo que caería como una jarra de agua fría sobre las intenciones del actual presidente de tener un segundo periodo en la Casa Blanca.