Cubadebate Goles son amores: Derrotas (II)

Arsène Wenger. Foto tomada de sport24info.ma.

Hay en L´Equipe una vieja entrevista a Arsène Wenger, donde Arsène Wenger habla, en una única línea breve, de su familia. “Mi abuelo solía decir: no entiendo por qué, en los cien metros, uno corre en 10.1 segundos y otro en 10.2. Los dos son rápidos ¿Cuál es el punto?”. Continúa Wenger: “hoy glorificamos al que hace 10.1 segundos. Eso es peligroso para el deporte. Hemos llegado a una era en que glorificamos al ganador sin mirar al significado o al método. Y diez años más tarde nos damos cuenta de que el tipo era un engañador. Durante ese tiempo, el que terminó segundo, sufrió. No tuvo reconocimiento. Y con todo lo que se ha dicho de él…puede ser muy infeliz”.

Existe detrás de lo anterior una sinopsis apacible del triunfo, primigenia, donde el triunfo tiene un sentido ligeramente distante del triunfo como intención obstinada. Reconoce Wenger que el triunfo al que nos acostumbramos es algo, en varios casos, convenientemente 'hiperbolizable'. Mucha gente, entonces, hace de la victoria una necesidad pintoresca a partir de trastornos de éticas y estéticas que deberían diluirse entre el bullicio del éxito. Hay triunfos que son conjuras recurrentes. Hay triunfos que no existen. Hay triunfos que son conjuras que no existen. Son estos últimos quizás los menos legítimos porque son los menos grandilocuentes, los menos tecnocráticos, los menos lógicos, probablemente.

A Wenger no le interesa hablar de sus títulos porque son triunfos puntuales, o sea, consecuencias de calendarios, movimientos y organigramas. Prefiere, por ejemplo, hablar de educación, convencimiento, arte. Habla del arte en el fútbol como la noción de expresar una idea común. El perfeccionamiento de las ideas comunes tiene en sí una mística testimonial, fácilmente referenciable dentro de una misma época. El Arsenal de Wenger de finales de los noventa e inicios de los 2000 se volvió paradigmático dentro de las islas británicas. Impuso un juego que acababa con el 'bored football' en una liga donde abundaban tipos como Vinnie Jones y otros que restaban fluidez al traslado del balón. El francés ganó tres campeonatos sobre la rapidez, los pases cortos en espacios reducidos y la movilidad. En la 2003-2004 no perdió un solo partido. Ningún otro equipo en esa competición, con el formato actual, ha podido repetirlo.

Los títulos seguirán siendo casi siempre algo menos que anécdotas de resistencia, como el año del Leicester, o de eficacia, como los años de Mourinho. Lo que recuerdan todos: hay un equipo que gana y otros que no ganan e importan menos. Hay, también, equipos que, sin ese propósito específico, parecen llevar años perdiendo para que otros ganen, como si estuviesen cumpliendo una misión desde hace tiempo; como si el fútbol se tratase de ir por ahí haciendo que los demás queden bien con el mundo. Es, si se quiere, una interpretación filantrópica de la derrota que podría volverla, de cierta manera, triunfal hasta que la impaciencia pública, por temor a lo peor, termine regresándola a su versión bruta: la derrota seguirá pareciéndose demasiado a la muerte.

Nota:

Para quien quiera y/o pueda leerla, acá les dejo el link de la entrevista a Wenger (en inglés).