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Peste y primavera

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Residentes de South Orange y Maplewood, en Nueva Jersey, se han unido para elaborar equipos de protección, como mascarillas y protectores faciales, con el fin de ayudar a los trabajadores sanitarios del área en la lucha contra el coronavirus. Foto Afp

Iniciativas de «ayuda mutua» -donde el apoyo está organizado horizontalmente para beneficiar a todos los participantes– están brotando en diversas esquinas del país, y con ello florece esa solidaridad que suele aparecer ante actos catastróficos para una sociedad. Son respuestas colectivas basadas en la lección básica de esta pandemia; lo que hacen todos y cada quien afecta a todos los demás.

La peste no es sólo el coronavirus, sino el manejo criminal y negligente de la crisis por casi toda la clase política. Está más que documentado que se sabía de las posibilidades terribles de una pandemia como ésta y la cúpula política no dijo ni hizo lo debido. El régimen estadunidense –en los hechos, por los números innecesarios de gente contagiada, personas que mueren– ahora compite con el coronavirus sobre cuál es más peligroso para la salud pública.

Ante la irresponsabilidad del régimen y gran parte de la cúpula política en torno al desastre que estamos viviendo en Estados Unidos, el temor –a veces nutrido por algunos medios cubriendo esta nota roja masiva con un tinte amarillista– se vuelve más contagioso que el coronavirus.

Por las cuarentenas parciales, cunde un silencio ensordecedor en grandes urbes sólo interrumpido por las sirenas de cada vez más ambulancias mientras la gente comparte historias de horror pero también de heroísmo, sobre todo el de los trabajadores de salud que intentan hacer todo para rescatarnos de esta peste.

No respiren, no toquen, el que está al lado puede ser mensajero de la muerte, esperen instrucciones de las autoridades; no se muevan, no se muevan. Ese es el mensaje oficial incesante.

Pero rompiendo esta inercia decretada, esta condición diaria donde uno –si no está capacitado en atender y salvar vidas– está condenado a ser testigo o víctima de todo esto, algo reaparece con la primavera.

Iniciativas de ayuda mutua –concepto de origen anarquista (Kropotkin, entre otros) después mezclado con corrientes cristianas radicales e indigenas donde el apoyo esta organizando horizontalmente para beneficiar a todos los participantes– están brotando en diversas esquinas del país, y con ello florece esa solidaridad que suele aparecer ante actos catastróficos para una sociedad. Son respuestas colectivas basadas en la lección básica de esta pandemia; lo que hacen todos y cada quien afecta a todos los demás.

Con ello, se han organizado brigadas para hacer compras colectivas y distribuir a la comunidad desde alimentos básicos hasta medicinas a organizar transporte y alojamiento. Esas redes, en gran medida son organizadas por jóvenes con sus talentos digitales, en comunidades pobres en Nueva York, Chicago, Los Angeles, Salt Lake City, Washington DC, Nashville, Las Vegas, Cleveland entre decenas y pronto cientos mas (https://docs.google.com/spreadsheets/ d/e/2PACX-1vRks16AM9mtiFCC dEJmckD9IszC7rHkvfRj6xxspMB4BBB8n_SiUsHCfbHb DCixmvNGTSPm7PEii2nP/pubhtml# ; https://mutualaiddisasterrelief.org).

Muchas de estas agrupaciones son recién nacidas ante este desastre, pero otras son más antiguas con largas historias de autogestión autónoma que ahora están respondiendo a una crisis más, y además de promover apoyo mutuo dentro y entre comunidades.

Como se comentó en un foro virtual esta semana en el Highlander Center por participantes en este tipo de esfuerzos tanto de ahora como en el pasado, el concepto se basa en solidaridad, no caridad, ya que la caridad rescata justo las estructuras que contribuyeron al desastre en lugar de transformarlas para que no se repita este tipo de crisis. Se rechaza la idea de que los expertos, que suelen estar o llegar de fuera, son los que tienen que resolver la situación sino que los problemas y sus soluciones tienen que ser definidos por los directamente afectados. Otra participante señaló que se tiene que rechazar hasta el nombre de la medida oficial de distanciamiento social, insistiendo que lo que se tiene que hacer es guardar una distancia física, pero mantener sobre todo la solidaridad social. Afirmaron que el objetivo es pensar en cómo construir una infraestructura de cuidado comunitario frente a un sistema capitalista que sólo le interesa rescatar sus intereses en una crisis como ésta.

No son una vacuna, pero estas respuestas –junto con la cada vez más esplendorosa gama de expresiones solidarias por artistas y otros trabajadores culturales en estos momentos– son los antídotos vitales, invitaciones a una primavera.

(Tomado de La Jornada)

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  • Rafael Emilio Cervantes Martínez dijo:

    Solidaridad y unir todos los esfuerzos para afrontar ésta pandemia que en lo inmediato es el enemigo común a derrotar para salvar vidas y salvar la integridad de las personas. En una urgencia de ésta magnitud las percepciones sobre las causas y sus responsables es importante pero no necesariamente la prioridad y ahora todas las soluciones y ayudas valen, las pequeñas y las grandes. Unidad frente a la Covid 19.

  • Walber dijo:

    Nadie se llegó a imaginar ni por un momento que fuéramos a llegar a donde estamos ni en sueños, esto tomó por sorpresa a todo el mundo al extremo que en muchos países incluso después que la OMS declaró la alarma se continuaron haciendo las cosas como si nada hubiera pasado y siguieron llegando personas de todas partes del mundo incluso de los focos donde la epidemia estaba enpezo hacer estragos.

  • Lujan dijo:

    Trump es en nuevo Hitler de América y el Mundo. El utiliza el COVID-19 como un arma biológica contra países que solo quieren vivir en paz y que no se doblegan a sus caprichos. Mantener bloqueos y sanciones económicas en momentos como los que viven miles de personas es un genocidio. Él y sus seguidores fascistas quieren convertir a países como Irán, Rusia, China, Cuba, Venezuela en gigantes campos de exterminio. No siente el más mínimo dolor ni por su pueblo, para él los fallecidos son solo números de una macabra lista de víctimas. La solidaridad, el amor al prójimo, la caridad, la fe son las principales armas con las que podemos enfrentar todos UNIDOS a esta terrible pandemia, que para muchos trae dolor y muerte y para otros, es una herramienta más para hacer daño a los demás. Ni Weyler pudo ni podrá Trump doblegar a los cubanos que continuaran ayudando a los mas necesitados. VIVA CUBA LIBRE!

  • Catalina dijo:

    Cuánto optimismo desborda en su escrito para los pobres esa despertada solidaridad.
    Hace falta que el pueblo norteamericano despierte y se convenza de que el dinero no lo es todo.
    Esa cúpula gobernante con su presidemte a la cabeza tiemblan ante el desastre al que han expuesto a su población.Los estertotes del flamante Capitalismo neoliberal.
    Mis condolencias para todos los familiares de los fallecidos en ese país.

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David Brooks

David Brooks

Periodista mexicano, corresponsal del diario La Jornada en los Estados Unidos.

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