La Habana que hay en mí: Avenida de Galiano
Nací en La Habana, en Centro Habana. Aunque vi la luz en la entonces Clínica Hijas de Galicia, en el municipio Diez de Octubre, en aquel entonces mi residencia estaba en “La Habana”, así llamaban a esta zona comercial de la capital de Cuba. Los que vivían en otros municipios decían: “Vamos a La Habana a pasear y a ver vidrieras”.
Recuerdo muy bien la calle Galiano. Mi padre tenía una cafetería en Lagunas y San Nicolás y para llegar allí desde nuestra casa era preciso atravesar Galiano. Pero yo no quería atravesarla, mi pasión era recorrerla, pues allí estaban las más lindas muñecas y juguetes, lo último de la moda y las más sugerentes chucherías.
Los comercios más importantes del país se asentaron allí. Desde que se expandieron los famosos Woolworths o Ten Cents en el mundo, se instaló uno en Galiano y San Rafael, también se ubicaron otros:en la calle Monte, en Obispo y en 23 y 12, según recuerdo. El más grande y rimbombante, era el de Galiano.
Vecina del Ten Cent, surgió una copia: Flogar, otra tienda por departamentos con cafetería y escaleras eléctricas, donde se servían, como era de esperar, platos muy americanos que comenzaron a calar rápidamente el gusto del cubano: sandwish, huevos con jamón, y recuerdo especialmente el Club-Sandwish, un plato grande con una bolas como de helado pero de ensalada de pollo con lechugas y triángulos de pan de molde.
Dicen que fue finales del siglo XIX que Galiano comenzó a tomar carácter francamente comercial. Yo desde la primera vez que la vi, siendo muy niña, estaba colmada de enormes centros comerciales, joyerías, peleterías, cafeterías en grandes y pequeñas escalas, pues había ofertas gastronómicas muy variadas.
Mi memoria sensorial conserva el batido de mamey que preparaban en un mínimo espacio cerca de la calle Virtudes, donde sólo ofrecían licuados de frutas naturales. Se llamaba “El Camagüey”.
Todo transcurría en Galiano como en un fantástico cuento de hadas, sobre todo porque muchos de esos anhelos que veía en la vidriera no estaban al alcance del bolsillo de mis padres, por muy complacientes que eran, la cuenta no daba para comer, pagar el colegio, y los etcéteras. Sin embargo, daba gusto ver esta Avenida que comenzaba en la calle Reina y desembocaba en el Malecón: todo compuesto, arreglado, limpio, adornado.
Qué decir del Teatro América, el cine más lujoso de La Habana, que tuve el privilegio de disfrutar con mis contemporáneos, gracias a una revolución cultural que igualó el precio de las salas de cine a un peso.
Pero lo más deslumbrante de Galiano era la tienda por departamentos “El Encanto”, sobre todo en Navidad. Todos quedábamos boquiabiertos, mirando hacia la pared frontal de la tienda. Desde la acera del Ten Cents se observaban las figuras iluminadas de los Reyes Magos que se movían gracias a la intermitencia de los bombillos. Para la época era todo espectáculo.
Corría el año 1961 y la alegría de las nuevas medidas de la Revolución triunfante tenía a los cubanos a las puertas del Olimpo. Pero la mano negra de mercenarios asalariados de los Estados Unidos, no podía asimilar un cubano feliz.
El jueves trece de abril de 1961, estábamos visitando una tía que vivía en la calle Rayo número 8, a una cuadra de “El Encanto”. Acababa de anochecer, cuando el ruido de enormes explosiones estremecía la zona. Dos petacas incendiarias estallaban en el departamento de sastrería que provocó un incendio de grandes proporciones, y causó pérdidas materiales calculadas en 20 millones de dólares.
Una de las empleadas, Fe del Valle Ramos, ya afuera de la tienda, decide regresar al establecimiento para recoger el dinero recaudado. Retornó al cuarto piso, del cual era jefa al igual que del Departamento de Niños, y no se le volvió a ver.
Carlos González Vidal, un compañero de trabajo de Fe del Valle, era miembro activo de una organización terrorista dirigida por la CIA. Había accedido a incendiar El Encanto con la condición de que lo sacaran del país. Y lo intentó, pero fue capturado.
Los recuerdos de la Habana que hay en mí, tienen sabor agridulce, pero forman parte de la vida de los cubanos de mi generación. Por eso compartí con todos ellos mi regocijo cuando en la noche del pasado miércoles 31 de octubre, Galiano recobró sus luces, gracias a un donativo de la ciudad italiana de Turino, en medio de tantas festividades por el 500 aniversario.
Imagino cuántos esfuerzos económicos se hicieron para reconstruir Galiano, hermosa Avenida que aún tiene importantes edificaciones por recuperar. La alegría de tanta juventud reunida allí esa noche nos devolvía la certidumbre de muchas cosas. Lo más gratificante fue sentir la reafirmación de un sentido de pertenencia como si devolviéramos a La Habana un poco del mucho amor que -sin reclamos- nos ha entregado.
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cuantas otras avenidas y calles de cuba no se merecen un escrito asi
Bonita crónica...Las fotos me han ayudado a comprender porque he leído comentarios de no pocos foristas, quienes consideran que los municipios que más beneficios han recibido al calor del 500 Aniversario, son Centro Habana, Habana Vieja, Plaza y Playa. Ojalá que para el 501, se prioricen los municipios de la periferia, donde quizás, haya tanto o más por hacer.
Realmente es muy emotivo su artículo. Es muy gratificante ver que esta calle tan importante de La Habana, esté tan hermosa con tantas luces.
Hermoso comentario, la habana q hay en mi. Me siento orgulloso de haber nacido aqui y seguir luchando con mi trabajo porque mi ciudad siga viva. Felicidades Habana.
Muy buen artículo...q interesante la historia de Fe Del Valle ...supongo q el parque se llama así por aquella mujer ...felicidades a la habana q Rico es amar una ciudad ...
Y no recuerda las manzanas acarameladas del Ten Cent? Tengo 68 años y todavia tengo claras en mi memoria las imagenes de Galiano, San Rafael y mas alla, el Parque Central, Obispo, Muralla, etc,etc, los cientos de cafetines y fondas... Si, era todo un viaje "ir a La Habana a ver las vidrieras", una Habana limpia, decente, educada, a pesar de la humildad y hasta pobreza de muchos de sus habitantes...
Uno es lo que recuerda... sensible y muy lindo relato de Susana por cierto.
Bello y emotivo artículo. Felicidades a La Habana en sus 500 y a las nuevas luces de Galiano. Cuidar y mantener es lo que debemos hacer para mantener vivos los recuerdos
Gracías Susana por regalarnos ese magnífico Tesoro, que como tu apellido haces del periodismo. Maravilloso artículo para los que lo conocimos y fuente de conocimiento para todos los que ahora se nutran de él y concienticen la necesidad de cuidar nuestra ciudad.
No solo Centro Habana, Habana Vieja, Plaza y Playa y no todos los consejos de esos municipios. En enero pasó un tornado que acabó con 4 municipios, ninguno de los mencionados. Buena parte de los recursos hubo que movilizarlos para esos lugares. Independientemente que hay planes y reservas para estas contingencias, la recuperación tambien afectó los planes de otros municipios que tuvieron sus afectaciones con relación a a reparaciones y remodelaciones que tenian proyectadas por el Aniv 500 de la ciudad. Sou muy feliz con todo lo que se ha arreglado en cualquier parte de la ciudad y tenemos que honrar a Eusebio continuando las obras por una mejor ciudad después del 16 de noviembre.
Susana, somos de la misma generación, tengo 5 más que tú, pero nací también en el mismo Hospital y viví en Galiano, casi esquina a Reina, mis recuerdos son muy similares, pero te digo más, mi mamá trabajaba en El Encanto, del cual tengo muchos recuerdos, porque aunque niña, fui de las milicias (MNR) de ese Centro y conocí a Fe del Valle, a sus esposo y a uno de sus hijos. Me gustaba tomar Frozen en una cafetería de chinos que estaba en Galiano, casi esq. a Zanja, era espectacular... Y qué me dices de El Bombero, la panadería donde hacían aquellos panecitos deliciosos que le decían "polaquitos" que eran como un panqué. Nada..... recuerdos para que sumes a los tuyos.
Estará nuestra educación formal a la altura de tanta Belleza? Ojalá nos dure por mucho tiempo tamaño esfuerzo, además sugiero q a la par de las alturas se ocupen también de los pestilentes salideros y las destruidas fachadas q también son parte dolorosa de la Ave. Galiano.
Muy emotivo su artículo. Me recordó a mi difunta madre eso de que "iba para las tiendas de La Habana en la ruta 4", cuando nosotros vivíamos en La Víbora ¿?. Recuerdo también y parafraseo al poeta cantor que dice en su canción: "si la vida me desterrara a un rincón de La Tierra moriría de amor de andar sus calles"
Emotivo articulo que nos ha removido la memoria afectiva, aunque no soy habanera , sino camagueyana veniamos asiduamente a la habana ( desde los 8 anos resido en ella) y nos alojabamos en el Hotel Lincoln a una cuadra de galiano cuyo dueno era un camagueyano amigo de mi padre y quien su vez era el dueno del Gran Hotel de Camaguey, y efectivamente nuestros paseos mas ansiados era por la calle galiano tal y como la descibe Susana, le agrego que en los portales del ten cent ponian jaulas con ventas de perros de raza, ahi me compraron mi primer ansiado perrito pekines. Cierto lo que alguien mas arriba dijo que se cuide lo que hasta ahora se ha arreglado con tanto esfuerzo, y que esa calle tan importante permanezca limpia al menos.
Hermoso comentario muy fina y bella las descripciones de los lugares lástima que más nunca vuelvan a verse asi .Saludos para la periodista.
Muy bueno lo de Galiano, solo queda recuperar las vidrieras como la de la Tienda La Epoca tapiada que quita belleza a esa calle
me gustas
Me gusta lo que escribe y como lo hace flicidades, ayuda a conocer cuba.
Bravo Susana , me gusto mucho!!!