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De cerdos y perlas… o guerras

El USS Abraham Lincoln navega en aguas del Mar Arábigo cerca del buque anfibio de asalto USS Kearsarge, viernes 17 de mayo de 2019, imagen proporcionada por la Marina de Estados Unidos. Foto: Marina de EEUU/AP.

La administración Trump se está pareciendo demasiado a la saga cinematográfica surgida del primer Alien. Fue cambiando de tamaño el monstruo extraterrestre, pero no su figura y letalidad. En favor del actual mandatario estadounidense pudiera referirse que no es el primero –posiblemente tampoco el último– en usar métodos muy repetidos en la historia norteamericana, aun cuando el despliegue amenazante de su poderío militar, no sean procedimientos dignos de higiénica memoria.

Por eso enviaron hacia el Pérsico al portaaviones USS Abraham Lincoln, el mismo que sirvió como plataforma inicial para bombardear el Bagdad de Sadam Hussein en 1990 y el 2003. Se trata de un portaviones con todo en gran escala: dos reactores nucleares, unas 60 naves aéreas de combate y alrededor de 5 mil efectivos entre tripulación y pilotos. No se aventura solo. Suele estar escoltado por cruceros, destructores y aeronaves de reconocimiento, aparte de al menos un submarino nuclear de ataque.

Esta especie de islote móvil ha navegado en las últimas semanas desde el Mediterráneo y luego de atravesar el Mar Rojo, se adentró en el Arábigo con el fin de acercarse al Golfo Pérsico y amedrentar a los iraníes con todo ese artilugio bélico y las amenazas acompañantes anunciadas de mayores a posteriori. El prólogo de estos provocativos desafíos fueron expuestos por John Bolton, ya saben, uno de los artífices del embuste sobre las armas de destrucción masiva en Irak, y quien hace 4 años apenas, dijo: “Para detener la bomba de Irán hay que bombardear Irán”.

Este es el tipo de personaje que en la ficción suele ser presentado como un psicópata, dispuesto a lanzarse contra cualquiera, no por sentirse amenazado, sino debido a lo diferente o insumiso del contrario. Puede ser más simple y aterrador: alguien que goza usando el poder a su disposición para humillar y rendir a quien considere contrincante. No sé con qué insuficiencia o excesos nació o ha crecido, pero resulta evidente la contumacia perversa de su vida adulta. Se regodea haciéndola pública.

La única diplomacia que conoce Bolton es la de las cañoneras o sus modernas versiones. El despliegue de referencia y cuanto anuncia para un cercano porvenir, implica un “mensaje claro e inequívoco” con Irán como destinatario. Pero ¡cuidado! según datos recientes, pudiera involucrar en esas maniobras a Irak. Nadie puede garantizar si se desata o no un fenómeno de otras proporciones y complejidad mundial en una zona donde nunca faltan vitaminas para las tragedias.

Como Washington dio órdenes de evacuar el personal civil de Irak, incluyendo el de las petroleras, y debido a diferencias surgidas entre las autoridades de ese país y la Casa Blanca, el pretexto de la existencia de milicias chiitas proclives a Irán, sirve como subterfugio explotable para rectificar el tiro, reforzando sus posiciones, por sometimiento obligado, al país que invadieron hace 16 años y, quizás, reemplazar –también allí– a dirigentes y tendencias.

Un segundo elemento a ser desatado involucra a Israel, donde pese a la belicosidad hace mucho desplegada contra Teherán, tienen noción del peligro a caer sobre ellos si ocurre un encontronazo directo, o por derivación colateral, movidos por las intrépidas acciones estadounidenses.

Luego un vistazo básico y los hechos, acreditan que pueden involucrarse de entrada tres países de la región, sin contar a Arabia Saudí, desde donde culpan a Irán de los ataques, (suponen realizados por Yemen), sobre varios de sus buques. Siguiendo la ruta norteamericana, o por iniciativa propia, culpan al país persa de esos hechos. También, a semejanza del Pentágono, se consideran con derecho a atacar, pero no a que les riposten.

Lo sensato, recomendable, atinado, en todos los casos donde haya diferencias, sería resolverlas de forma negociada, pero eso no lo entienden en las altas esferas norteamericanas, ni quienes les imitan o prefieren, a cuenta y riesgo, adentrarse en terrenos pantanosos.

Esta progresión de hechos arriesgados los desarrolla la administración Trump sin sopesarlo como es debido, parece. No bastándole retirarse del pacto suscrito con Irán en el 2015, avalado por los 5 miembros del Consejo de Seguridad y Alemania, sobre el programa nuclear iraní, añaden nuevas sanciones contra Teherán y declaran sin sonrojo el propósito de provocar su ruina total y con ella, inducir desesperados levantamientos ciudadanos y forzar un cambio de sistema. ¿Aceptarían algo semejante a la inversa?

“Las acciones de los líderes estadounidenses al ejercer presión e imponer sanciones (...) mientras hablan de negociar, es como mostrar una pistola a alguien y pedirle amistad y negociaciones”. El criterio, no por repetido deja de ser certero. Fue expuesto por un alto cargo militar, Rasoul Sanai-Rad, en referencia a la irreflexiva ofuscación norteamericana. Irán insiste en que jamás se sentará a dialogar mientras le estén coaccionando.

Otra perspectiva procede del general Hosein Salami, jefe de la Guardia Revolucionaria irania, para quien EE.UU. padece, en este momento, de una fractura interna en su sistema político. Esa brecha se está manifestando entre las dos formaciones estadounidenses predominantes junto con las fuerzas ocultas que les sostienen.

En la pugna por señorear, o debido a variaciones en el patrón de fuerzas internas, motivos novedosos comenzaron a moverse dentro del espacio estadounidense. No será un movimiento radical para un cambio de sistema, pero sí factor a tener en cuenta en las distintas hipótesis sobre la línea posible a seguir o repudiar en este tenso momento.

Entre algunos analistas se arriesga el criterio sobre una posible cesantía para Bolton y dejar a Pompeo, o al revés, si no son eliminados ambos. Están tan comprometidos con la mayor parte de las frustradas agresiones recientes que pueden constituirse en estorbo para Trump en casos como el de Irán si las cosas derivan hacia una guerra, otra, cuando no consiguieron nada en claro –no cuanto suponían– de las ya ejecutadas.

Irrumpe en los males posibles, la actual conducta y los eventos desatados tan a la ligera, sin siquiera examinar un poco los componentes de esta área geográfica, su larga historia y los cánones humanos que la conforman, entre ellos, sus diferencias religiosas. Fueron acicate para choques en el pasado y peligro latente en un presente al cual se le están añadiendo malolientes estímulos. Durante la ocupación de Irak promovieron discrepancias confesionales buscando debilitar la resistencia nativa a la agresión. Más problemas y víctimas, pero exiguo éxito.

Buscando amainar los temores desatados, Mike Pompeo afirmó hace solo días en la capital iraquí, que EE.UU. no tiene planes de atacar a Irán desde Irak pero ejercerá su “derecho a la autodefensa” si sus intereses son agredidos. Decir que desde Irak no embestirán a Irán, con semejante aviso, es más ambiguo que la ambigüedad misma.

Partiendo del estilo y preferencias de Donald Trump desde que está en el poder, su plan sería forzar a los iraníes a que renegocien el pacto para, de la misma manera que hizo –o pretende lograr- con otros convenios, hacerse de nuevas ventajas y, sobre todo, proporcionarse el placer de quien gana. Él siempre tiene ofertas mejores a las aplicadas por todos sus antecesores y puja hasta último minuto por lograr notables ganancias. Pero la política, sobre todo en esquemas tan corpulentos como este, no es igual a la puja en una subasta o el regateo por un negocio.

Buscando su propósito y creyendo una habilidad lo improcedente, el jefe de estado asegura que el gobierno iraní “estará dispuesto a conversar pronto”, aludiendo a una rendición forzada por los castigos económicos y las intimidaciones militares. En tanto, deja las manos libres -y las lenguas- a sus peores peones, sanciona a mansalva, dañando al objetivo a convencer y, de paso a terceros, incluso, debe resaltarse, tratándose de sus socios. De ahí parte la insolvencia en apoyo internacional, cosechada por el presidente norteamericano. Este domingo 19 de mayo, en una entrevista reiteró: “(…) tienes situaciones como la de Irán, no puedes dejar que tengan armas nucleares, simplemente no puedes dejar que eso suceda”, aseveró el presidente, pese a la reiterada certeza persa de que no tienen agenda tal cosa. A veces se incita en lugar de disuadir. Pudiera ser el caso, pero se hace inevitable nuevamente preguntarle a Trump y compañía ¿por qué Israel sí e Irán no?

“No estamos buscando guerra pero tampoco les tenemos miedo”, dijo por su parte el comandante en jefe, Hossein Salami, ante las últimas amenazas.

Mover tantos recursos bélicos, cuando primero son posibles los intentos de entendimiento, aleja posibilidades de avenencia y acerca adversidades. En definitiva, hay una enorme falta de imaginación en quienes solo conciben el empleo de la intimidación y de una primitiva violencia, que, por lo general, solo logra controvertibles, deshonrosos resultados.