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Los agoreros idus de marzo de Bernard Sanders

Sanders y Biden en pugna por la candidatura demócrata.

Los resultados de las primarias del 10 de marzo apuntan con certeza a que Joseph Biden ha logrado convertirse en menos de dos semanas, de manera relampagueante, en el puntero absoluto entre los contendientes demócratas a la máxima magistratura de Estados Unidos. En estos momentos Biden tiene aseguradas las condiciones necesarias y suficientes para acumular el apoyo de los 1,991 delegados que le garantice ser proclamado en primera votación durante la Convención Nacional Demócrata (13 al 16 de julio próximo en Milwaukee), como candidato del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos.

Al senador Bernard Sanders, único otro contendiente que aún mantiene activa su aspiración presidencial, solamente le queda abierta una probabilidad aritmética para poder acumular el numero delegados para ser nominado como candidato del Partido Demócrata. Como esa opción es prácticamente inalcanzable, a Sanders solo le resta desistir de su aspiración. Por tanto, la cuestión a solucionar es cómo y cuándo Sanders desistirá en su empeño electoral. Esa decisión será el resultado de conversaciones y negociaciones no necesariamente públicas entre ambos equipos de campaña, los dos aspirantes y los líderes demócratas.

Entre los aspectos a tomar en cuenta para estas decisiones juega un papel importante el factor tiempo, que ha empezado a correr desde que se produjeron los resultados de las primarias del 10 de marzo, especialmente las de Washington y Michigan, estados en los cuales Sanders no pudo repetir la magnitud de los triunfos alcanzados frente a Hillary Clinton en las primarias de 2016. Es importante esta decisión. Una vez que se tome cambiará el ritmo y el contenido de la campaña electoral porque habrá terminado el enfrentamiento interpartidista y la confrontación pasará a ser entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata; y particularmente, entre Donald Trump y Joseph Biden.

De los seis estados en que se efectuaron primarias el martes 10 de marzo, Biden ganó en tres de ellos por mayoría absoluta: Michigan (52,9%), Missouri (60,1%) y Mississippi (81%). También ganó en Idaho con el 48,9% de la votación y una ventaja cercana a los siete mil votos.

Michigan es un estado del centronorte del país y resultará uno de los más disputados el próximo noviembre. Sanders lo había ganado en las primarias de 2016 frente a Hillary Clinton, ocasión en que la derrotó al ganar el 49,68%, con una ventaja de unos 18 mil votos; ahora Biden derrotó a Sanders por más de medio millón de votos y más de 16% de ventaja. En Missouri, Biden recibió el 60,1% de la votación contra el 34,6% por Sanders y ventaja de unos 170 mil votos. En Mississippi, estado con una muy numerosa comunidad afroamericana, Biden se alzó con el 81% de los votos que equivale a más de 160 mil votos.

Fueron decepcionante para Sanders los resultados de las primarias de Washington. Allí había derrotado a Clinton en 2016 cuando las elecciones se celebraron en forma de caucus con el 72.72% de los votos. Ahora volvió a ganar, pero por un escaso margen de 0,2%. El otro triunfo fue en North Dakota, que solo aporta en total 14 delegados a la Convención Nacional; la victoria (si así se le puede llamar) fue por un margen cercano al 14% y menos de 2 mil votos de ventaja: En 2016 Sanders había ganado ese estado con una ventaja cercana al 19%.

Con estos resultados se va imponiendo en la mente de los demócratas la idea de que el objetivo a lograr en las elecciones de noviembre es impedir la reelección de Trump, poniendo a un lado las diferencias sobre la agenda electoral en cuestiones tales como la asistencia médica; el establecimiento de un impuesto a los ricos; la solución del problema de la deuda universitaria; las modificaciones en el sistema de seguridad nacional y otras medidas planteadas por los “progresistas”, “socialistas”, “comunistas” (escoja el calificativo que más conveniente y adecuado le parezca) que los representantes del “establishment” consideran “radicales” y “amenazantes” para la sociedad.

En realidad, los resultados de las primarias celebradas el 29 de febrero, el 3 y el 10 de marzo son efecto directo del temor que provocó en los sectores dominantes dentro del Partido Demócrata comprobar la posibilidad de que Bernard Sanders pudiera acumular el número suficiente de delegados para ser nominado como candidato a la presidencia en las elecciones del próximo noviembre. En las escasas dos últimas semanas hemos sido testigos de una incesante campaña mediática y de presiones políticas sobre los distintos grupos demócratas para cerrar filas y “parar” a Sanders.

El problema para el liderazgo demócrata es cómo lograr que esta campaña fructifique y rinda frutos en noviembre transformándose en un movimiento masivo que expresen las urnas la voluntad de impedir la reelección de Trump.

Por ahora, solo queda esperar que se asiente el “polvo” de esta tormenta política para poder vislumbrar el futuro de la actual campaña electoral estadounidense.