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El quietismo no hace un 26

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La mejor lección para la historia cubana del 26 de julio de 1953 es que aquel se convertiría en el primero de muchos asaltos pendientes.

Pocas veces advertimos que en la muralla de aquellos cuarteles no se batieron únicamente el ejército batistiano y representantes de la Generación del Centenario, sino además dos Cuba, que todavía siguen en disputa en una nación tan joven.

En aquella fecha se atrincheraban, de una parte, el egoísmo, la ignorancia, la brutalidad, la sumisión, la maldad, la injusticia y hasta el crimen, mientras de la otra disparaban la generosidad, el desprendimiento, la honorabilidad, la decencia, la honradez, la emancipación, la nobleza y la virtud.

Los muros de aquellas fortalezas orientales no solo eran atacados por los jóvenes que dignificaron el Centenario del Apóstol con el arresto de su gesto, sino por todas las ansias que daban forma hasta entonces a lo más hermoso del alma nacional.

La horrenda suerte de numerosos prisioneros —torturados y masacrados con salvajismo inigualable— y la forma en que los esbirros se ensalzaron en aquella victoria, deberían hacernos pensar siempre como pueblo en la suerte que nos depararía la imposición de lo peor de nosotros.

Pero los sucesos de la mañana de la Santa Ana nos demuestran que cuando prevalecen la grandeza y la dignidad de los cubanos es posible derrotar hasta a la derrota. Eso fue lo que hizo posible ese milagro que el líder de aquel movimiento, Fidel Castro, llamó convertir los reveses en victorias.

No por casualidad, muchos años antes, los colonizadores españoles tuvieron que concentrar en esta Isla a más soldados que los que requirieron para enfrentar el ímpetu independentista en toda Sudamérica. Sin embargo, ello no impidió que aquellos mambises descalzos y desharrapados estuvieran a punto de expulsarlos de su tierra, propósito que solo frustró la oportunista y traicionera intervención de Estados Unidos en la contienda.

De lo anterior se desprende otro de los significados de la fecha que una canción poetiza como el “día más hermoso de la historia”. Si los asaltantes de aquella madrugada de carnavales se hubiesen dejado aplastar por lo imponente y sórdido de aquellas fortalezas este pequeño archipiélago no hubiese encontrado todavía su lugar de justicia.

Tras entonar con ardor y pasión las notas del himno que alimentaría las llamas del ataque, aquellos jóvenes salieron convencidos, con inspiración martiana —como siempre deberíamos hacerlo—, de que lo imposible es posible, los locos somos cuerdos.

Precisamente esa idea la reafirmábamos en fecha reciente con graduados de las carreras de Periodismo, Comunicación Social y Ciencias de la Información, porque a estas alturas es posible presagiar que una revolución perece cuando el romanticismo la abandona: “Seamos realistas, soñemos lo imposible”, proclamaba el Che.

Sin aquel sorprendente y temerario 26 de Julio, Cuba no hubiera tenido un Primero de Enero. Mucho menos la Isla hubiera sido recorrida por la Caravana de la Libertad si Fidel y la generación que lo secundó no hubiesen saltado por sobre el marxismo de manuales y adocenamientos que desaconsejaba la Revolución. Tampoco sobreviviría, de haberse dejado dominar por lo aplastante de la caída de los modelos socialistas soviético y este-europeo.

En la delicada frontera entre la «objetividad» y los sueños puede estar decidiéndose el “ser” revolucionario. Los ideólogos del “no se puede” y de “esperar el momento” no hubiesen tomado nunca el Palacio de Invierno, ni la Bastilla; ni se hubiesen lanzado a galope sobre las balas en Dos Ríos, y nos hubieran dejado para siempre sin apóstoles…

La casualidad que aniquiló el factor sorpresa y condujo al naufragio de los objetivos del ataque hizo que aquella madrugada de rebeldía nacional se convirtiera en una hermosa y extraordinaria metáfora política para todos los tiempos: la Revolución siempre estará inconclusa. Aquel día siempre tendría un sentido de sanación nacional.

Pocas veces reparamos, durante esta conmemoración, en que, al abordar la trascendencia de aquellos acontecimientos, una de las razones esgrimidas por Raúl Castro, otro de los líderes de aquel movimiento y actualmente el principal dirigente político de la Revolución, se refiere a que surgió una nueva dirección y una nueva organización que repudiaba el “quietismo” y el reformismo.

Ser consecuentemente martianos tantos años después de aquel centenario en que se reubicó a José Martí en el altar patriótico y moral de Cuba requiere ser radical, que no es otra virtud que la de ir a la raíz, en el ataque constante a nuestros males, como ocurre por estos días. Porque el “quietismo” solo nos privaría de otros 26.

(Tomado de Juventud Rebelde)

Se han publicado 7 comentarios



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  • Mayda Verano dijo:

    Hay que seguur con fe y fiscalización hasta el detalle , es la unica manera de que nuestra obra iniciada en 1868 siga dando frutos. Asi se pudo, se puede y se podrá. Con las doctrinas del maestro y la fidelidad a las enseñanzas nuestro comandante Fidel Castro Ruz. Seguiremos siendo continuidad

  • Subzero dijo:

    Porque el “quietismo” solo nos privaría de otros 26

  • Alfonso Gonzalez Pena dijo:

    Excelente articulo que da un enfoque y razones del porque de la batalla por nuestra Patria. Cuba es grande! y no es solo un pais, es una esperanza para el mundo que debemos y tenemos que defender por el bien de la humanidad. Viva Cuba y viva la Revolucion que es decir Fidel!, Viva nuestro Partido Comunista, heredero del ideario de Fidel y de Marti!!

  • Eva dijo:

    Hacer de todos los días del almanaque un 26, es el llamado que nos hace el Presidente, que el quietísimo no se apodere de nosotros, sobre todo de los servidores públicos, para que el pueblo siguiendo su ejemplo los siga, como despertó del quietísimo Cuba aquella mañana de la Santa Ana

  • Tranquilino dijo:

    Siempre he planteado que tenemos muchos cuarteles Moncada por asaltar y no faltarán quienes lo hagan. Eso mantiene viva y en desarrollo a la Revolución.

  • pastor cantero dijo:

    Brillante y muy objetivo análisis: el quietismo es la antítesis del materialismo dialectico e historico de Marx y Engel, es lo opuesto también al ideario martiano de Patria es Humanidad, es ese miedo enfermizo al cambio social que niegan sobre todo en estos tiempos de Tics, la concentración de la propiedad privada y por tanto, exacerba el egoismo y el consumismo en una minoría, y sobre todo, como nos orienta Antonio Gramsci, es intentar demorar la construcción de una hegemonia de poder que se construye en mayoría, por eso Cuba y Venezuela, somos un peligro para sus intereses neoliberales, porque movemos las ideas y con ellas, los movimientos revolucionarios sociales del mundo.

  • rafael emilio cervantes martínez dijo:

    Audacia y pensamiento fueron juntas al Moncada. Presente la interpretación de aquel momento histórico desde Martí y desde el marxismo. Ya Fidel atesoraba eso de lo que tanto se enorgulleció siempre como herramienta creadora, su forma original de interpretar el marxismo-leninismo en su forma primigenia, alejado de dogmas y esquemas, vivo, dialéctico materialista. Resaltó el extraordinario valor del pensamiento de Lenin para su comprensión de la Revolución.

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Ricardo Ronquillo

Ricardo Ronquillo

Presidente de la Unión de Periodistas de Cuba. Premio Juan Gualberto Gómez. Fue subdirector editoral y columnista de Juventud Rebelde.

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