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Apuntes de un siglo sin luces

Vladímir Putin, Donald Trump y Angela Merkel, se ven las caras en el acto conmemorativo por centenario del fin de la I Guerra Mundial, París, Francia, el 11 de noviembre de 2018. Foto: Reuters.

Donald Trump fue uno de los últimos en llegar y no fue el primero en irse de París porque Benjamín Netanyahu se le adelantó, debido al enésimo bombardeo israelí a la Franja de Gaza tras el operativo de un comando judío  infiltrado para asesinar palestinos, asunto que precariza la tregua favorecida por Egipto y la ONU.

No es novedad lanzar sofisticados misiles sobre un territorio y personas que peor imposible, ni la violación de acuerdos por parte de Tel Aviv. De todos modos, no fue el primer ministro sionista el centro de controversiales desempeños en la capital francesa, donde se conmemoraba el centenario  del armisticio que puso fin a la I Guerra Mundial (11 de Noviembre 1918).

Si no se equivocan los evaluadores de este significativo  cónclave, uno de los propósitos de Enmanuel Macron al preparar los fastos de la importante efeméride, fue usar lo acontecido en aquellos cuatro años,  como recordatorio de adónde no se va si los pasos están mal encaminados. En la actual discordancia sobre unilateralidad y multilateralismo, librecambio o políticas proteccionistas, existen rutas muy diferentes y enfoques que por lo general y solo parcialmente, pudieran conducir hacia saludables e inclusivos desempeños.

Hay gobernantes y hasta bloques  en formación, que tiran para lo suyo y se aferran a estrategias aislacionistas estimando apropiado colocar solo su sardina sobre las brasas. Estados Unidos, capitanea esa tendencia suponiendo es la vía para mantener una superioridad económica  que el Banco Mundial considera está en disminución (se espera que Estados Unidos represente el 17.9% del PIB mundial, pero China va camino de duplicarlo, con el 35,2%). Notable mudanza de la preeminencia tenida a finales de la cuarta década del pasado siglo, cuando contaba con el 40%.

Las cifras no lo dicen todo, pero hay inclinaciones de enorme elocuencia. El empeño de la actual administración de seguir elevando el presupuesto militar –también forzar a un mayor gasto bélico a los europeos- no está movido por ninguna amenaza tangible pese a la fantasiosa “amenaza rusa”, sino al empeño por mantener supremacía bélica, pues la preponderancia del dólar también disminuye con la decisión de muchos países a mercadear en sus propias divisas o en euros.

La furiosa reacción de Trump a la propuesta de crear un ejército europeo  obedece a ese miedo de perder también la ventaja militar. El mandatario no esperó a aterrizar en Orly hacia donde se dirigía y tuiteó: “El presidente francés Macron acaba de sugerir que Europa se dote de sus propias fuerzas armadas para protegerse de Estados Unidos, China y Rusia. Muy insultante, pero puede que Europa tenga antes que pagar la parte que le toca a la OTAN, a la que Estados Unidos subvenciona ampliamente”.

En realidad Macron no incluyó a Washington como antagonista  en el probable mecanismo defensivo del Viejo Continente, pese a los abundantes sarcasmos e insolencias del estadounidense sobre la deuda europea a la Alianza Atlántica, reclamando una subida de cuotas a los insondables fondos de ese convenio. Asimismo, en julio de este año,  el magnate inmobiliario afirmó en una entrevista con la CBS: "Tenemos muchos enemigos. Creo que la Unión Europea es un enemigo, por lo que nos hace en el comercio. No lo pensarías de la UE, pero es un rival".

Los rivales pueden fabricarse y eso logra el presidente norteamericano cuando asume, sin previo análisis con sus socios, decisiones como la retirada del pacto sobre misiles de corto y mediano alcance con Rusia (INF). Para Macron,-y no solo es su juicio-  la "víctima principal" de esa anulación es "Europa y su seguridad”.

Lo de crear un euro ejército, sin embargo, no es nuevo. Se remonta al menos a los años 50. Lo recordaba Vladimir Putin considerando apropiado el proyecto  de su homólogo francés: "En principio, Europa es una poderosa entidad económica, una poderosa unión económica y, en general, es legítimo que quieran ser independientes, autosuficientes, soberanos en materia de defensa y seguridad" (…) "Creo que en general es un proceso positivo desde el punto de vista del fortalecimiento de la multipolaridad del mundo", aseveró.

A lo largo del tiempo este tema ha sido recurrente, pues no todos los estadistas que se han sucedido en diferentes países estuvieron conformes con andar a la cola o supeditados a EE.UU.  La propia Francia, con De Gaulle, se atuvo a un criterio de soberanía militar que, en sus diferencias, recuerda el empeño reflotado hace unos meses bajo estímulo, casi seguro, de las actitudes de confrontación y aislacionismo de la gobierno Trump.

De entonces acá hay suficientes referencias. Entre las últimas se encuentra lo ocurrido en el 2016, cuando las máximas estructuras del Pacto Comunitario comenzaron a implementar el Plan de Acción Europeo de Defensa, teniendo como base armonizar las respectivas industrias militares,  para promover estructuras tecnológicas competitivas a partir de la cooperación entre los estados miembros. Hasta ese momento los proyectos de esa esfera en cada país eran individuales, unirlos vinculados a los organismos estatales intenta aportar mejores resultados y suprimir la dependencia de las armas norteamericanas.

A escala interna se hará innecesario comprarle al Pentágono y, en sentido inverso, aumentaría la capacidad exportadora europea. La Coordinación Estructurada Permanente de Defensa (PESCO o CEP) está lejos de su momento ideal, pero existe y avanza pese a obstáculos. El doble resultado irrita a un personaje como Trump a quien no le gusta perder ningún negocio ni nada equivalente a un desafío.

Francia también encabezó  el proyecto para darle vida a una fuerza europea de intervención para la cual se alistan 9 países de la UE  (Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Estonia, Francia, Países Bajos, Portugal, Reino Unido). Es un mecanismo –si cuaja-  destinado a “fortalecer la capacidad de los europeos para actuar de manera autónoma y garantizar su seguridad” según estimó recién Nathalie Loiseau, ministra francesa de Asuntos Europeos. Este otro detalle, es posible, aumenta la particular ojeriza sobre el tema de Trump, quien no disimuló su malestar con Macron. Mucho antes de llegar a Paris, advirtió que no iba a participar del Foro por la Paz organizado por sus anfitriones. Las fricciones con Macron, acentuaron su inapetencia por escenarios contemporizadores.

Pero sí resultó marco donde  Ángela Merkel fue germánicamente directa. "La Primera Guerra Mundial nos mostró lo destructivo que puede ser el aislacionismo" (…)"Si esto estuvo mal 100 años atrás, ¿cómo sería ahora?".  La canciller alemana se refería a las armas de entonces, inferiores a las de hoy, pero capaces de provocar 10 millones de muertos en combate y cifra similar entre las víctimas civiles. Referirse a la Primera contienda rememora la devastadora Segunda, pero la dirigente se remitió también  a los 70 millones de personas forzadas a huir de sus territorios durante el 2017, debido a unos 220 conflictos violentos en el mundo. Anomalía que conduce hacia otros deformidades con la tergiversación emprendida por corrientes de pensamiento malsanas, pero exitosas, propiciadas por el empeño de mirar solo lo que conviene a uno, pasando por encima de los demás y exacerbando odios donde sobran miedos.

En la actualidad son muchos y  perturbadores los problemas. En tanto la concordia de los enfoques está en andrajos. Resurgen los nacionalismos en su peor variante y transcurre una especie de enmienda de la globalización - muy frugal y escasa de vista- iednetikficada en un cierto retorno a lo nacional a través del proteccionismo y contradictorios  micro enfoques. En esas hormas se adentran muchos de los actuales extremismos, enfermos de ambición totalizadora.

El Foro por la Paz, decía, fue el evento político por excelencia de este aniversario rodeado de amenazas que obligan a buscar soluciones y entendimientos, aunque actores principales del presente prefieran abandonar cualquier compromiso razonable.