- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

Hacer lo mejor por La Habana desde el barrio, y una alerta importante

El jardín de Armando, en el edificio cita en Avenida Camagüey esquina a Pastora, Consejo Armada, Cerro. Foto: Néstor del Prado/ Cubadebate.

Ya estamos acercándonos a noviembre del 2019, mes en que llegaremos a los 500 años de la fundación de La Habana; y voy a compartir con los cubadebatientes un ejemplo digno de divulgar. Un vecino de un edificio multifamiliar de la calle Camagüey, del municipio Cerro, ha creado con sus manos, tenacidad e inteligencia, un lindo jardín que es motivo de admiración de todos los vecinos y transeúntes. También hablaremos de un asunto de gran importancia para la salud pública y ambiental.

Una ciudad se puede y debe embellecer en lo material, en lo funcional y en lo espiritual. Yo propongo extender el lema de además de hacer lo más grande hacer lo mejor por La Habana. No siempre lo más grande resulta ser lo mejor. Considero que al arribar a las celebraciones del próximo noviembre, tendremos algunos problemas cruciales resueltos, otros en proceso y algunos en proyecto. Lo más importante es que las soluciones sean efectivas y se mantengan; y que se produzca un contagioso y encomiable movimiento sociocultural.

En lo que va de año hemos conocido de aperturas o reaperturas de importantes instituciones de la gastronomía y servicios recreativos; bienvenidas sean y que las cuidemos para que se mantengan bellas y funcionales. Para complementar esas obras debemos lograr que en cada barrio y Consejo Popular se desarrollen iniciativas, ahí está una genuina participación popular.

Entrando en el sencillo pero generalizable ejemplo que voy a divulgar, digo que el vecino se llama Armando Seara; es un experimentado constructor ya jubilado aunque no retirado, que desde hace más de un año ha cultivado un bonito jardín en la zona proximal de su apartamento, y también atiende la zona distal, muy cerca de la ubicación de los dos contenedores de desechos sólidos.

El vecino Armando Seara, con sus herramientas y su tiempo no solo atiende lo que pertenece al
edificio. Foto: Néstor del Prado/ Cubadebate.

Sabemos que por el reglamento de la administración pública, la franja de tierra más cercana al edificio debe ser atendida por los vecinos, mientras que la más cercana a la calle le corresponde a los servicios comunales. Para decirlo en lenguaje médico la proximal es de los vecinos y la distal de comunales.

Es un fenómeno de las grandes urbes y en especial de la ciudad capital, que se descuide el cultivo ornamental en los barrios, que se descuide la higiene ambiental, que se pierda o no se haga nacer la identidad cultural de los Consejos Populares en que se organizan los municipios.

Armando no solo ha sembrado y diseñado de manera llamativa el jardín, sino que promueve la educación popular. Yo he visto jardines tan bonitos como este en otros edificios, pero protegidos por cercas perimetrales altas. Lo curioso de este es que con una cerca de menos de 40 centímetros de alto se mantenga bien conservado, en buena medida por el respeto que inspira.

El jardín de Armando, en el edificio cita en Avenida Camagüey esquina a Pastora, Consejo Armada, Cerro. Foto: Néstor del Prado/ Cubadebate.

En ese edificio, hay ocho entradas a los diez apartamentos que como regla tiene cada una de ellas. Los parterres en las otras entradas no se parecen al de Armando, algunos, incluso, han sido víctimas de la mala práctica establecida de  que cuando se reparan las conexiones hídricas, se abren grandes zanjas y rompen aceras que luego no se restauran.

Felicidades para Armando y para todos los que lo apoyan.

Pasemos a la alerta anunciada

De poco valdría la iniciativa por embellecer si no le damos prioridad al saneamiento ambiental, a la eliminación de salideros de agua potable o de aguas albañales, algo mucho más grave.

Muchos edificios de nuestra capital, están enfermos.

¿A qué se llama síndrome del edificio enfermo?

El síndrome es el conjunto de síntomas que provoca un inmueble sobre las personas que habitan o trabajan él. Generalmente se atribuye a la contaminación del aire que circula en su interior, con sustancias químicas tóxicas y con agentes biológicos patógenos.

En principio no se trata de un problema grave que vaya más allá de un malestar temporal que reduce la capacidad de las vías aéreas o neurológicas de las personas, pero en casos extremos puede agravar alguna patología.

El hecho de que muchas de las sustancias tóxicas estén en el hogar o en locales de trabajo, como contaminantes, redunda en la importancia de actuar en este ámbito.

Los síntomas pueden ser:

  1. Síntomas nasales: irritación de la nariz, mucosidad abundante, sequedad nasal, congestión, trastornos del olfato y tos.
  2. Molestias oculares: irritación, cansancio, escozor y enrojecimiento ocular.
  3. Dolores de garganta: también origina irritación, sequedad, ronquera, inflamación o enrojecimiento de la garganta.
  4. Alteraciones cutáneas: irritación y escozor en la piel.
  5. Dolores de cabeza, náuseas, vértigos, fatiga mental o somnolencia, dificultades para concentrarse, alergias.

Los vecinos de este edificio desde hace muchos años han venido planteando a todas las instancias los serios problemas que se confrontan y que, no tengo duda, conllevan a catalogarlo como “edificio enfermo”.

El delegado del Poder Popular es un cubano de los que le dicen al pan, pan, y al vino, vino. Pero no basta su tenacidad, hay que lograr conciencia de la gravedad del problema.

Propongo que las autoridades encargadas de la salud ambiental y la higiene de nuestra ciudad indaguen sobre cuántos edificios enfermos tenemos, ya sean residenciales o institucionales, no con el objetivo de afligirnos, sino de tomar conciencia y emprender acciones concretas para aplicar las soluciones necesarias y suficientes.

Agradezco a la MSc. Mercedes Fernández García, profesora de Química de la Facultad homónima, de la Universidad de La Habana, por su colaboración en los conceptos publicados.

Muchos cubanos hemos nacido en otras provincias cubanas, pero ya llevamos el doble, el triple y hasta el cuádruple de años viviendo en La Habana, no dejamos de ser y sentir por el lugar en que nacimos, pero tenemos el deber como habaneros, de hacer lo más grande y lo mejor por nuestra ciudad capital.

El mayor éxito de las celebraciones de noviembre, en mi modesto entender, radicará en continuar a partir de entonces, con mayores bríos y efectividad en extender la “ciudad maravilla”, a los 15 municipios de la capital de todos los cubanos.