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En Cuba no habrá impunidad

Al escuchar la nota del Ministerio del Interior sobre el terrible hecho en el consejo popular Calabazar, del municipio de Boyeros, que resultó en la muerte de un policía y heridas graves en otros dos, inevitablemente, por oposición, pensé en las imágenes de estos días tras la muerte del afroamericano George Floyd.

La rodilla del policía blanco que durante más de ocho minutos presionó el cuello negro, llevaba en su peso e intención de muerte, de manera simbólica, miles de rodillas condicionadas por el desprecio y la trastocada escala de valores que otorga más o menos oportunidades “de respirar”, según el color de la piel. Esa rodilla, que simboliza miles, jamás hubiera aplastado del mismo modo un cuello blanco.

Voces de Estados Unidos y del mundo han condenado ese acto y esa muerte, símbolos también de cientos de atropellos violentos documentados en videos y artículos de medios de prensa. Bajo esas voces que reclaman justicia se han escuchado los susurros cobardes de cubanos mercenarios trumpistas, con el argumento de que en USA no existe el racismo ni la violencia. Son los “USAdos” de rigor.

Ha muerto un joven policía en Calabazar y otros dos ven peligrar su vida. Hay luto en esas familias y en Cuba, provocado por un delincuente que a toda costa quería hacerse con un arma de fuego, por razones de la misma marginalidad violenta a la que no interesa ser parte constructiva de nuestro entramado social.

Sé que en cualquier lugar del mundo, comenzando por el de la rodilla blanca, ese ser que asesinó estaría muerto: incluso en el momento en que fue encontrado, y antes de ser apresado rastrilló el arma robada contra las fuerzas del orden.

Indigna este hecho tremendo e inusual. No puedo menos que imaginar que en un lugar tan pequeño como Calabazar, de unos 20 000 habitantes, estos policías que estaban de guardia en su pequeña subestación eran conocidos por todos, eran parte de la batalla que Cuba libra en estos meses contra una enfermedad que ha arrebatado vidas y enlutado familias.

Las voces susurrantes ahora gritan tratando de contar una historia diferente. A su llamado constante a la violencia y al odio dentro de Cuba, quizás se debe también la idea de la mano asesina de que tendría impunidad para matar.

Son las voces de la muerte. Con la mía de vida digo que no tienen cabida en Cuba actos como este. Uno mi dolor al de la familia y amigos de Yoannis Rodríguez, y mis deseos de recuperación a Georvis Ley y Ariel Rojas. Y aquí NO habrá impunidad. NO.