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Alexander Abreu y la coherencia en la vida

Alexander Abreu, director de la agrupación musical Havana D´Primera. Foto: Ariel Ley Royero / ACN /Archivo de Cubadebate

No soy un experto en música, aunque creo saber distinguir la buena de la mala música que se hace. Mas sí tengo cierto olfato para calibrar a las buenas personas, a las que se entregan porque sí, a las que ponen su talento para la mejor creación, a las que destilan coherencia en la vida.

A Alexander Abreu le conocí su valía musical, aunque tenía referencias previas, aquella tarde habanera del Concierto por la Paz en que su trompeta le dio un sabor inigualable al “Chan Chan” con que Van Van cerró aquel memorable concierto.

El excelente instrumentista sorprendió a todos después transformándose también en cantante, en su renovador proyecto Havana D´Primera, y pronto llegó a las más altas cotas de calidad y popularidad de la música cubana. Pero con una humildad impresionante.

Recuerdo que lo invitamos en diciembre de 2014 a la Gala por los 15 años de la Mesa Redonda. El cerró con su memorable Me dicen Cuba, cantada con una pasión que emocionó a los presentes esa noche en el Teatro Lázaro Peña. Cuando culminó fui al camerino a agradecerle por habernos acompañado, dando el sí a la primera llamada y sin cobrar un centavo. Ya eso de por sí mostraba al ser humano. Pero cual no sería mi sorpresa cuando me contestó “el agradecido soy yo por haber estado en esta celebración”.

No lo he vuelto a ver personalmente desde entonces; no hemos vuelto a hablar; pero no he dejado de seguir sus pasos, que lo hacen ya un imprescindible de la vanguardia de la música cubana, reconocido incluso por críticos y publicaciones internacionales.

Tampoco he dejado de leer sus valientes declaraciones aquí y acullá, en las redes sociales o ante la prensa.

Ayer lo pude escuchar conversando con Edith Massola en su programa. Y me volvió a sorprender por su coherencia permanente. Es raro en el ámbito cultural de hoy que se discrepe públicamente sobre el arte (a no ser algunos críticos) y menos entre grandes figuras. Mas, Alexander anda muy seguro en sus pasos. Con sinceridad y respeto defendió como premisa insoslayable la calidad y el buen hacer de la música, que no puede quedar limitado al sonido que se logra con esas modernas cajas electrónicas de ritmos; a las que redujo,  en ese mismo espacio, el hacer actual de la música una reconocida figura como David Calzado. El talento no puede quedar encerrado en un artefacto.

Alexander Abreu es un defensor de obra y palabra de la calidad del arte. Y por eso puede entenderse que un Maestro como Adalberto Álvarez escuchara emocionado en ese propio programa la versión que el cienfueguero le hiciera a uno de los más reconocidos temas del Caballero del Son. ¡De lujo!

Como ando imbuido en estos días en el espíritu colmenero de Carlos Alberto Cremata, me gustaría pensar que en el alma y la lógica de Alexander Abreu viven las enseñanzas del maestro Gonzalo, aquel que lo encaminó por la música y los buenos andares en el emblemático Grupo Ismaelillo de Cienfuegos. Siembra valores que recogerás buenos frutos.