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El corazón de Cuban Reds

Foto: Cortesía de la Peña Cuban Reds.

Late a 4516 millas de distancia con un bombeo tan ardiente como los intestinos del viejo Anfield, ese templo sagrado donde el fútbol se encuentra con algunos miles de sus más fieles devotos. El corazón de Cuban Reds es rojo intenso, calco del color de su camiseta y enorme, casi tan grande como La Habana, ciudad que les vio nacer y hoy les acoge. La Peña de los aficionados al Liverpool en Cuba deshojó esta semana la última página de su primer año y algunos, los más entusiastas, pugnan a diario para oficializar su fidelidad al mítico club inglés.

Tarde de miércoles. 3 de marzo. Superadas las barreras del transporte, calor humano desbordante en un P2 mediante, algunos fans al Liverpool y un periodista infiltrado –imparcial esta vez, por suerte- llegan al sitio pactado. Allí esperan otros “chiflados” cuya adoración al fútbol no entiende de clima ni horarios: visten de azul e hinchan por el Chelsea. El partido entre ambos equipos responde a los cuartos de finales de la FA Cup y en un mismo sitio, entremezclados, ambos clubs de fans observan el triunfo blue en Stanford Bridge.

Sorprende la afluencia. A esta hora, cuando muchos en Liverpool beben el té delante de la televisión o en el rincón visitante del Bridge, algunos hacen maravillas para conseguir un hueco en su agenda y asistir a la liturgia. Los reds atraviesan un momento complicado, tras un inicio de temporada impoluto, y algunos ven tambalearse ya la posibilidad de mantener la corona en la UEFA Champions League. “En tiempos difíciles, es cuando más debemos apoyar”, dicen algunos. En efecto, pocas veces caminan solos los actuales campeones de Europa. Ni ahora, ni cuando vagaban por las zonas mustias de la tabla.

El sueño de los hinchas cubanos radica en oficializar la Peña ante las instancias legales del club, algo así como inscribir sus sentimientos, patentizarlos en un papel y recibir los carnets de la entidad. Hay pasiones cuya fortaleza no necesita ser demostrada. Sin embargo, para Cuban Reds cobra un significado enorme gritar a los cuatro vientos, carnet en mano, que en esta isla muchos subordinan su estado de ánimo al resultado de su club, desde aquellos días cuando un pequeño grupo de estudiantes en la CUJAE pusieron los primeros cimientos de la hoy casi centenaria grey.

Por eso este miércoles, pese a celebrar su primer aniversario, muchos marchan cabizbajos, banderas y bufandas encima, dudosos del futuro. Les preocupa. Ganarán la primera liga en 30 años, creen en Klopp y su indudable capacidad para revertir eliminatorias —y si quieren pregunten al Barcelona—, pero les inquieta la posibilidad de caer en Anfield ante el Atlético. Para mantenerse en el escalón de los grandes, aseguran, es necesario aspirar a todo cada año.

Los doce meses unidos les han enseñado, eso sí, que el fútbol es más hermoso cuando se vive en familia, cuando el sufrimiento de los 97 tozudos afiliados es uno solo y las alegrías se festejan en conjunto, cuando el mero gusto futbolístico construye lazos de hermandad. En este punto, sencillo a la vista de los ajenos, radica el mayor orgullo de los aficionados al Pool en Cuba. “Esto es como una logia, lo mejor que nos ha pasado a muchos en nuestras vidas”, confiesa Juan Antonio Cecilia, el vicepresidente.

Lejos de Anfield y su mística, los Cuban Reds expanden su religión y son doce las provincias del país con miembros de la Peña. Algo queda claro: en los lustrosos altares de la cima europea o entre el fango del fracaso, el Liverpool nunca caminará solo. Los tiempos pasan, los sentimientos perduran. 97 cubanos, suceda lo que suceda, estarán siempre ahí, con el escudo zurcido en el pecho. No existe mayor orgullo para ellos.

La frase:

Hay dos equipos grandes en Liverpool: el Liverpool y los reservas del Liverpool. (Bill Shankly, legendario entrenador del club red. Un dardo evidente al Everton, el otro equipo de la ciudad de los Beatles)

Foto: Tomada del Twitter de la Comisión Nacional.