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Cuando las espinas matan rosas

Nuevo secretario de Defensa de EE.UU. Foto: Jacquelyne Martin/ AP.

A punto de estreno como titular de la cartera de defensa, una de las más importantes en el gabinete norteamericano, Patrick Shanahan acusó a China de “la inestabilidad en el continente asiático” y a semejanza de otros tantos llamados del presidente Donald Trump, indujo a los países de esa región a que aumenten sus presupuestos militares. Nada nuevo bajo el sol, diría Perogrullo.

¿Recuerdan a Trump asegurando que la OTAN estaba obsoleta y que los europeos tenían que acrecentar sus gastos en defensa? En verdad, si algo inquieta a Washington en la materia, es perder su estatus de primer vendedor de armas en el mundo. Sobre esa base desata una polémica con los del Viejo Continente, donde, como se presume, parecen decididos a no dependen tanto del Pentágono o las estructuras de la Alianza Atlántica que les llevó a distintas aventuras, ninguna exitosa propiamente, pero si sangrientas y de alto coste.

Se supone que la vieja idea de contar con mecanismos propios para su seguridad lleva a los gobernantes europeos a la convicción de que no se trata solo de comprar armatostes bélicos, sino de aumentar la producción de ellos o desarrollar diferentes líneas para las cuales tienen capacidad tecnológica instalada, sucesible de avances significativos en cuanto la engrasen. Por eso el agresivo jefe de la Casa Blanca reacciona de modo furibundo ante la contingencia de ver disminuido un ventajoso negocio.

Jean-Claude Juncker, a nombre de la Unión Europea, consideró inconsistentes las críticas de un socio que cada vez tiene menos cara de serlo, y de forma tan desproporcionada reacciona ante la aprobación, en primera lectura, del Fondo Europeo de Defensa. Si se materializa, será un plan basado en 13 mil millones de euros destinados a darle vía a una treintena de proyectos dentro de la industria militar del Pacto Comunitario, desarrollándola con ventajosos dividendos y (nada es imposible en estos tiempos) pudiera dotarles de una mayor independencia en cuanto a política exterior se refiere.

Estos planes no son nuevos, pero se percibe ahora, una voluntad de estimularlos en serio, y Trump mismo provoca, con sus viciosos excesos, la consolidación de una corriente ¿emancipadora? aun cuando solo sea en lo relativo a un euro ejército o sistema de defensa común, capitaneado, sobre todo, por Alemania y Francia, con simpatías pronunciadas en los restantes, excepto un par de los este-europeos. El fantasmón de una Rusia expansionista cala en unos cuántos sin preguntar qué razón habría para ello.

Quien piense que este asunto se remite más a intereses que a independencia, no le falta razón. Poco o mucho, las cuentan dan. En este momento, más del 80% de los contratos europeos en el sector, favorecen a empresas norteamericanas. Si se cambia la propensión, esos montos quedarán para quienes lo vienen gastando en provecho de un suministrador poco púdico, capaz de irrespetar pactos y siempre enfilado a engordar sus arcas, incluso si el contrario, o los amigos, se ponen peligrosamente flacos.

EE.UU. –nada secreto es- tiene el primer puesto como exportador en el mercado mundial de armamento. Eso supone ingresos por alrededor de 150 mil millones de dólares al año, según datos ofrecidos por el Departamento de Estado. En este instante y tras la subida descomunal en las compras sauditas, el monto debe ser superior. Pero si pierden sus clientes europeos, el hueco no será pequeñín.

Pedirle un aumento en gasto para “la defensa” a los asiáticos, como queda anotado al inicio de estas consideraciones, pareciera estar signado por un doble objetivo. Ante todo, ampliar sus ingresos con las ventas a esas naciones y, además, comprometer a sus aliados en el empeño de meterle miedo a China o reducir sus potencialidades, tal como vienen haciendo en materia comercial con una alta dosis de irresponsabilidad.

Wei Fenghe, ministro de defensa del gigante asiático, llamó otra vez a sostener una cooperación bilateral capaz de rendir saludables frutos y equilibrios. Mantener la actual política de confrontaciones y amenazas extralimitadas, llevaría a uno de esos lamentables desastres de los cuales no se retorna ileso. El reclamo del alto mando chino ocurrió al intervenir en el Foro Shangri-La, en Singapur, donde Shanahan (un hombre de la Boeing, sustituto del renunciante general James Mattis) lanzó sus acusaciones contra Beijing, minimizando las provocaciones estadounidenses en esa misma área, o los frecuentes actos injerencistas típicos, made in USA.

Es, con sus más, sus menos, o especificidades, lo empleado con Europa, al chantajearla con el cese de la cooperación a través de la OTAN si deciden emplearse a fondo en beneficio de sus empresas nacionales y disminuyen las compras a las firmas armamentistas norteamericanas. Europa alberga buena parte de las 800 bases que tiene la Casa Blanca en el extranjero. Eso, por sí solo, es un riesgo, a cambio de ¿qué exactamente?

Los planes de modernizar los arsenales nucleares estadounidenses (3 billones) tocan, de una u otra forma, también a los del Viejo Continente y aumentan las posibilidades de convertiste en blanco de ataques a nombre de otro, luego de que Trump invalidara el tratado sobre misiles de corto y mediano alcance suscrito con Rusia (INF) y parece dispuesto a eliminar también el único pacto sobreviviente entre las dos mayores potencias nucleares, al tiempo que consolida la instalación de sus sistemas coheteriles en Surcorea, si de Asia se trata, o en Israel y Arabia Saudita, y a punto de radicarlos, en Rumanía, por ejemplo.

El mensaje, alto y claro de la administración Trump es irrumpir a como sea y donde sea para obtener mayores ventajas y continuar imponiéndose. Casi lo mismo que hasta ahora, pero de forma tan grosera como la exhibida por el jefe de estado norteamericano, al darle inicio a su visita al Reino Unido, y, pese a la mala hora que padecen allá, mete el dedo en el merengue sin lavarse las manos, dando opiniones que nadie le ha pedido y agitando un panorama poco sosegado.

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