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Algunas pinceladas: Adiós al Festival 41, preparemónos para el 42

Pasó el tiempo en que en los Festivales de Cine de La Habana yo veía tres o cuatro películas diarias. Un día me di cuenta que las imágenes se superponían cuando pensaba en los filmes tres o cuatro días después. Seleccionar en la actualidad me lleva a poder disfrutar de esta orgía fílmica, tanto por las películas como por los encuentros en los que participé.

No sé cuánto agradecer a Fernando Perez que me recomendó no dejar de ver Parásitos. El director de Madagascar, me confesó que la había visto más de una vez.

Así llegué al Cine Yara sólo sabiendo que la cinta del coreano Bong Joon-ho había ganado la Palma de oro en Cannes en mayo de este año (lo que no es poco, es Cannes). Mi tránsito por los primeros minutos del filme fueron de interrogación, pero a partir de un momento me erguí en el butacón y traté de ingerir cada plano, luz, sonido, todo, de una cinta que me conmocionó.

Podría decir que es una historia paradigma de un mundo dividido en clases sociales, pero eso sería simplista. Es eso y mucho más: su esencia está en la condición humana, mejor comedia humana, de la que escribió Honorato de Balzac en el siglo XIX , obra en la que Carlos Marx, según confesó él mismo, aprendió de economía.

Pero más allá de esa historia, filmada en cuatro meses en el 2018, con un guion donde no sobra nada (ni siquiera sus múltiples finales), es una película para ver, por su fotografía, edición y puesta en escena, con unas locaciones sencillamente impresionantes. Y subrayo: para ver (no escuchar) en pantalla grande.

Otro filme que disfruté fue El cuento de las comadrejas, del argentino Juan José Campanella, el que diez años atrás estremeciera con su exitosa cinta El secreto de tus ojos.

La cinta es un remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico (1976), esta coescrita, coproducida por el exitoso director que se lleva el premio de la Popularidad en el festival habanero, lo más codiciado por los cineastas.

El público la aplaudió delirantemente, no sólo por el humor sino por las actuaciones de Graciela Borges, Oscar Martínez, Marcos Mundstock , Luis Brandoni, Clara Lago y Nicolás Francella. A propósito Brandoni, buen papel en esa cinta (no mejor que Oscar Martínez) y en La odisea de los giles, es un defensor del derrotado presidente Mauricio Macri, perteneció (o pertenece) al movimiento Cambiemos y ha apoyado a Macri incluso después de su aplastante derrota. Pero, lo cortés no quita lo valiente: es un buen actor, se llevó el coral de actuación masculina.

De los filmes seleccionados por el jurado no vi ninguno. Creo que a una buena parte del público le sucedió igual…y no solo ha pasado en este concurso.

Otro buen momento del festival lo fue Arte y Compromiso, centenario del natalicio de Santiago Álvarez, un conversatorio que sesionó en la Sala Yelín de la Casa del Festival, en homenaje al fundador del Noticiero ICAIC Latinoamericano.

La investigadora española María Luisa Ortega, hizo un acercamiento a la obra de Santiago desde las múltiples lecturas que ofrece, mientras el realizador y escritor británico Michael Chanan, si comentó sobre la forma de hacer del cineasta, se acercó al uso de la música en sus piezas, mientras el brasileño Amir Labaki, rindió su homenaje a través de su libro El Ojo de la Revolución: el cine urgente de Santiago Álvarez.

Fernando Pérez fue el moderador del coloquio en el que reconoció a Santiago como su maestro y subrayó el "sentido del ritmo cinematográfico” en cada una de sus piezas.

En la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC hubo otro momento singular en el festival de cine: la entrega del Premio Internacional de Cine Tomás Gutiérrez Alea (Titón). Si el galardón por sí mismo tiene mérito, alcanzó mayor relevancia porque fue Senel Paz, guionista de cine (Fresa y chocolate) y escritor de importantes obras, quien argumentó que el acto:

“Tiene ese doble requisito: el reconocimiento al artista por la obra destacada, y la celebración de una probada amistad y solidaridad, dos palabras que suelen venir en un mismo frasco. Hay que decir, entonces, que el Premio le viene como anillo al dedo a Manuel Gutiérrez Aragón, “Manolo”, quien en el área del cine debió ser el primero en recibirlo. Para muchos de los que estamos aquí el galardón que se entrega es un viejo anhelo que se hace realidad, pero es, sobre todo, mérito del premiado.”

A Senel se unió la presencia y actuación otro artista ilustre de la música y el cine, José María Vitier, quien interpretó una pieza para el homenajeado. Allí estaba, feliz, la actriz Mirta Ibarra, viuda de Titón; Ivan Giroud, presidente del festival y otros amigos del creador español. Una obra del artista de la plástica Eduardo Abela, fue el símbolo material del lauro.

Una buena nueva: la presidenta de la Asociacion de cine, radio y televisión de la UNEAC, Lourdes de los Santos, espera que para la próxima cita fílmica, se puedan realizar encuentros en esa sede entre los invitados y nuestros artistas. La UNEAC en los años 90 y principios del dos mil, era considerada la más importante subsede del festival.

Y se acabó. Quedan muchas acciones importantes –otros coloquios, películas, exposiciones- por nombrar, pero ni tengo espacio, ni esta nueva orgía fílmica cabe en dos o tres cuartillas más. Aunque no es como 15 o 20 años atrás, con el festival se puede decir, que “bien vale una misa”.