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Humor de un solo sentido

El humor criollo, el costumbrismo y el teatro vernáculo, siempre se han nutrido de todas las facetas de la vida política y social cubana, pero de esto a convertir en comodín humorístico (a veces no tan humorístico) todo cuanto “huela” a institucionalidad creo que es demasiado hiriente para miles de personas que asumen con mucho sacrificio aquellas tareas; que, por lo general, nunca quieren ser tomadas por los más críticos.

El personaje oficial, el cuadro político, el simple dirigente del barrio, el que alguna vez dirigió y ya no lo hace, e incluso los miembros de las instituciones del orden o la legalidad, se han convertido en blanco predilecto a la hora de armar los personajes más ridículos o los que asumen roles negativos en muchas de las producciones audiovisuales (humorísticas o no) de los últimos tiempos.

De solo pasar la mirada por decenas de películas, puestas televisivas o teatrales de los años recientes, se hace perceptible la asignación a estos personajes de guiones sin muchos matices, que los reducen a personas torpes, incultas, desfasadas o tontas, que de inmediato ganan para sí los sentimientos de repulsa y burla en los espectadores, justamente lo que se busca cuando son diseñados.

Entonces me pregunto: ¿por qué no reírse un poco más, del maceta, del que roba, del contrarrevolucionario, del que nos agrede y bloquea, del que hace de la sociedad un espacio carente de disciplina, del simulador, del vago y hasta de los seudo artistas o seudo intelectuales?

No hago una defensa a ultranza de los cuadros de dirección o las autoridades, en los que subsisten muchos problemas y a veces no emplean los métodos más correctos para enfrentar determinadas situaciones, pero no concuerdo con la superficialidad que se le otorga al tema y creo que la vida y la cotidianeidad de estas personas da para mucho más en materia de estructura de los personajes; lo cual permitiría, sin detrimentos al humor inteligente, un equilibrio más constructivo.

No me parece adecuado encasillar siempre en los llamados roles negativos, a la figura de la autoridad oficial, porque el arte traslada y entroniza estereotipos y a la larga la gente terminará por asociar dichas autoridades, sin excepciones, con la chapucería e incluso con el fracaso. Más valdría, creo yo, diversificar y enriquecer la crítica sin que lo grotesco sea la norma.