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Cine cubano en la televisión: Una vez a la semana no alcanza

 

Escena del filme El brigadista. Foto: Archivo CD.

Recientemente en una asamblea de la UNEAC señalé la necesidad de lograr una cuota de transmisión de cine cubano en la televisión nacional. Como mismo se ha hecho con la música cubana frente a la transmisión de música extranjera, algo bastante logrado por la exigencia comprensible de los músicos.

Recuerdo haber escuchado a personalidades como Juan Formell y Adalberto Álvarez, defender ese derecho de nuestra música y de nuestro público. Gracias ellos y a otros impulsores, el ICRT comenzó a partir de algún momento a manejar porcentajes de emisión de música cubana respecto a la música extranjera, como una forma de protección a la identidad del público cubano y sus creadores musicales.

No ocurrió por obra del Espíritu Santo, ni porque alguien con poder de decisión se levantó ese día con más sensibilidad hacia la cultura nacional. Ocurrió porque un grupo de artistas luchó por eso, pidió la palabra, la volvió a pedir, argumentó, exigió y encontró apoyo. De otra manera no se hubiese logrado.

Con esa idea planteé que este debía ser un tema incluido como tal en el próximo Congreso de la UNEAC y acabar de consolidar en este año 2019, sin posponerlo más, una sanación de las relaciones entre la televisión cubana y el cine cubano. Creo que existe ya la madurez suficiente para hacerlo, pues como dije si alguna película cubana en los últimos 30 años ha planteado algo que le haya parecido a algunos, incómodo, esta sociedad lo ha superado ya con creces.

No es el objetivo de este texto hacer un recuento de las razones históricas, políticas y hasta intelectuales (a las que se sumaron en su momento intereses personales y grupales), por las que la relación en Cuba entre los sectores cinematográfico y televisivo llegó, por épocas, a ser casi incompatible. Me he referido a ellas en otros textos y ampliarlas, siendo una necesidad, sería materia para otro trabajo. No hay manera de superar algo si no se analiza el origen de cómo se llegó a eso. Lo cierto es que la limitación para que haya una presencia más amplia del cine cubano en la televisión es una de las formas que ha tomado un pensamiento culturalmente empobrecido.

Hablé en esa asamblea de la UNEAC de una cuota de trasmisión que no bajara de 2 o 3 largometrajes de ficción cubanos a la semana. Algo que puede hacerse fácilmente con lo que ha producido el ICAIC (Y lo que no es ICAIC).
Reforcé mi punto de vista con lo que escribí en el texto ¿Cine nacional o cine conmemorativo? publicado meses atrás en La Jiribilla: ¨Se ha enquistado la costumbre de relegar al cine nacional a una función meramente conmemorativa.

Si no es durante los días cercanos al 26 de julio o 13 de marzo, en que se ponen filmes sobre la lucha clandestina, conmemoraciones de las guerras de independencia, alguna ocasión para transmitir El Brigadista o recordar la acción internacionalista en Angola, los cubanos tenemos pocas, muy pocas, posibilidades de ver nuestro cine en la pequeña pantalla. Sin embargo, ponemos cine francés a lo largo del año y no solo cuando se conmemora la toma de la Bastilla.

Esto motivó que una compañera de valiosa amistad, Paquita de Armas, me recordara la existencia del programa televisivo De cierta manera, dedicado al cine cubano, que se transmite los jueves a las 10:00 pm por el Canal Educativo, creado y dirigido desde hace 10 años por Luciano Castillo.

(Paquita amplió el alcance de su respuesta con un texto, polémico en sí mismo, aparecido en el Portal de la Televisión Cubana, cuyo título "¿Cerramos todos los canales menos Cubavisión?", hace referencia a la intervención del realizador Juan Carlos Travieso, que expresó que el cine cubano y otras manifestaciones salían mal paradas en la jerarquía que ante el público establecían los canales al "relegárseles" al Canal Educativo -o al Educativo 2-, y no darles más espacio en Cubavisión, canal que en la psiquis del espectador cubano, moldeada por décadas de solo dos canales, parece ser la señal principal mientras las demás son señales secundarias.

Personalmente, pienso que lo que verdaderamente jerarquiza no es el canal, sino el horario y el día de la semana, pues la señal de todos se recibe por igual, amén de que sean nacionales, con la misma calidad de imagen y sonido. Entre poner su programa en el Canal Educativo 2 los sábados a las 8:30 p.m. o ponerlo en Cubavisión los lunes a las 11: 45 p.m., un realizador lúcido no tendría problemas para escoger).

Sobre De cierta manera, está hecho por quien ha dedicado su vida a fomentar el conocimiento del cine nacional. Luciano Castillo está entre esos cubanos que más saben de cine, y tenerlo cada semana compartiendo esa sensibilidad con los televidentes es un lujo que el ICRT ha tenido el tino de preservar.

Recordemos que el programa vivió en peligro de zozobra durante el 2013, cuando solo un llamado público puesto a circular por el propio Luciano, y que encontró eco solidario en otros defensores del cine cubano como Juan Antonio García Borrero, lo salvó cuando se intentó recortarle el tiempo de transmisión haciendo así imposible la emisión en el programa de una película completa. Así de frágil es la presencia del cine cubano en nuestra televisión.

Habría que preguntarse entonces: ¿Una guinda no va sobre un pastel? ¿Dónde está la base de horas de transmisión habitual de cine cubano sobre las que debería descansar la propuesta académica que hace De cierta manera? ¿Por qué tenemos que darnos con un canto en el pecho? ¿Es tan difícil poner películas cubanas varias veces a la semana, con naturalidad, sin que haya nada de especial en eso, como mismo nos ponen películas estadounidenses?

Los primeros que tenemos que entender esto somos nosotros, para hacérselo entender a los funcionarios.

Si sabemos que hay intenciones de denigrar la imagen del país con un mal uso del cine, de tergiversar y manipular lo que se vivió, de explotar políticamente un cine prostituido para complacer el morbo de quienes solo quieren hacer ver de Cuba sus miserias y de la Revolución solo sus sombras, por los que pretenden hacer un cine sin luz moral. Si sabemos que hay un público dolido porque no se ve reflejado ahí.

Abracemos entonces el cine que es nuestro, el que se ha hecho todos estos años y que la gente sepa que decir cine cubano no es decir eso. Recordárselo al público. Recordárselo los lunes, recordárselo los miércoles, volvérselo a recordar los viernes. Porque cuando uno ama algo, hacerle amor una vez a la semana no alcanza.